En 1982 un grupo de
facinerosos antipatriotas asaltó el poder, y durante 36 años aplicó una
política de corte antipopular y antinacional.
- En sentido estricto desnacionalizaron el
Estado mexicano, lo pusieron al servicio de los económicamente poderosos, de
dentro y de fuera, sin ninguna consideración. Su voracidad no tuvo límites y
cayeron en la corrupción de manera abierta y ofensiva para el pueblo;
cancelaron las manifestaciones elementales de la democracia y se sostuvieron en
el poder mediante fraudes descarados y asesinatos; desvirtuaron las
instituciones políticas que México se dio a lo largo de 172 años (desde que
inicio la lucha por la independencia nacional); y condujeron a una composición dominante del
poder legislativo de élites, ajenas a la representación popular. Convirtieron
al poder judicial en tapadera de sus despropósitos.
Desmontaron gran parte del
Estado surgido de la Revolución mexicana. Limitaron gravemente las garantías
sociales y las garantías individuales de los mexicanos, todo por cumplir con
las exigencias imperialistas de ajustarse a las sacrosantas leyes del mercado.
Hoy el Estado mexicano es solo un cascarón, propio para
alcanzar sus propósitos antipopulares y antinacionales, pero ajeno a los intereses
de la patria mexicana.
- Insisto. A pretexto de
la globalización, los gobiernos neoliberales se entregaron en brazos del poder
económico foráneo y doméstico, al que sirvieron incondicionalmente, al que otorgó todas las
protecciones habidas y por haber, lesionando los intereses de la nación y
empobreciendo, en niveles nunca vistos, al pueblo.
Después de 36 años de
dictadura neoliberal México es uno de los países con los más elevados índices
de desigualdad social, donde la mayoría de su población vive en la pobreza, y
un breve número, que no sobrepasa el 1% tiene en sus manos fortunas
incalculables, logradas precisamente en dicho periodo.
Mediante el remate del patrimonio de los
mexicanos, los gobiernos neoliberales del PRI y del PAN, entregaron empresas
fundamentales (propiedad de la nación) a intereses privados: desnacionalizaron
la banca y el crédito hoy, casi en su totalidad, en manos extranjeras; desnacionalizaron
la siderurgia; entregaron la industria minera a intereses privados, sin ningún
límite; con el TLC colocaron la economía mexicana como el cabús del
imperialismo yanqui quebrando, así, la industria nacional y abatiendo la
suficiencia alimentaria. A los campesinos mexicanos los quebraron y hundieron
en la improductividad, la pobreza y la miseria.
Obligaron a millones de
mexicanos a abandonar su tierra y a su familia para ir a buscar sustento fuera
del país, en condiciones adversas y peligrosas. Miles de ellos murieron en el
intento, sin que el mal gobierno dijera o hiciera nada.
El breve grupo de
desnacionalizados y antipatriotas neoliberales entregaron los ferrocarriles,
propiedad de la nación, principalmente a empresas extranjeras; privatizaron
gran parte de la industria eléctrica; abrieron, de par en par, las puertas al
capital extranjero que ni en sueños llegó a tener la dictadura porfirista.
Saquearon de manera
inusitada los recursos públicos, a través de sueldos desorbitados y ofensivos,
Utilizaron el poder para labrar fortunas al margen de la ley, en acciones
delictivas que hasta la fecha permanecen impunes.
De ser un país petrolero,
autosuficiente, convirtieron a México en un país importador de energéticos.
Gran parte del jugoso negocio de esa importación está en manos de ex
funcionarios públicos, beneficiarios, también de la desnacionalización del
petróleo impuesta por el gobierno de Peña Nieto, su partido, el PAN y el PRD,
principalmente.
Avanzaron peligrosamente
en la privatización de la educación y de la seguridad social; cancelaron
derechos fundamentales de los trabajadores que ya se contemplaban en las leyes
mexicanas.
- Toda esa política
violenta y rapaz condujo a la profundización de la dependencia económica de
México, dependencia que nos tiene postrados y a merced del poder económico
mundial.
Antonio López de Santa
anna y Porfirio Díaz resultan una caricatura frente a los soberbios, corruptos
y ostentosos neoliberales priistas y panistas que, finalmente arrastraron y
sometieron a varios dirigentes perredistas, igual de corruptos que ellos.
Los sucesivos gobiernos del
PRI y del PAN se plegaron a los intereses del gobierno yanqui en política
exterior y en la seguridad pública. Aislaron a México del resto de América
Latina, lo sumieron en la humillación y el desprestigio frente al mundo entero.
La supuesta lucha contra
el narcotráfico y el crimen organizado, fue impuesta por los yanquis, y ellos
la aplicaron al pie de la letra durante los 36 años de dictadura neoliberal. En este periodo el número de muertos supera,
en mucho, el cuarto de millón. Un costo elevadísimo para nuestro pueblo del que
deben responder los criminales que, desde el poder, permitieron esa masacre.
Se ha dicho con toda razón
que los neoliberales son el padre y la madre de la violencia y la inseguridad
pública que nos mantiene a los mexicanos como rehenes en nuestra propia patria.
Como nunca, en tiempos del
neoliberalismo, se agredió la conciencia nacionalista de todo un pueblo,
conciencia que se fue forjando desde antes que se iniciara la lucha por la
independencia y que se consolidó en el tiempo que corre desde entonces hasta
nuestros días.
Toda su política fue una
política de lesa Patria.
Pero desnacionalizar la
economía y la política mexicanas, no les alcanzó a los neoliberales para
desnacionalizar la conciencia del pueblo.
Por eso, contra todo lo
que hicieron en 36 años esos malos gobiernos, y que en parte se menciona en
este artículo (pero que no agota las medidas aplicadas en más de tres décadas y
que provocaron el desastre nacional) se levantó el pueblo mexicano el 1 de
julio pasado.
Los desnacionalizados y
desnacionalizadores, que gobernaron por un periodo casi igual al de la dictadura
porfirista, fueron barridos por el pueblo en una jornada electoral, sin
utilizar las armas.
La dictadura porfirista,
que duró 33 años, fue derrotada en sólo seis meses, pero se llevó años destruir la estructura colonial, feudal y
semiesclavista impuesta, a sangre y fuego en ese periodo.
Para los mexicanos, ahora
viene algo más difícil que una campaña electoral y que una jornada para
sufragar.
Y el pueblo lo expresó
masivamente, de manera clara e inequívoca: destruir el modelo neoliberal y
establecer un sistema donde prevalezca plenamente la justicia social.
El 1 de julio inicia un periodo,
por expreso mandato popular, en el que
el nuevo gobierno debe iniciar inmediatamente la destrucción del
neoliberalismo, desmotando todo esa política criminal que ha postrado al pueblo
mexicano, aplicando una política en sentido contrario y ajeno a la que se
aplicó por más de tres décadas y media.
El gobierno de Andrés
Manuel López Obrador debe sentar las bases para una verdadera transformación,
que fortalezca la independencia de México, consolide la soberanía nacional,
establezca como principio esencial la justicia social, para hacer de México una
patria generosa para todos sus hijos.
Si es así, habrá cumplido
su misión histórica.