domingo, 16 de octubre de 2011

EL FRAUDE DE LA DERECHA EN 2006

Escribo estas reflexiones el jueves 6 de julio por la tarde, cuando el IFE ha recibido el 100% de los cómputos distritales sobre la elección presidencial y se anuncia, por parte de Manuel Andrés López Obrador, que impugnará esos resultados.

1.- Es evidente que en la elección de 2 de julio, particularmente la que se refiere al Presidente de la República, estamos ante un fraude de dimensiones aún no cuantificadas. Los mexicanos nos enfrentamos a una elección de Estado en las condiciones del México de nuestros días y con un gobierno de derecha que no reparó en recursos y triquiñuelas para apoyar a su candidato.

2.- El manejo que hizo la derecha en todo el proceso electoral pone de manifiesto que no hay nada en su conducta que se acerque siquiera a la democracia. Al contrario, si existe una fuerza que, por su origen, su estructura y sus fines es antidemocrática, esa es la derecha. Ese sucio manejo, que va hasta el intento de imponer a su candidato presidencial coloca en grave riesgo la estabilidad social en México.

3.- El IFE, que se supone debe tener una probada imparcialidad, se prestó al juego sucio de la derecha. La manipulación que hizo del PREP, donde se deja ver la mano del “cuñado incómodo” de Calderón y el mismo manejo de los cómputos distritales, al apoyar a la derecha para que no se abrieran ni contaran los votos, lo deja muy mal parado frente al pueblo mexicano. Estamos ante un hecho irreparable que daña profundamente el intento de construir un régimen democrático electoral.

4.- La sensación y, en gran parte la seguridad de la inmensa mayoría de los mexicanos, en el sentido de que se pretende consumar un fraude en la elección presidencial, no se puede quitar ni borrar con discursos melosos como los que ha adoptado Felipe Calderón después de la elección, ni con la insistencia de calificar la elección como legal y limpia. Todo mundo lo dice: el fraude está en muchos de los paquetes que contienen los votos emitidos el 2 de julio. Algo parecido a lo que ocurrió en 1988.

5.- El ingrato e indecoroso papel que Fox encomendó a Campa y a la Gordillo, se ha manifestado de manera tan burda, que ya resulta innecesario referirse a este vergonzoso hecho de la política nacional.

6.- La elección manipulada por la derecha ha provocado una severa crisis en el Partido Revolucionario Institucional y lo ha colocado en una disyuntiva: o recobra su carácter de partido nacionalista en las condiciones modernas del México de nuestros días, o se entrega en brazos del neoliberalismo panista. No hay términos medios ni la posibilidad de nadar a medias aguas. Los priistas empanizados, incluyendo a algunos gobernadores, terminarán sus días en las filas reaccionarias del PAN.

7.- En las actuales circunstancias el PRI no tiene interés político ni jurídico en la elección presidencial por haber ocupado un lejano tercer lugar en la votación. Es cierto que este hecho lo coloca en una posición políticamente estratégica, pero no para levantarle a Calderón el brazo sucio, manchado por el fraude electoral.

8.- Andrés Manuel López Obrador tiene y conserva toda la autoridad moral y política para rechazar los resultados electorales gratos a la derecha y realizar la impugnación ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, pero lo más importante: tiene el legítimo derecho de convocar al pueblo a defenderse del fraude de la derecha, y para ello cuenta con el más amplio respaldo popular.

9.- Si la derecha se empeña en imponer a Felipe Calderón como presidente, cargará con la responsabilidad de haber destruido el incipiente régimen electoral que, con mucho esfuerzo, se ha dado México, pero sobre todo será la responsable de llevar a los mexicanos a un enfrentamiento que sabemos cuándo inicia, pero no cuando termina.

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