viernes, 24 de febrero de 2012

EL GOBIERNO DE CALDERÓN, UN DESASTRE.

En este blog se encuentran varios artículos sobre Felipe Calderón:

1) La catástrofe provocada por la derecha en México, 2) En puerta estallidos sociales, 3)Traición de la Patria en México, 4)El PAN está desintegrando a la nación mexicana, 5) Calderón viola la Constitución, 6) El pueblo mexicano defiende a Pemex, 7) Dramática desigualdad social en México, 8) Se rompió el orden constitucional, 9) Calderón gobierna con rencor histórico, 10) Ni Salinas ni Calderón ganaron la elección, 11) La “ayuda” yanqui un peligro para México, 12) Calderón de mandatario a mandadero, 13) ¡Alto a la privatización de Pemex!, 14) La tragedia de la muerte y los excesos del poder, 15) Los funerales de la complicidad, 16) El pobre presidente Calderón, 17) La responsabilidad moral y política de la tragedia de Hermosillo, 18) Calderón debe irse, 19) El secuestro de la República, 20) ¡Ya basta!, 21) Debe terminar la dictadura neoliberal, 22) El fraude de la derecha en 2006, 23) En América Latina Calderón representa el pasado, 24) Crisis de la institución presidencial, 25) Calderón enemigo de la Universidad Pública, 26) La política exterior de México en zona de desastre, 27) Y Calderón gritó: ¡Viva Iturbide!, 28) Los riesgos que representa Calderón, 29) El golpe de Estado, 30) El PAN se aferra al presidencialismo, 31) Su majestad “Felipe I”, 32) Calderón “Cachorrito” del imperio, 33) En peligro el Estado laico, 34) La “Banda Timbiriche” incorpora a un gachupín a gobernación, 35) La respuesta retardataria del PAN en educación, 36) Josefina Vázquez Mota candidata del imperio yanqui.

A través de estos artículos se describe a un personaje con evidentes alteraciones de personalidad; de lo más atrasado políticamente que hay en México, pues su origen cristero lo ubica como enemigo de las conquistas populares; proyanqui convencido, por origen y filosofía, con claras limitaciones en su formación cultural, y un enorme rencor histórico; enemigo de la Universidad Pública de la que fue rechazado y, desde el punto de vista religioso, un fanático irredento, “mocho” como decimos en México y, por tanto, enemigo del Estado laico y de la educación científica.

La pretendida autobiografía, que se publicó en 2006, con una denominación de supuesto corrido mexicano, da pena ajena. No hay en ella nada rescatable, ni personal ni políticamente.

Calderón es un mal mexicano por donde se le vea, y como gobernante un absoluto fracaso, perjudicando intencionalmente los intereses de la nación mexicana y del pueblo.

Lo que se dice, por ejemplo, en el reciente libro de Julio Scherer García confirma que en la más alta responsabilidad política de México ha estado un individuo nefasto.
Los personajes que entrevistó Julio Scherer lo dicen con absoluta claridad: Calderón es un ser inescrupuloso y perverso; corrupto, como se demuestra, de manera irrefutable, con los traslados de recursos públicos a su partido, el PAN.

En el libro del autor citado se presenta a Calderón como una persona con inclinaciones al alcoholismo y problemas de conducta ante el consumo excesivo; un ser ambicioso y enfermo por el poder.

Al ser entrevistado, Alfonso Durazo dice: “La biografía política de Felipe Calderón lo ubica como un hombre desconfiado y arrogante que subordina su inteligencia a lo visceral y a lo inmediato. Contrario a la opinión pública de que es un hombre de “mecha corta”, siempre he tenido la impresión de que no tiene mecha. Es un sujeto de temperamento primario, se conduce por impulsos, no por razonamientos”.

Scherer, al final sostiene que “la política del presidente Calderón lo ha llevado por caminos peligrosos. Ante la historia es ya un hombre en entredicho”.

La frase, con la que termina el libro, me parece benévola, frente a la enorme responsabilidad política que ha contraído este individuo, que no se desliga de la responsabilidad penal que debe exigirse ante las autoridades correspondientes, por salud de la República.

La Auditoría Superior de la Federación (ASF) publicó los resultados de la revisión de la Cuenta Pública de 2010, donde se demuestra la enorme corrupción del gobierno de Calderón, y en el Diario de Debates de la Cámara de Diputados del 21 de febrero de 2012, que se puede consultar por Internet, consta el examen detallado que hizo ese cuerpo colegiado del mal gobierno panista.

La Auditoría Superior de la Federación, al presentar su informe de resultados señala que practicó más de mil auditorías. De cada 10, solamente tres tienen dictamen limpio. “Siete auditorías de cada 10 o tienen salvedades o tienen opinión negativa.
“En el 28 por ciento de las auditorías, las dependencias y entidades no dieron información”.

