domingo, 16 de octubre de 2011

CRISIS DE LA INSTITUCIÓN PRESIDENCIAL

El modelo económico impuesto en México en el último cuarto de siglo para beneficio de los menos, provocó que buena parte de sus instituciones políticas entraran, poco a poco, en una crisis de legitimidad, hasta llegar a ser inoperantes para lo que fueron, inicialmente, concebidas. Hoy gran parte de las disposiciones de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, relativas a esas instituciones, no se respetan por los funcionarios que son, lo quieran o no, los primeros obligados en velar por su estricto cumplimiento.

Hemos llegado a tal grado que quienes exigen el respeto y el apego a lo que establece nuestro Código Fundamental son descalificados por los gobernantes, y se les presenta como un peligro para el país. Es una actitud que se va acentuando y que agrava esa crisis de legitimidad de las instituciones políticas nacionales.

1.- Particularmente esa crisis se presenta en la Institución de la Presidencia de la República, cuyo deterioro, a estas alturas, es tal, que ha perdido todo el prestigio que tuvo con los presidentes emanados de la Revolución Mexicana, al menos de una parte de ellos. La institución presidencial no es algo abstracto, tiene que ver con quien la ejerce. Al pueblo mexicano le merece respeto quien se empeña en cumplir con su mandato, y permanecen en la memoria colectiva aquellos presidentes, que ejercieron sus funciones en el siglo XX, sólo para hablar de esta etapa, con mayor apego a los intereses del pueblo, como Lázaro Cárdenas o Adolfo López Mateos. A su vez el pueblo rechaza, condena, desprecia y ridiculiza a los presidentes ilegítimos, lo sean por su origen o por sus actos, que utilizaron indebidamente el poder, situación que ha ocurrido con Porfirio Díaz, el chacal Victoriano Huerta, Salinas de Gortari, Vicente Fox, y con Felipe Calderón.

2.- La Constitución de 1917 dotó de amplios poderes al titular del Ejecutivo Federal y, prácticamente, la única limitación que le puso fue la de la no reelección, lema político central y demanda inaplazable del movimiento social de 1910. La consolidación del régimen revolucionario y el afianzamiento del Partido Nacional Revolucionario, primero, del Partido de la Revolución Mexicana, después, y del Partido Revolucionario Institucional, al final, como partido gobernante, dotó al Presidente de la República de facultades que muchos denominaron “metaconstitucionales”.

Con un Presidente priísta absoluto y omnipotente, el pueblo, en la práctica se sublevó en 1988, y con todas sus facultades constitucionales y “metaconstitucionales”, no pudo evitar lo inevitable: el rápido deterioro de la figura presidencial que alcanzó, hasta entonces su grado más alto con Salinas por el fraude electoral que cometió contra el candidato del Frente Democrático Nacional.

3.- El arribo de la derecha y ultraderecha a la Presidencia de la República, a través del empresario cristero y empleado de la compañía transnacional Coca Cola, Vicente Fox y con el también cristero, Felipe Calderón, rompió los equilibrios políticos que aún mantenía el PRI. Fox se empeñó en continuar, en el fondo y en la forma, con el ejercicio absoluto del poder presidencial, pero ya no pudo. Ante la imposibilidad de hacerlo se dedicó a trivializar el ejercicio de la presidencia de la República, pero fue mucho más allá de lo que pudo proponerse cualquier presidente prisita: colocó todo el peso del Ejecutivo Federal para reelegirse a través de su esposa y se le vino el mundo encima. Las intenciones dinásticas de Fox y la desmedida ambición de su consorte, metieron a la institución presidencial en la mayor de las crisis, que sólo se agravó con su descarada intervención a favor del candidato panista Felipe Calderón, y el uso y abuso de las instituciones como el IFE y el Tribunal Electoral para legalizar uno de los mayores fraudes electorales en la historia de México.

4.- Ilegítimo de origen por haber aceptado y utilizado dinero proveniente del exterior; ilegítimo por los pésimos resultados de su gobierno proempresarial; ilegítimo por sus propósitos dinásticos; ilegítimo por haber violado sistemáticamente la Constitución Nacional, sin legitimidad por haber utilizado el poder ejecutivo para imponer al candidato de su partido, Fox quebró la institución de la Presidencia de la República y también termina el sexenio con un enorme desprestigio personal, sin la más mínima autoridad política, si es que alguna vez la tuvo, asediado por las fuerzas que él convirtió en sus enemigas, sin el ánimo de hacer nada y con el afán de que los últimos días en Los Pinos pasen lo más rápido posible, para retirarse al rancho, lugar del que nunca debió separarse, aunque muchas voces sensatas empiezan a exigir que mejor sería enviarlo a algunos de los reclusorios que hay en el país para que responda penalmente por sus acciones u omisiones constitutivas de delitos.

5.- En estas circunstancias, la institución de la Presidencia de la República está urgida de cambios radicales: limitar drásticamente sus facultades, fortaleciendo las del poder legislativo, aunque éste también padece una crisis de legitimidad, pero es de las instituciones que se pueden rescatar. Debe desaparecer la impunidad en que desarrolla sus funciones el titular del ejecutivo federal, para que pueda ser juzgado y sancionado, durante su mandato y al término del mismo por las conductas delictivas en que incurra. Establecer el plebiscito para que los electores juzguen si debe o no continuar en su encargo. En otros términos, la salud de la República exige que se establezca la revocación del mandato presidencial en determinadas circunstancias, para mencionar solo algunas de las normas que deben regir, en el futuro, al presidente de la República.

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