domingo, 16 de octubre de 2011

LA REVOLUCIÓN SILENCIOSA EN AMÉRICA LATINA

Los pueblos de América Latina tienen un pasado común que los identifica plenamente como hermanos, aspecto que los une más porque han tenido los mismos enemigos que impiden su desarrollo pleno. Sufrieron un largo período de explotación colonial y sus luchas por la independencia se dieron casi al mismo tiempo. Gran parte de su inestabilidad política y de su atraso económico se deben a la injerencia abierta del imperialismo yanqui.

Ha sido un lugar del cual los capitalistas, principalmente los norteamericanos, han sacado recursos hasta decir basta y todos los intentos por liberarse de la explotación se han topado con la ambición yanqui. Por eso no le perdonan a Cuba que haya iniciado el camino para que América Latina obtenga su segunda y definitiva independencia, y eso explica también los innumerables golpes de Estado que, inducidos por los gobiernos norteamericanos, sumieron a gran parte de Latinoamérica en la anarquía política.

Cuando los golpes de Estado generaron la crítica fuerte a nivel internacional, los dueños del imperio concibieron el arribo de gobiernos militares en la mayor parte de los países latinoamericanos, cancelando así las libertades y provocando el surgimiento de fenómenos sociales muy graves. Y cuando esta maniobra entró en una profunda crisis, los yanquis colocaron en el poder a empresarios que aplicaron de manera rígida el neoliberalismo, y en otros países, como en México, promovieron el arribo al poder de la corriente neoliberal, representada por jóvenes que habían sido preparados en centros de educación superior norteamericana.

Esto último sólo duró alrededor de dos décadas porque a partir del siglo XXI y en todo lo que va del mismo se ha dado una auténtica rebelión de los pueblos latinoamericanos, que ya no soportan el modelo neoliberal que ha disparado la pobreza, el crimen organizado, la inseguridad, el robo descarado del patrimonio nacional a niveles tan altos que han generado el rechazo popular mayoritario.

En medio del predominio absoluto del neoliberalismo, sólo Cuba se mantuvo, casi sola frente a la agresividad imperialista, pero siempre con la simpatía de nuestros pueblos que vieron en Fidel Castro a un luchador que encabezó, con firmeza, la defensa de la independencia cubana y la decisión de construir un régimen social justo.

El título de este artículo indica lo que realmente ha ocurrido en América Latina en los últimos años, y como lo han señalado diversos luchadores latinoamericanos, nuestros pueblos están pasando de la resistencia a la ofensiva. La revolución silenciosa latinoamericana se ha ido perfilando desde hace varias décadas, pero en los primeros años del siglo XXI se está consolidando.

Los pueblos de América Latina en los hechos están recuperando su independencia política y el ejercicio pleno de su soberanía; están rescatando los recursos naturales que el neoliberalismo les arrebató a pretexto del libre mercado; están aplicando medidas a favor de los sectores más pobres; están restableciendo la protección social que el neoliberalismo desmanteló y están rescatando las manifestaciones culturales que le dan una gran diversidad y riqueza a Latinoamérica, entre otras, de las conquistas más importantes en un periodo relativamente breve.

Como gobiernos, los latinoamericanos, fundamentalmente los del sur, han decidido caminar con firmeza hacia la integración, ya no sólo de palabra sino en los hechos concretos, como ocurre con el gas venezolano y los gasoductos que se están construyendo hacia otros países de América Latina; la lucha frontal contra el analfabetismo con la brillante participación de los maestros cubanos y la aplicación de métodos pedagógicos que han mostrado, en la práctica, magníficos resultados. Ya se habla en varios países de la constitución de un Estado Social, es decir, un Estado que debe intervenir en la economía, que debe recupere el patrimonio nacional y todas las funciones económicas y sociales para impulsar el bienestar de las grandes masas, porque el libre mercado convirtió a Latinoamérica, como al resto del mundo, en una verdadera zona de desastre.

En la práctica ese es el camino en que se han colocado países y gobiernos como los de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador, Nicaragua, Panamá, Uruguay, Venezuela y hasta Haití, Perú y Costa Rica en menor grado. En este entorno Cuba reafirma su condición de país socialista.

De estas grandes transformaciones, como se puede apreciar, México no solamente está ausente sino que se ha declarado en contra. Calderón ha manifestado su firme decisión de convertirse en esquirol de América Latina, defendiendo los intereses del imperio.

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