Un diputado precisó: “en la cuenta pública, la Secretaría de Hacienda acepta 332 mil millones de pesos de disponibilidades. Ahí están los subejercicios, las operaciones financieras del Banco de México, ahí están todas estas muestras de la ineficacia gubernamental que le llevan a Hacienda para que lo distribuya en fondos y fideicomisos de dudosa solvencia”.

Y así puede uno enterarse del gran número de irregularidades cometidas por la administración panista. Su incapacidad, su perversidad, su corrupción son manifiestas.

Ni hablar de los miles de muertos como resultado de la guerra que le impusieron los yanquis y a la que se prestó como peón sumiso.

Son enormes las responsabilidades contraídas. De ese tamaño debe ser el castigo.

lunes, 13 de febrero de 2012

JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA CANDIDATA DEL IMPERIO YANQUI

En la candidatura presidencial panista de la autodenominada “señora de la casa”, Josefina Vázquez, se aprecia, a simple vista, un acuerdo de los sectores derechistas y ultraderechistas del PAN, en donde Calderón de común acuerdo con el Yunque prescindió de los otros dos, que se prestaron a realizar una farsa de elección o selección.

Resuelta la candidatura reaccionaria del PAN, con el cobijo del imperialismo yanqui, Vázquez Mota se levanta legítimamente como la candidata a la que le va a apostar todo, porque ella ofrece continuidad en la política de Calderón.

Josefina Vázquez garantiza a los yanquis, (y también a los intereses económicos españoles), continuar la política entreguista que ha caracterizado la “decena perdida” de los gobiernos panistas. Ella es partidaria de continuar otorgando concesiones, mediante contratos anticonstitucionales, en materia petrolera, con el propósito de desmantelar a Pemex. Lo mismo en materia de electricidad.

La panista quiere seguir sirviendo de cuña para impedir el camino acelerado de la integración Latinoamericana. Los gobiernos de Fox y Calderón, de la mano con los gobiernos colombianos, se prestaron para golpear las legítimas aspiraciones de la región, en sus propósitos de abandonar el neoliberalismo, lo cual no consiguieron, pero a México lo aislaron de América Latina y lo sometieron a la política norteamericana.

En materia social Vázquez Mota, como panista, representa los intereses más retardatarios: es partidaria de las políticas que aumentaron el número de pobres en México y que colocaron a 14 millones de mexicanos en el comercio informal; las políticas que lograron un crecimiento anual del 1% en la economía mexicana y que desataron la más descarada corrupción, en la que participó la propia candidata del PAN desde la Sedesol al canalizar enormes recursos a las candidaturas del PAN en 2006, como se ha recordado recientemente, hecho delictivo sobre el que se presentó una denuncia penal.

Ella es partidaria, como fanática religiosa, del estado confesional, contrario al Estado Laico que nos viene a los mexicanos desde el siglo XIX.

Las acusaciones vertidas en la campaña interna del PAN, entre Josefina Vázquez y Cordero confirman los métodos gansteriles a que recurren los panistas y la seguridad de que esas políticas son gratas al imperialismo yanqui, como ha sido grato el gobierno entreguista de Calderón, repito.

Calderón y los panistas (obviamente Josefina) han hecho del narcotráfico el tema central de su campaña electoral del 2012, para justificar ataques y agresiones, pretendiendo aparecer como los salvadores de la patria.

Y como también se sabe, fueron los gringos los que le impusieron al gobierno panista una estrategia sangrienta. Que se sepa nadie se opone a que se luche contra un fenómeno de esa naturaleza, pero los compromisos del PAN con el gobierno yanqui han sido señalados y denunciados infinidad de veces, y los panistas como si nada.

Nadie le ha planteado a Calderón que no luche contra el crimen organizado, lo que le han señalado, de diversas formas y en distintos tonos, es que cambie de estrategia, que regrese al Ejército Mexicano a sus cuarteles, y que ponga énfasis en la inteligencia policíaca, aplicando políticas públicas de contenido social para que los jóvenes no sean reclutados por la delincuencia.

Todo mundo comprende el papel injerencista de los yanquis en la planeación del narcotráfico en México, como lo han hecho en Afganistán y Pakistán, y como lo hicieron en Colombia. Calderón convirtió a México en víctima de la política gringa.

La amplia información sobre la introducción de fuertes cantidades de armas de origen yanqui a territorio mexicano, muestra dónde está el origen y el mandato de militarizar el problema del narcotráfico en nuestro país. Los yanquis ponen las armas y México los muertos. El negocio de las armas, en manos de gringos, representa una fuente de enormes recursos.

