miércoles, 12 de octubre de 2011

MEJORAR LA VIDA DEMOCRÁTICA

En los últimos sexenios se operaron cambios negativos en la vida político-electoral de México. La derecha fortaleció sus posiciones en el poder y pretende mantenerlo a través de la alternancia que, hasta hoy, se empezó a dar como producto de las concesiones otorgadas a su brazo electoral tradicional, el Partido (de) Acción Nacional, partido colaboracionista, firme aliado e incondicional cómplice de los gobiernos neoliberales del PRI en su momento.

La vieja exigencia del imperialismo yanqui para implantar el bipartidismo en nuestro país, experimentó avances peligrosos, tanto en la legislación como en la práctica, con grave perjuicio del régimen democrático que, lentamente, fue construyendo la Revolución Mexicana. Se hizo necesaria una tenaz lucha para rechazar esos intentos antidemocráticos

Con diversas reformas legales y constitucionales, con decisiones políticas al margen de la ley que violentaron la voluntad popular, se encaminó al país hacia un régimen marcadamente antidemocrático, con todas las consecuencias adversas para los intereses de la nación y del pueblo.

La burguesía, clase que ocupa casi todos los espacios de poder, ha estado tomando medidas para marginar a las fuerzas progresistas y democráticas, cualquiera que sea su origen, tratando de consolidar su dominio, excluyendo a las fuerzas políticas que le son adversas; sobre todo ha tratado de aniquilar la organización política y sindical de la clase obrera.

En los últimos años, los aspectos fundamentales de la economía, de la vida social y del sistema político nacional se decidieron, en abierto contubernio, por el sector derechista del Partido Revolucionario Institucional y el Partido (de) Acción Nacional, como lo reconocieron en su momento destacados dirigentes del PRI que perdieron la batalla por regresar al nacionalismo revolucionario.

Cuando la burguesía consideró llegado el momento se empezó a hablar de una reforma política definitiva, que desde luego no puede ser tal, porque la realidad va cambiando permanentemente y porque sería suicida continuar por el camino marcado por los tecnócratas.

Una vez que la corriente derechista, reaccionaria y antidemocrática logró avances sustanciales, buscó quedarse con todo el pastel y por eso habló de consolidar los cambios negativos, para arribar a la más amplia alternancia, desde luego refiriéndose sólo a la derecha, porque la auténtica alternancia, la que requiere el pueblo, sólo se dará cuando partidos representativos de distintas clases sociales asuman el poder, y no solamente cuando los miembros de la burguesía se alternen en el mismo.

Lo urgente es encaminar el desarrollo político del país por cauces realmente democráticos, restableciendo el esfuerzo para mejorar el sistema político en general.

El impulso que se le ha dado a la llamada “sociedad civil”, otorgando presencia, en los órganos electorales a individuos, como los consejeros ciudadanos, supuestamente imparciales, en detrimento de los partidos políticos, se utilizó para quebrar a los partidos como representantes de intereses clasistas.

Se debe abandonar, también, el impulso que Salinas dio al clero y que provocó una intervención abierta y descarada de los ministros de culto en las cuestiones políticas, situación que benefició a la derecha. En este sentido se requiere reformar el artículo 130 constitucional para que el clero regrese a las sacristías.

Pero la reforma político-electoral, no debe quedarse en el ámbito exclusivamente electoral. Es urgente, sin pretender revisar toda la estructura del poder público, limitar las excesivas facultades que tiene el Presidente de la República, fortalecer las del Poder Legislativo y establecer las bases del auténtico Municipio Libre, consolidando el régimen federal. Todo esto como medio para arribar posteriormente a la integración de un gobierno de corte popular, al servicio incondicional del pueblo.

Es decir, el neoliberalismo, en materia política, tiene que abandonarse necesariamente.

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