jueves, 27 de septiembre de 2018

RESCATAR A MÉXICO CON MEDIDAS INMEDIATAS



Al escribir este artículo, me atengo a lo que dijo el profundo y creativo pensador marxista Antonio Gramsci -cuya Antología, publicada en México por la editorial Siglo XXI, tengo a la vista en este momento- al afirmar que en política el mejor método pedagógico es la repetición.

De ahí que  insista en algunas de las propuestas más urgentes que debe aplicar el nuevo gobierno mexicano, emanado de las elecciones del 1 de julio del año en curso:

1.- Por salud de la República es urgente restablecer el mandato del artículo 27 constitucional en materia de petróleo y electricidad, cancelando los contratos otorgados a intereses privados.

La Constitución establecerá como obligación del Estado la nacionalización de la Banca y el Crédito, los ferrocarriles de carga y pasajeros, la industria minera y siderúrgica.

Declarar nulos de pleno derecho los contratos otorgados  a particulares,  empresas petroleras, de la electricidad y mineras en violación de las disposiciones constitucionales que prohíben la entrega del patrimonio nacional.

 Hay que restablecer la soberanía plena en materia energética.

2.- Las fuerzas democráticas tienen también la tarea impostergable de luchar para derogar la contrarreforma laboral, aprobada por los neoliberales panistas,  priistas, perredistas y otros cómplices, que es violatoria del artículo 123 de la Carta Magna y de instrumentos internacionales en materia laboral.

3.- Además, debe rescatarse la seguridad social de manos de los mercaderes inescrupulosos y restablecer el sentido solidario con que se concibió, prohibiendo las afores. La privatización de la seguridad social es un crimen de lesa patria.

4.- En política exterior urge restablecer los principios históricos que señala el artículo 89 de la Constitución nacional, abandonando los sueños de gran potencia que ocultan la pobreza, la miseria y la pérdida de soberanía generadas por 36 años de neoliberalismo.

5.- Por un sentido elemental de dignidad nacional, el gobierno federal tiene la obligación de expulsar del país a las policías yanquis que se encuentran en el territorio nacional, en violación flagrante de la soberanía nacional, investigar y castigar la felonía de los funcionarios traidores que han permitido la injerencia yanqui en cuestiones que sólo competen a los mexicanos.

6.- En materia de crimen organizado y la brutal inseguridad que sufre el pueblo, hay que impedir -por dignidad y vigencia plena de nuestra soberanía como nación- que los yanquis sigan metiendo las manos, en una abierta actitud intervencionista, consentida y auspiciada por los neoliberales, cuando es una facultad exclusiva de los mexicanos decidir como combatir ese fenómeno social.

7.- En cumplimiento de sus obligaciones constitucionales, -si el gobierno ajusta sus actos a los mandatos de la Constitución nacional- debe retirar al ejército y a la Marina de las funciones policíacas que, de manera anticonstitucional, les otorgaron  los gobiernos neoliberales, lo que provocó que se hayan invadido facultades que la Constitución confiere a otros órganos del Estado.

8.- Revisar, a fondo, las privatizaciones que hicieron los neoliberales y fincar, en su caso, las responsabilidades administrativas, civiles y penales en que hayan incurrido, porque esas privatizaciones fueron un despojo descarado del patrimonio nacional.

9.- De elemental justicia social es atender la vida de los campesinos mexicanos, abandonados por los neoliberales a su suerte y a sus recursos, y no se diga a los ejidatarios obligados por los tecnócratas a malbaratar sus parcelas para sobrevivir, sin ninguna posibilidad de tener acceso al crédito porque el sistema bancario, entregado por los tecnócratas a los intereses extranjeros, se los niega.

10.- El Senado, como lo han comprobado los mexicanos a través de la historia, no ha tenido gran relevancia. En primer lugar la Cámara de Senadores no participó en la redacción de ninguna de las tres grandes constituciones que han regido la vida de México: la de 1824, la de 1857 y la de 1917, bien porque todavía no existía, como ocurrió con la Constitución de 1824, bien porque esa Cámara había desaparecido o bien porque una revolución triunfante convocaba a un Congreso Constituyente a formar otra Constitución, como sucedió con la Revolución de Ayutla, a mediados del siglo XIX, o con la Revolución Mexicana que creó la Constitución de 1917.

11.- Urge legislar a nivel constitucional para establecer, con amplitud, las causas por las que un presidente de la República puede ser removido del cargo, y las sanciones que se deben aplicar cuando viole la Constitución o las leyes, durante su mandato y después de él.

Debe incorporarse en el texto constitucional el principio según el cual los delitos o daños cometidos contra la Nación por el Presidente de la República, no prescriben, para que sean castigados y reparados en cualquier momento.

Para mayor claridad y precisión: los delitos cometidos por los funcionarios públicos contra los intereses de la nación y del pueblo, en todos los niveles de gobierno (ejecutivo, legislativo, judicial y municipal) serán exigibles en todo momento y no prescribirán.

La democracia representativa, reflejada en todos los puestos de elección popular, debe ser consecuente hasta el final. Es decir, la doctrina de la representación, como está ahora, es incompleta, porque el mandante, que es el pueblo, no puede casi bajo ninguna circunstancia, destituir al mandatario, pues se le ha negado sistemáticamente el derecho de revocar el mandato.

12.- Llegó el momento de establecer, a nivel constitucional, como requisito para aspirar a un cargo de representación popular el haber prestado servicios reconocidos a la Nación, al Estado o al Municipio, según la elección de que se trate, porque ahora quedan abiertas las puertas para que cualquier rufián o acaudalado, aspire a esos cargos, con los consiguientes riesgos para el pueblo.