Ese programa de “rápido y furioso” y otros programas similares que han sido puestos en conocimiento de la opinión pública mexicana y norteamericana, son una muestra del tremendo cinismo yanqui y de la descarada intervención en México con el consentimiento de los panistas y hasta con la exigencia de los reaccionarios.

La desmilitarización de la lucha contra el narcotráfico en México, va a pegar aquí, pero también va a pegar allá.

Es revelador el hecho de que en Estados Unidos cuando detienen a los narcotraficantes no haya ni muertos ni heridos. Han detenido fuertes contingentes sin disparar un solo tiro.

Todo esto lo sabe Josefina Vázquez porque ha estado en la entraña del gobierno panista y porque es responsable y no sólo corresponsable de los desastres provocados en los últimos dos sexenios.

Por los compromisos contraídos por el PAN con los yanquis y los funcionarios emanados de ese partido; por el grado de sumisión y entrega que han mostrado Josefina y sus compañeros panistas, es lógico que los norteamericanos estén vitalmente empeñados en llevarla a la presidencia de México.

Vázquez Mota es, repito, la candidata ideal del imperialismo yanqui.

sábado, 11 de febrero de 2012

LA PROPUESTA RETARDATARIA DEL PAN SOBRE EDUCACIÓN

Ahora que la derecha y la ultraderecha del PAN se han puesto de acuerdo sobre su candidata presidencial, es bueno recordar lo que piensan los panistas, entre ellos Josefina Vázquez, en materia de educación. Este artículo escrito en 1997, retrata a los reaccionarios panistas de cuerpo entero. Son las tesis de Vázquez Mota la candidata de la reacción, cobijada por el imperialismo yanqui para seguir agrediendo a México.


Todo mundo conoce las tesis reaccionarias que, en materia de educación, ha sostenido el Partido Acción Nacional, desde su nacimiento en 1939, y que se han convertido en programa de gobierno cuando ese partido tiene oportunidad de aplicarlas.

Sus tesis se oponen frontalmente al contenido y la orientación que tiene el artículo 3º constitucional, pues la propuesta panista rechaza que el Estado tenga el derecho para impartir la educación y, por lo tanto, privilegia a la educación que brindan como negocio los particulares. Invocando la concepción religiosa que tiene de la familia y la persona, reclama para ellas el derecho exclusivo para decidir qué tipo de educación pueden y deben recibir los individuos.

La norma constitucional combatida desde siempre por el PAN, da a la educación las características de democrática, científica, nacional y ajena a los fanatismos y prejuicios. Es democrática, entendiendo a la democracia no sólo como un sistema político, sino como un sistema de vida, viendo siempre por el mejoramiento social, económico y cultural de los mexicanos. Es científica, porque los conocimientos que se impartan a los educandos, en todos los niveles, deben tener como base los conocimientos científicos que se han logrado en cada etapa del desarrollo humano. Por lo tanto, la educación no puede ni debe tener una orientación religiosa, o sea, que debe ser ajena a los fanatismos y los prejuicios.

La base científica de la educación, en México, garantiza la preparación de los cuadros profesionales que requiere el desarrollo nacional, y ha sido la base de las transformaciones experimentadas por el país, prácticamente desde 1917.

Ser contrario al mandato del artículo 3º de la Constitución General de la República, como lo ha sido el PAN toda su vida, significa ser contrario al carácter científico de la educación y, en consecuencia, partir de prejuicios, fanatismos y difundir verdaderas aberraciones.

Con esta última orientación, ajena al enfoque científico que debe tener la educación, se han escrito los libros del reaccionario Jaime Kramsky que se dirigen a estudiantes de la primaria y de secundaria, bajo la sugestiva denominación: Creciendo en el Amor, que contiene y expresa ni más ni menos las tesis oscurantistas de los panistas en materia educativa.

Por eso no es casual que el gobierno de Jalisco en manos panistas, promueva la distribución no sólo en las escuelas privadas, sino se pretende que circule también entre los alumnos de las escuelas públicas, como se ha denunciado desde la Cámara de Diputados, sin que exista una negativa rotunda de dicho gobierno.

En esos textos que llevan a los educandos ideas de minifundio, en todos los aspectos de la vida humana, se combate la Teoría de la Evolución de Carlos Darwin, las ideas políticas de Juan Jacobo Rousseau, las del psicólogo Sigmundo Freud, las de Jean Paul Sartre y no se diga las de Karl Marx. Se propaga una moral chata e hipócrita de sacristía y se destacan como supuestos valores de la vida humana aquellos que han propagado, pero sin cumplir, los ministros de culto religioso.

