miércoles, 12 de octubre de 2011

URGE UNA DISTRIBUCIÓN JUSTA DE LA RIQUEZA

La carretera de los salarios y los precios la pierden, invariablemente, las percepciones de los trabajadores, que han visto reducir sustancialmente su poder adquisitivo. Las cifras y los porcentajes varían, pero todos coinciden en la dramática reducción que han sufrido los salarios, en perjuicio de millones de familias mexicanas.

Las crisis económicas que hemos sufrido, cíclicas y recurrentes como dicen los economistas, golpean severamente a los asalariados, pero también los han golpeado las medidas aplicadas dizque para combatirlas.

Lo que tienen que advertir todos los trabajadores es que esas crisis son parte del sistema capitalista, pues un sistema económico de este tipo, sin crisis, es inexplicable, como inexplicable resultaría el capitalismo sin propiedad privada de los medios de producción, es decir, sin capitalistas. Desde su propio nacimiento, en la cuna inglesa, la inestabilidad acompaña al capitalismo y jamás lo abandonara.

La reducción de los salarios, que coloca a México como un país con mano de obra barata en el mundo, expresa crudamente el despojo que los capitalistas hacen de la fuerza de trabajo y, consecuentemente, el incremento inusitado de las ganancias del capital, sobre todo ahora que estamos en la fase de mayor especulación capitalista.

Se opera una concentración mayor de la riqueza social en pocas manos y se extiende la pobreza de la mayoría de los trabajadores.

La expresión: los ricos se hacen más ricos, y los pobres, más pobres no es una consigna de mitin; es simple y llanamente la realidad sin mascaras.


Los porcentajes que se manejan, casi desde siempre, expresan de manera clara y contundente, no sólo la reducción en la apropiación de la riqueza por parte de los trabajadores, sino sobre todo o más que nada una injusta distribución del ingreso: los más obtienen menos y la minorías obtienen más, ¿Se puede hablar así de progreso o desarrollo?

Quiere decir que la crisis, sus efectos y las medidas para combatirla, pero sobre todo el modelo económico neoliberal, aplicado violentamente en las últimas tres décadas, desde Miguel de la Madrid y Salinas de Gortari hasta la fecha. Las crisis no afectan al capital y a los capitalistas, que aumentaron mucho sus riquezas, sino al trabajo; el daño lo sufren los trabajadores a los que, en nombre de la patria, se les exige apretarse el cinturón o, en el conocido lenguaje de los neoliberales, hacer un esfuerzo adicional que ha colocado a millones de trabajadores en niveles dramáticos de miseria.

La manera cada vez más reducida en que los salarios participan del ingreso, y la excesiva concentración del mismo en la minoría, es consecuencia de una política bien meditada, bien planeada y cruel mente aplicada por los neoliberales; no es producto de ningún error, sino parte inseparable del neoliberalismo, para empobrecer a grandes masas del pueblo, reducir drásticamente su poder adquisitivo y convertir a México en país más dependiente económicamente.

Ahora, frente a los recientes acontecimientos económicos en México, responsabilidad directa del neoliberalismo, ¿qué medidas ha tomado el gobierno para lograr una distribución, ya no digamos justa, sino menos injusta de la riqueza? Ninguna. Es más de lo mismo, solo que ahora en sobredosis.

Por lo tanto, una demanda central en estos momentos, sin la cual las cosas irán empeorando, es la de aplicar urgentemente una política económica que logre la distribución equitativa de la riqueza. Podríamos decir que se trata hasta de una medida de sobrevivencia. No hay otra.

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