En las condiciones actuales y, también,  por salud de la República, no es posible que las autoridades electas, teóricamente por voluntad popular, se mantengan cuando han demostrado ineficiencia, incapacidad o han caído en la corrupción y la impunidad.

14.- En un sentido más amplio, y de manera urgente, hay que transitar de la democracia representativa que ha perdido su esencia, a una democracia participativa, donde el pueblo se convierta en la verdadera fuente de poder, porque como están las cosas ahora ha dejado de serlo, y sus representantes usan y abusan del poder sin control alguno.

15.- Tanto los que se oponían a la nacionalización de la Banca como los que, una vez nacionalizada, lucharon por su reprivatización, son los responsables de que la banca se haya extranjerizado casi totalmente y del desastre financiero que ocasionó, porque se pudo demostrar con números y cifras el inmenso negocio que los particulares realizaron  y realizan con los dineros del pueblo; su utilización para acciones de usura, para no canalizar los recursos a la producción industrial y agropecuaria, sino dedicarlos a la especulación y, de paso, convertir a la Banca extranjera en el canal para saquear al país por mexicanos acaudalados y extranjeros.

 La realidad y los intereses de la Nación vuelven a plantear la necesidad de nacionalizar la Banca y el crédito, que ya en estos momentos se encuentra fuera del control del Estado mexicano, muy a pesar de que a los neoliberales les cauce verdadero pavor el termino nacionalización.

16.- El municipio libre no puede continuar como simple prestador de servicios públicos, con el peligro real de que sea despojado hasta de esta función por el hambre insaciable de la privatización, promovida por los neoliberales y sus amanuenses.

Es necesario que participe directamente en el desarrollo económico, creando empresas que le permitan obtener recursos para dar satisfacción cabal a las necesidades colectivas en distintos ámbitos, lo cual significa que los ayuntamientos como órganos de gobierno de los municipios se conviertan en promotores del desarrollo económico y del bienestar social.

Que tengan una intervención directa en el desarrollo social, particularmente en materia de educación, salud, alimentación, vivienda, recreación, atención a los jóvenes, a los niños, a las personas con capacidades diferentes y adultos mayores.

 En materia de educación serán los responsables directos de abatir el analfabetismo, que es una lacra social y una vergüenza para el México del siglo XXI.

Pero además, el municipio libre debe rescatar su papel de célula de la democracia del que ha sido despojado, tanto en su organización como en su funcionamiento.

 En su organización, porque debiendo tener los tres poderes, el ejecutivo, el legislativo y el judicial, ha sido privado de éste último, y el legislativo ha sido deformado de tal manera que el cabildo se encuentra colocado bajo el dominio del presidente municipal.

El ayuntamiento no es un órgano de gobierno unipersonal; es un órgano colectivo. Su composición es colegiada, y colegiado debe ser su funcionamiento, y colectivos sus acuerdos y resoluciones. El presidente municipal es parte de ese cuerpo, debe convertirse en ejecutor de los acuerdos del Cabildo. Nada más.

17.- Para fortalecer la salud de la población, los Ayuntamientos deberán asumir y difundir una nueva cultura en la materia. Establecerán la práctica de la medicina preventiva, creando los mecanismos necesarios para lograrlo. Aplicarán las medidas adecuadas para canalizar los recursos materiales a fin de que  los ayuntamientos pongan a funcionar la figura del médico de colonia o barrio, así como la de la enfermera familiar y el establecimiento de consultorios municipales, con facultades para prescribir recetas nutricionales y que estén muy cercanos a la gente para atender, en una primera instancia, la salud de sus habitantes.

18.- Hoy por hoy la garantía de la independencia nacional pasa, necesariamente, por la investigación científica y la incorporación al dominio de la revolución tecnológica y científica, en lo que se denomina la era del conocimiento. Canalizar un mayor porcentaje del PIB a la ciencia, la investigación y el desarrollo tecnológico, es vital.

La soberanía científica y tecnológica debe convertirse en un pilar del México del siglo XXI.

19.- Modificar la fracción II del artículo 35 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para establecer “el derecho inalienable de los mexicanos de participar en la dirección de los asuntos públicos, entre otras figuras a través del plebiscito, el referéndum, la iniciativa popular, la contraloría social”.

20.- Insisto: la Constitución de la República debe consagrar, de manera expresa, como derecho de los mexicanos, la prohibición de privatizar el patrimonio nacional, el de los Estados y Municipios, así como la prohibición de privatizar los servicios de salud, de educación, la seguridad social, las empresas que formen parte o se incorporen al patrimonio público, los aeropuertos, los puertos marítimos, el suelo y subsuelo, las reservas ecológicas, el petróleo y sus derivados, la minería,  la electricidad y las empresas que por mandato constitucional hoy tienen el encargo de manejar esos renglones básicos de la economía nacional, como PEMEX y la CFE.

También estará prohibido privatizar las carreteras y el ejido, restableciéndolo como propiedad de la nación entregada en usufructo a los ejidatarios, los sistemas de riego, el agua, la propiedad y los demás bienes federales y estatales.

Privatizar un bien público será causa inapelable para revocar el mandato de los funcionarios, separarlos de cualquier función pública y obligarlos a reparar los daños provocados, además de las sanciones penales que correspondan.

 Como se aprecia por lo expuesto, no se trata de un programa, sino de acciones urgentes e inmediatas que las fuerzas democráticas deben impulsar.

Además, con medidas así, se sientan bases sólidas para combatir la corrupción que es congénita al sistema capitalista de producción, vigente en México.