Dicho autor casi descalifica a la mujer como ser humano o la coloca como ser humano de segunda, al decir que ella “es menos concreta en sus objetivos e ideas, ya que todo lo relaciona entre sí; razona menos y actúa más por intuición. Por eso resuelve los problemas de inmediato y otros los complica”.

Así las cosas, nada tiene de extraño que el prepotente Carlos Castillo Peraza, en gira por el Distrito federal, haya sido despedido con cajas destempladas, o mejor dicho, haya sido corrido de una escuela del Politécnico Nacional, fundado por el Presidente Lázaro Cárdenas a quien el PAN no ha dejado de combatir. O para ser más exactos, el PAN nació precisamente para combatir la obra revolucionaria del general Cárdenas, y ahora, en plan de campaña, fingiendo olvido, va a una escuela pública, como es el Poli, a tratar de difundir sus ideas reaccionarias.

Si los panistas piensan que pueden tomarle el pelo al pueblo, allí está la respuesta de repudio a sus propuestas oscurantistas.

LA GLOBALIZACIÓN CAPITALISTA

Segunda de cuatro partes

Todo mundo está de acuerdo en que el avance tecnológico es irreversible, y si la sociedad estuviera organizada de una manera racional debería significar menos trabajo para el ser humano y, desde luego, menos esfuerzo en el trabajo. En otras palabras, el desarrollo tecnológico no debe caer como maldición sobre los seres humanos. Al contrario, debe ser un factor que los libere de la fatiga y el peso del trabajo.

La globalización, para los poderosos, es un fenómeno fatal, que arrastra a naciones enteras de todo el mundo a los dictados impuestos por las grandes potencias; que todo mundo debe resignarse, porque no hay manera de oponerse a ese nuevo rasgo que caracteriza al mundo de nuestros días.

Lo que ocultan esos intereses es que la globalización representa una nueva división internacional del trabajo, que adjudica a los países pobres el papel no sólo de surtidores de materias primas y exportadores netos de capital, sino meros receptores de la tecnología y plantas productivas obsoletas. Ya sabemos por experiencia directa, que la globalización no es cooperación económica ni interdependencia sino dominio económico, político y cultural de los centros de poder capitalista sobre el resto del mundo.

Los nuevos hechos y rasgos que caracterizan la producción y los servicios, el intercambio y las relaciones entre países, es decir, la nueva realidad económica mundial, tiene también su expresión en el ámbito político. Y aquí pasa lo mismo que en la economía: los centros de poder capitalista mundial imponen sus modelos políticos a los países sometidos. Se utiliza al Fondo Monetario Internacional, al Banco Mundial, a la ONU, a la moribunda OEA, a las Organizaciones No gubernamentales y muchas fundaciones de los países poderosos para imponer el modelo político y, particularmente, el estilo “democrático” que conviene a las potencias.

Se trata de un régimen político que sólo tiene que ver con el juego electoral, pero que abandona la democracia social, es decir, la legítima aspiración de las masas populares a su mejoramiento económico, a su decisiva participación en la esfera de su gobierno, y al mejoramiento cultural.

Los cambios en la economía y en la política, a nivel mundial, van acompañados de una ofensiva ideológica de los dueños del capital. Los medios de difusión están jugando, en esta lucha, un papel fundamental y, en algunos casos, un papel decisivo. Cínicamente reviven viejas ideas del siglo XVIII y XIX, y se vuelve a colocar en el centro de los valores humanos el más abierto individualismo y un desenfrenado egoísmo, a los que se presentan como las más altas virtudes del ser humano y fuente única de todo avance social.

¿Cómo se manifiesta la globalización en los países de escaso desarrollo como México? La globalización se expresa en un mayor dominio de la economía norteamericana, en una apertura indiscriminada del mercado nacional a las transnacionales, en una postración indecorosa de los gobiernos panistas a las imposiciones yanquis.

Los panistas han quebrado a México, a sus pilares fundamentales. Bajo el PAN nos hemos convertido en el verdadero patio trasero de los gringos.

Las potencias capitalistas desarrolladas, que ejercen su hegemonía sobre el resto del mundo, buscan asegurar una mayor explotación sobre todos los pueblos de la Tierra. Ahora los países pobres participan cada vez menos en el intercambio económico mundial, y esa situación se agravará más en el futuro inmediato. Existe, además, un verdadero monopolio de la ciencia y la tecnología, que los países ricos y sus empresas usan para ampliar sus beneficios. En este renglón, como en otros muchos, son cada vez mayores las diferencias entre los países ricos y los pobres, y la brecha tiende a ensancharse, en perjuicio de la mayoría.

