domingo, 16 de octubre de 2011

AMENAZA A MÉXICO LA DESIGUALDAD SOCIAL

Con toda razón el ex rector de la UNAM, Juan Ramón de la Fuente afirmó que México tiene “un grave problema de desigualdad. Sí, una desigualdad cada vez más acentuada. Desigualdad es el signo ominoso del país. Desigualdad –a mi juicio- es el problema número uno de la nación. Por el potencial explosivo que tiene. La desigualdad tiene un potencial para transformarse en un proceso explosivo”.

Esto es lo que no alcanzan a entender muchos de los gobernantes, que han usado y abusado del poder otorgando privilegios a los sectores más acaudalados que son, por otra parte, los que definen y deciden la política económica para su exclusivo beneficio.

Desde hace mucho tiempo escuchamos a esos gobernantes decir que vamos por buen camino, que el número de pobres ha disminuido, que somos, ya, la doceava economía mundial y que, en consecuencia, estamos con un pie en el primer mundo. Pero los hechos son tercos y se encargan de desmentir dichas afirmaciones.

Todos los datos económicos manejados, por propios y extraños, ya sean los que nos vienen de la ONU o sus organismos especializados, los proporcionados por la CEPAL y hasta los difundidos por el Banco Mundial –responsable en mucho de la pobreza que padecen miles de millones de personas en todo el orbe- se refieren a la tremenda desigualdad social que hay en el mundo del siglo XXI. Hoy es más grande la brecha que separa a los países ricos de los países pobres, subdesarrollados, sobreexplotados, pero es también más profunda la que separa a los sectores minoritarios de la gran mayoría de la población en cada uno de los países.

En un encuentro en España, se insistió en señalar que en América Latina el desigual reparto de la riqueza es peor que hace treinta años, y que con la aplicación de las políticas económicas impuestas por los organismos financieros internacionales no se ve ninguna salida favorable para las mayorías.

Por lo que se refiere a México, porcentajes más o porcentajes menos, la pobreza afecta a más de la mitad del total de la población, es decir entre 55 y 65 millones de personas. El 10% de la población más pobre tiene un ingreso del 1,3 % del ingreso nacional, mientras que el 10 % más rico participa en el ingreso nacional con el 40 %. Es más, las 38 familias más ricas de México tienen una riqueza que equivale al 14.4 % del Producto Interno Bruto del país, y la fortuna de Carlos Slim -de quien se dice que es el hombre más rico del mundo- equivale al 9 % del PIB de México. Esto no solamente es inequitativo sino vergonzoso.

Si ponemos una poca de atención en el aspecto hacendario nacional y, de manera particular, en el que se refiere a la política fiscal que prevalece en el país, así como los argumentos que invocan cada que realizan modificaciones en la materia, siempre sostienen que esos cambios y adecuaciones se hacen para distribuir equitativamente la carga fiscal entre la población. Hoy sostienen el mismo argumento, a pesar de que una simple lectura de las reformas que pretende Calderón, desde el punto de vista hacendario, indican que tiene un propósito eminentemente recaudatorio en perjuicio de los sectores populares, manteniendo intocables los privilegios fiscales de la minoría pudiente.

A la mayoría del pueblo se le afecta por la vía recaudatoria, beneficiando a los pocos. Eso esta probado y comprobado. Y se le afecta por la vía del gasto público porque se privilegia a los de más altos ingresos. Se hacen verdaderas maromas fiscales para regresarles lo que entregan al fisco, si es que lo entregan, y se ponen en práctica medidas, algunas de ellas constitutivas de ilícitos, para canalizarles los recursos públicos. Tal es el caso del Fobaproa, los rescates bancarios, los rescates carreteros y otros similares en donde propiamente se despoja a la nación de sus recursos y patrimonio para beneficio de unos cuantos. En pocas palabras: carga fiscal pesada para el pueblo y ligerísima para la minoría; privatización de la riqueza social y despojo del patrimonio nacional.

Por eso resulta una mentira que en México se haya reducido la pobreza. Por más que pretendan los gobernantes y lo beneficiarios de su política, no pueden probar que la pobreza se haya reducido, pues de la realidad se desprende, y las cifras así lo confirman, que la desigualdad social es cada vez más profunda.

Reducir la desigualdad social, para repetir las palabras del ex rector de la UNAM, es por hoy el reto principal en México si queremos sobrevivir como una nación justa, soberana e independiente.

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