miércoles, 26 de octubre de 2011

HACIA EL 2012: SUPERAR LA CRISIS CON UN PROGRAMA POPULAR

Todos los sectores sociales han resentido, de una u otra manera, la profundidad de la crisis mundial que, en nuestro país alcanza manifestaciones más agudas y que abarca a las propias instituciones políticas, la seguridad pública y el precario nivel de vida de muchos millones de mexicanos.

Mientras en varios países de los cinco continentes, tanto gobernantes como académicos y científicos se afanan en encontrar un modelo de desarrollo distinto al que condujo a la severa crisis del capitalismo, aquí el gobierno panista de Calderón, con terquedad, insiste en seguir por el criminal camino del neoliberalismo, repitiendo los argumentos de sus mentores de Washington, empeñado en preservar a toda costa al decrepito sistema que hace agua por todas partes. Por ello Calderón, con actitud de colonizado, implora que se mantengan las salvajes leyes de la economía de mercado, y que se desechen medidas proteccionistas que se reclaman en estos momentos ante la magnitud de la crisis.

Aparenta desconocer que los países poderosos fueron los que impusieron la apertura económica y comercial, la libre circulación de capitales para saquear a países como el nuestro, y que los poderosos no solo acrecentaron sus medidas proteccionistas, sino que establecieron muros legales y materiales infranqueables para que las enormes corrientes migratorias, a nivel mundial, no les provoquen problemas.

Protección de los grandes y desprotección de los débiles para explotar hasta lo último a pueblos enteros, eso ha significado el modelo neoliberal que defiende Calderón.

En medio de una crisis energética mundial, que coloca a los Estados Unidos de Norteamérica alejado del lugar privilegiado que mantuvo por muchos años, y cuando en México necesitamos conservar la riqueza petrolera para garantizar el desarrollo económico nacional, los reaccionarios panistas mantienen la decisión de entregarla a las compañías petroleras, a través de mecanismos violatorios de la Constitución General de la República, para que hagan grandes negocios a costa del patrimonio nacional y se impida el colapso de los grandes países capitalistas, particularmente de los EE.UU, así se cause daño a México.

Frente a la crisis, ha quedado claro que México necesita un gobierno con sentido nacional y con orientación popular. Los intereses de la Nación están sobre cualquier persona o grupo que detente el poder, sobre todo cuando se ha demostrado que el actual gobierno ha sido incapaz para gobernar, por su inexperiencia, pero sobre todo por su carácter reaccionario y retardatario.

Frente a la elección de 2012 los partidos colocados en el campo democrático tienen la obligación política de conformar un frente amplio, con un programa que reivindique el desarrollo independiente, soberano y justo de México. No se requiere que esos partidos pierdan su identidad, sino que aplacen sus diferencias y privilegien sus coincidencias económicas, sociales y políticas para sacar a México de la crisis en que la derecha lo ha metido.

El PAN no tiene, nunca ha tenido a lo largo de sus 70 años, la autoridad política que se requiere para darle a la Nación el rumbo que necesita en estos momentos. El pueblo lo sabe y lo ha visto en los últimos ocho años.

Hay que ir a las raíces de nuestra historia, a los momentos decisivos en que la mayoría de los mexicanos se han unido en torno a objetivos comunes, como ocurrió en el movimiento de Independencia, en la Reforma, en la Revolución de 1910, en la Expropiación Petrolera, en la consumación de la nacionalización eléctrica y otros momentos estelares del pueblo mexicano.

Restablecer las instituciones y la austeridad republicanas, afianzar los pilares de nuestra independencia y de la soberanía nacional, restablecer el régimen de derecho, castigar con severidad la corrupción pública y privada, establecer un federalismo que fortalezca a las entidades y a los municipios del país, garantizar la seguridad pública, reconstruir el tejido social dañado, establecer la seguridad social universal, garantizar empleo bien remunerado a los mexicanos, privilegiar una educación de calidad con sentido democrático, atender de manera especial las necesidades de los jóvenes, los niños, las personas adultas o con alguna discapacidad, etc. son algunas de las demandas que los partidos distintos al PAN deben incorporar a un programa común con clara orientación popular.

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