Estos fenómenos han provocado, como nunca, un crecimiento alarmante de la pobreza; el resurgimiento de problemas sociales que se creían superados y una perspectiva incierta para la mayoría de los 7 mil millones de seres humanos que integran, por hoy, la población mundial. Todos estos fenómenos y otros más como el llamado libre comercio, que desde luego es un mito para las grandes potencias, son efecto directo de la llamada globalización, o mundialización de la economía.

Queda claro que la globalización no se manifiesta en un nuevo orden internacional, donde prevalezcan relaciones justas y equitativas o de mutuo beneficio entre los Estados y los pueblos. Cada vez esas relaciones son más injustas y desequilibradas, siempre favorables a los poderosos. Hasta las gentes menos sensibles o siempre favorables a los intereses económicos de los fuertes, han tenido que reconocer que en esta era de neoliberalismo y globalización, lo que realmente se ha globalizado es la miseria, la pobreza y las perspectivas de un mundo sin esperanza para miles de millones de seres humanos.

Cuando la humanidad se encontraba cerca de fin del siglo XX, se hizo costumbre entre ciertos intelectuales del imperialismo yanqui, como Francis Fukuyama, hablar del fin de la historia, el fin del trabajo, el fin de la democracia, el fin del hombre, el fin de la geografía, el fin del Estado-nación y de su soberanía y el fin de muchas otras cosas más, como si el término de un siglo significara el final de todo cuanto existe.

Al lado de todo lo que “termina”, esos mismos intelectuales no pierden oportunidad para lanzar loas al capitalismo, al libre mercado, particularmente al neoliberalismo y sobre todo a la globalización.

Varios autores afirman, también que las ciencias que sirvieron para explicar los diferentes fenómenos sociales han entrado en decadencia. Por ejemplo, sostienen que la Sociología ya resulta insuficiente, pues tenía como objeto el estudio de la sociedad nacional, en tanto que hoy se requiere una nueva ciencia, con nuevos conceptos y con una metodología nueva para estudiar y entender la sociedad global. Es más, van más allá y proponen sea creada una ciencia que lleve el nombre de Globología, ciencia que debe ir elaborando sus propios términos, algunos de los cuales ya se utilizan para describir los fenómenos contemporáneos.

Los científicos sociales que han abordado con cierto rigor el tema, consideran que la globalización puede ser definida como “la intensificación de las relaciones sociales en escala mundial que ligan localidades distantes de tal manera que los acontecimientos de cada lugar son moldeados por eventos que ocurren a muchas millas de distancia y viceversa”.

Dentro de esta definición caben los temas de la economía, de la política, de la cultura en general, del avance tecnológico en particular, así como los descubrimientos científicos y su inmediata aplicación a la producción, fenómeno, este último, que se ubica en la base de las portentosas conquistas humanas y en los dramáticos cambios que ha experimentado la humanidad en los últimos decenios en sus condiciones de trabajo y formas de vida.

Esos científicos sociales ocultan que la globalización es la globalización del capitalismo, es decir la consolidación del capitalismo como sistema social por todas partes del mundo, independientemente de su naturaleza injusta e inhumana, como lo ha probado en sus casi 225 años de vigencia, si consideramos que fue a partir del triunfo de la Revolución Francesa de 1789 cuando adquirió un carácter internacional hasta llegar a su fase actual de globalización.

Por lo tanto no se trata, y nadie se atrevería a hablar de una globalización en abstracto o sin nombre. Es necesario insistir: la globalización que el mundo conoció en la parte final del siglo XX y en lo que llevamos del XXI es, concretamente, la globalización del capital, el predominio de las empresas transnacionales que han atravesado historias y geografías, que han alterado el mapa del mundo y que, en su afán de lucro, no se detienen ante nada.

Quienes estudian el fenómeno en cuestión, plantean un problema que se ha venido generando desde la etapa inmediata posterior a la segunda guerra mundial, donde el predominio de los Estados Unidos de Norteamérica, vino aparejado a un desarrollo impetuoso de las corporaciones transnacionales: se trata del tema del Estado-nación que surge propiamente con el desmoronamiento del feudalismo y la fortificación del capitalismo.

La globalización ha inducido a la crisis del Estado-nación entre en crisis, porque muchas de las manifestaciones económicas, políticas, sociales, y culturales de la globalización superan y trascienden la extensión territorial de los países que integran la comunidad internacional. Las empresas transnacionales, perteneciendo a un Estado o teniendo su origen en un Estado, no se sujetan a sus leyes.

