miércoles, 5 de octubre de 2011

HACIA EL 2012: MANTENER LA SOBERANIA SOBRE LOS RECURSOS PETROLEROS

Los neoliberales, tanto los extranjeros como los del país, no quitan el dedo del renglón, y a toda costa buscan privatizar tanto los recursos del petróleo como la industria eléctrica que, en México, por disposición constitucional, son propiedad de la nación.

Particularmente el gobierno de Calderón, a pesar de que declarativamente se pronuncia contra esa privatización, en los hechos sigue trabajando febrilmente, para entregar los recursos del petróleo a las compañías petroleras del extranjero que, como aves de rapiña, vigilan el territorio nacional con el firme propósito de despojarnos de esa riqueza que la naturaleza nos dio y que el patriotismo rescató.

Ahora vuelven a repetir, verdaderas falacias cuando de privatizar una empresa se trata. Argumentan, si es que así se le puede llamar al conjunto de falsedades que invocan, que PEMEX está en quiebra, que no tiene capacidad económica para mantenerse como empresa estatal, y que urge, pero ya, la inversión privada para “rescatarlo” y hacerlo competitivo, pero ocultan que desde hace varios años -y en esto ha habido plena continuidad en los gobiernos neoliberales -se ha estado desangrando a la empresa y se ha abandonado la inversión productiva, para entregarla en bandeja de plata a los empresarios.

Exactamente el mismo procedimiento se siguió con la industria siderúrgica, con los teléfonos, con las líneas aéreas, a las que se privatizó, se rescataron, se sanearon, como se hizo con las carreteras, y se volvieron a privatizar, canalizando enormes recursos propiedad de la nación a favor de intereses privados.

Olvidan los tecnócratas neoliberales, y algunos de ellos ya no tan tecnócratas, sino verdaderos fundamentalistas del neoliberalismo, que el rescate del petróleo para los mexicanos en aquel histórico 18 de marzo de 1938, representó una de las medidas más audaces y de mayor contenido patriótico que gobierno alguno haya tomado, para hacer posible el desarrollo económico nacional y alcanzar en lo posible el bienestar del pueblo. PEMEX ha sido, a partir de entonces, el pilar fundamental de la economía mexicana, sin el cual no se explica ese largo período conocido como “El Milagro Mexicano” que abarcó tres sexenios, de López Mateos a la mayor parte del de Luís Echeverría.

Si los mexicanos resistimos los cambios bruscos de la economía internacional, pero sobre todo las crisis recurrentes de la economía norteamericana, fue gracias a PEMEX, que se convirtió en caja grande y caja chica del gobierno y el promotor indiscutible del crecimiento económico sostenido; crecimiento que empezó a caer con los gobiernos neoliberales y que bajó a niveles no conocidos en el gobierno del panista Vicente Fox que, además, malbarató irresponsablemente los recursos provenientes de los altos precios que el petróleo mantuvo durante todo su sexenio, recursos que hubieran sido suficientes para darle a PEMEX fortaleza y un vigoroso impulso hacia nuevos niveles de crecimiento.

Los gobiernos neoliberales convirtieron a PEMEX en la mayor reserva petrolera de los yanquis, sin que les importara antes ni les importe hoy establecer convenios comerciales que beneficien a los países de América Latina.

Los panistas, desde el sexenio de Fox, han convertido cada 18 de marzo en una fecha para insistir en los propósitos privatizadores, y niegan abiertamente la enorme contribución económica de PEMEX al país, y hacen todo lo que pueden para quebrantar a esa empresa estatal para que deje de ser uno de los pilares fundamentales de nuestra soberanía.

Hoy, después de 73 años de la expropiación y nacionalización del petróleo, existe una batalla del pueblo mexicano para mantener el petróleo como propiedad de la nación y a PEMEX como la empresa responsable de su aprovechamiento. Miles y millones de mexicanos han expresado su decisión de defender, a toda costa, a la industria petrolera de las garras privatizadoras del gobierno. El pueblo tiene todo el derecho de recurrir a distintas formas de lucha para impedir que se le despoje del petróleo y se regrese a una situación como la que prevalecía antes de 1938.

De esto deben estar plenamente conscientes los neoliberales, que desde el gobierno y fuera del él siguen con la cantaleta de la reforma estructural energética, que no es otra cosa que la privatización de esa riqueza nacional.

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