Veamos otro aspecto de la globalización:

La clase trabajadora, históricamente ha sido la productora de los bienes y servicios en cada una de la épocas de la humanidad y, se quiera o no, la productora de las conquistas culturales más elevadas alcanzadas por el ser humano. Sin su presencia y participación no se explica ninguno de los grandes pensadores que, a través de los siglos, han constituido la conciencia humana.

A partir del momento en que surge el trabajo asalariado, hecho que se expresa dramáticamente en la Revolución Industrial inglesa, se inicia un ciclo que no ha concluido y que, al contrario, cada día que pasa tiene manifestaciones más intensas. Se trata del desempleo y de las grandes masas desocupadas.

Precisamente la Revolución Industrial que hoy algunos denominan la primera revolución industrial, fue un acontecimiento que tuvo entre sus principales manifestaciones la incorporación de las máquinas al proceso de producción y, como consecuencia, un desempleo masivo que lanzó a la calle a miles y miles de enardecidos trabajadores despedidos que, a su vez, se lanzaban a destruir las máquinas, pues consideraban que ellas eran las culpables de ser despedidos y no el sistema capitalista de producción.

Allí vemos que el avance tecnológico -la incorporación de la máquina a la producción- crea una gran cantidad de desempleados en el sistema de producción dominante.

Lo que ocurrió con las máquinas en el siglo XVIII, está sucediendo, pero multiplicado por miles o millones, con los portentosos avances aplicados de la electrónica, particularmente con la computación y todos los procesos de la inteligencia artificial, que se manifiestan en la automatización -en especial la robotización- de los procesos productivos y de muchos servicios.

“La aplicación de la inteligencia artificial a la producción industrial, a la agricultura y a los servicios está generando millones de desempleados en todo el mundo, principalmente en los países altamente industrializados”, pero también en los países pobres como México, donde las empresas transnacionales prescinden de la mano de obra y automatizan sus procesos.

jueves, 9 de febrero de 2012

LA GLOBALIZACIÓN CAPITALISTA

Primera de cuatro partes

Para desarrollar un poco más el tema de la globalización he tomado algunos datos -en algunos casos párrafos íntegros- de otros materiales publicados antes en el blog, para darle unidad a un tema tan complejo y que abarca tantos aspectos de la vida humana.

Por la amplitud del tema desarrollado, lo he dividido en cuatro partes, que de ninguna manera agotan el fenómeno de la globalización que nos ha tocado vivir.

En la última parte del siglo XX el mundo experimentó cambios profundos. En sólo un decenio el orden mundial transitó de la bipolaridad y confrontación de la guerra fría a la unipolaridad, controlado por los Estados Unidos de América.

Se conformaron tres bloques económicos regionales: el de Asia-Pacífico, encabezado por Japón, el de la Europa Unida, o Europa de los 15 con Alemania al frente, y el que dirige Estados Unidos; bloques que no han permanecido estáticos o que han experimentado cambios ante la aparición de potencias económicas como China, la India y, en el Continente Americano, Brasil que en sólo una década rebasó a México, bajo el estancamiento económico inducido por el partido derechista del PAN.

En este contexto internacional se acentúa la globalización. No sólo se han globalizado las economías nacionales, sino las políticas económicas. Las crisis financieras recurrentes, muchas de ellas aparentemente imprevisibles, afectan sobre todo a países como el nuestro, pues nos trasladan los costos de la propia crisis y de los ajustes para superarlas, e incorporan al ámbito mundial un elemento de inseguridad e inestabilidad.

En la globalización, que dificulta el ejercicio de la soberanía por los Estados, es necesario adoptar las decisiones y encontrar los instrumentos que hagan viable el proyecto justo y democrático que exigen los pueblos de la Tierra. La soberanía no es un concepto anacrónico o abstracto; sigue y seguirá siendo la facultad esencial para autodeterminarse.

El mundo de nuestros días conoce las mayores desigualdades y contrastes económicos que jamás se hayan tenido, no obstante que en el pasado las diferencias sociales fueron extremadamente marcadas, pues la etapa esclavista, el feudalismo y la fase temprana del capitalismo son conocidos por los horrores en la explotación de los seres humanos, lo que generó, siempre, una lucha permanente de los oprimidos en la búsqueda de cambios en beneficio de la mayoría.

Cuando la humanidad ha alcanzado un elevado desarrollo tecnológico, producto de la aplicación inmediata de los descubrimientos científicos al proceso de producción, se están creando mayores desigualdades entre los seres humanos, y en el futuro es previsible que esas diferencias sean más profundas.

La nueva fase del capitalismo que vive el mundo, cuyo rasgo principal es el acelerado proceso de internacionalización del capital y la producción, ha significado para la mayor parte de los pueblos de la Tierra más dependencia económica, mayor explotación de sus riquezas humanas y naturales, más sujeción a las metrópolis poderosas, a las empresas transnacionales y, por lo tanto, manifestaciones agudas de pobreza que en varios lugares son alarmantes.

Lo anterior implica que las desigualdades a nivel internacional son muy marcadas, no obstante que el régimen colonial tocó a su fin, al menos formalmente porque en la realidad subsisten muchos de los rasgos de ese sistema oprobioso.

Sin colonias, o sin el sistema colonial, el dominio de los poderosos sigue siendo tan intenso que ahora todo se concentra en las principales potencias capitalistas que, de hecho, ejercen un gobierno supranacional. Los organismos internacionales concebidos para prevenir enfrentamientos mundiales y fomentar la cooperación internacional, en la teoría y en la práctica están a disposición de los intereses de los poderosos, y se han creado otros para garantizar mayor dominio y más saqueo.

En países como México la pobreza, a finales del siglo XX y principios del XXI comprendía a gran parte de la población. Según la Comisión Económica para América Latina, Cepal, existen, en nuestro país, 50 millones de pobres, y según datos domésticos se llega a hablar de 68 millones de pobres lo que indica que, por lo menos, uno de cada dos mexicanos es pobre. Es decir, de acuerdo con esos cálculos, más de la mitad de la población mexicana vive en la pobreza.

Este porcentaje puede extenderse a cualquier país de América Latina o de otras latitudes del mundo.

El gran reto de la humanidad, por tanto, es acabar con estas desigualdades.

De continuar las enormes injusticias que hoy lastiman a hombres y mujeres, calculados en cientos de millones, la anarquía y el caos se apoderarán del mundo entero.

Varios autores describen un cuadro complejo para los años futuros de la humanidad. Algunos datos mueven a la reflexión. Veamos:

Hace más de una década se desató una verdadera efervescencia, haciendo balances sobre el siglo que quedaba atrás y proyecciones sobre el siglo XXI. Así se dijo que la población mundial en el año 2025 será de, aproximadamente, 8.500 millones, y que aumentará a 10.000 millones en el 2050. La cantidad de habitantes que ahora viven en los países industrializados seguirá disminuyendo: del 23% en 1990 al 16% en el año 2050. Unos 7.100 millones de personas, vivirán en los llamados países en vías de desarrollo, pero en contraste, sólo 1.400 millones de habitantes vivirán en los países industrializados.

La población mayor de 65 años crecerá de un 12% en 1990 a un 19% en el 2025. La población urbana seguirá aumentando: del 17% en 1950 a más del 50% en las primeras décadas del siglo XXI. Habrá más ciudades grandes que superen los 15 millones de habitantes. La migración de áreas muy pobladas hacia las menos pobladas puede convertirse en una importante fuente de violencia y agudos problemas internacionales. Se dice también que los cambios en la distribución por edad podrían desestabilizar las economías, las sociedades y la política en Europa occidental y en Estados Unidos.

Se ha dicho por los politólogos que si unos sencillos productos químicos van a posibilitar que los padres elijan el sexo de sus hijos, se trastocará el equilibrio fundamental entre hombres y mujeres, lo que, o bien obligará a los gobiernos a intervenir en decisiones familiares íntimas, o bien dará lugar a estructuras familiares y sociales radicalmente diferentes, que alterarían por completo la naturaleza de la vida humana.

La ciencia y la tecnología, se dice, agregan tremendas incertidumbres al siglo XXI, porque desde el punto de vista lógico es imposible predecir la naturaleza y los contenidos del futuro conocimiento científico sobre la base de lo que sabemos ahora.

Y ya es común repetir que las tecnologías de la información están convirtiendo al mundo en una unidad integrada, en la cual es posible la comunicación instantánea en cualquier nivel. Como efecto combinado de las tecnologías de información, la ciencia y la tecnología en general, el concepto de “distancia” y las dimensiones del espacio social y humano están cambiando.

Se afirma que la inteligencia artificial es responsable de una revolución en los procesos de producción y sistemas de suministro de servicios, comparable al impacto del invento del vapor y de los motores eléctricos. El trabajo humano, incluido gran parte del intelectual, será progresivamente reemplazado por aparatos “inteligentes”, provocando consecuencias profundas en el mercado de trabajo: con menos personas se producirán más bienes y servicios.

La desventaja de la competitividad de mano de obra barata disminuirá, haciendo aún más grave el problema de proporcionar trabajo a sectores de población cada vez mayores en muchos países desarrollados.

Con mucha frecuencia nos encontramos con reflexiones o afirmaciones como la siguiente: “Los avances de la ciencia médica pueden conducir a un importante aumento de la esperanza del promedio de vida. Biofactorías podrían producir alimentos a bajo costo en ilimitadas cantidades. La ingeniería genética podría permitir el rediseño clónico y selectivo de seres vivos, incluyendo a los humanos”.

La ciencia y la tecnología son, por tanto, consideradas la principal fuerza, directa e indirecta del cambio que ha experimentado y experimentará el mundo y la humanidad.

A pesar de las transformaciones que han tenido lugar en los últimos años, y que se han traducido en una verdadera revolución en la ciencia y en la tecnología, no se ha beneficiado a los trabajadores ni aligerado las cargas laborales. Al contrario, la incorporación de esos avances científicos y tecnológicos han traído, para las masas trabajadoras, muchas angustias, entre ellas la del creciente desempleo y la inseguridad en quienes, por fortuna, cuentan con un puesto de trabajo.

Todos los días nos enteramos que “la automatización y robotización de la producción manufacturera y agrícola y en los servicios, lanza al desempleo a miles y millones de trabajadores, a pesar de que muchos de ellos cuentan con capacitación y calificación para su desempeño. Lo menos que puede ocurrirles es, en caso de conservar el empleo, la necesidad de volver a capacitarse para desarrollar otra actividad distinta, lo que significa un cambio laboral profundo que afecta a los trabajadores en esa situación”.

sábado, 4 de febrero de 2012

MARX Y ELGELS: EL CAPITALISMO INDUSTRIAL

Es abundante la literatura sobre el origen y desarrollo del capitalismo y, en particular, de la revolución industrial. Se ha documentado que el capitalismo industrial nació en Inglaterra entre finales del siglo XVIII y principios del XIX, y que desarrollo agrícola fue una de las condiciones necesarias de la industrialización. Sin una verdadera “revolución agrícola”, no hubiese existido Revolución Industrial en Inglaterra.

La exigencia de herramientas para aumentar la producción en la agricultura y mejorar la explotación de la tierra, provocó el desarrollo de la industria metalúrgica, por ejemplo el arado de hierro, las trilladoras mecánicas. Y el aumento de la productividad agropecuaria estimuló la industria textil.

Varios estudios señalan que se comenzaron a drenar los suelos, preparándolos después con abonos. Se llevaron a cabo las primeras experiencias de alternancia de cultivos, con el objeto de evitar el agotamiento de los suelos, sin emplear el barbecho. Iniciaron los cultivos de terrenos artificiales que pudieran facilitar la alimentación del ganado durante el invierno, pero los progresos de la trilla mecánica redujeron los niveles de empleo en los meses de invierno. El obrero agrícola comenzó a conocer la difícil experiencia del desempleo técnico.

En el transporte y las comunicaciones también se lograron varias realizaciones, pero Inglaterra, en el siglo XVIII, estaba rezagada con respecto a otros países europeos, a pesar de lo cual aumentaron rápidamente los canales y se redujo el costo del transporte. La construcción de puentes, canales, túneles, carreteras se entendió pronto como una tarea apremiante.

El ferrocarril fue consecuencia de la Revolución Industrial, pero no formó parte de la fase intensa de la industrialización. Según datos muy conocidos, en 1830 no llegaban a los 100 kilómetros las líneas férreas en Gran Bretaña.

Se ha documentado ampliamente en todos los trabajos que hablan de la Revolución Industrial que la herramienta manual poco a poco fue sustituida por la máquina, gracias a los perfeccionamientos tecnológicos y a la utilización del vapor como fuente de energía.

Este conjunto de descubrimientos transformó las relaciones entre el trabajo y el capital. Se operó entonces el gran salto de la fase artesanal a la infraestructura tecnológica, transformando las condiciones de vida y de trabajo.

Por ejemplo los grandes telares desplazarían el mundo artesanal de las manufacturas textiles. En la producción artesanal, el comerciante entregaba la lana a una familia y ésta la hilaba, la tejía y devolvía a su patrón el producto terminado a cambio de una suma de dinero. El antiguo artesano textil, dueño de su arcaico medio de producción, se vio obligado a contratarse en las fábricas, cuyos ritmos de producción incrementaron rápidamente los circuitos clásicos de distribución y cambio.

Con la Revolución Industrial también crecen los conflictos sociales. A muchos capitalistas no les importaba que sus obreros, a veces niños de siete años, trabajaran 12 ó 14 horas por día en condiciones insalubres, con graves riesgos físicos.

Su única preocupación era aumentar la producción al menor costo posible, es decir, pagando el salario más bajo que se pudiera, aprovechándose de la gran cantidad de desocupados que había. En las entrañas del capitalismo ha vivido siempre la explotación y la especulación más desenfrenada.

Esta situación de injusticia llevó a la aparición de los primeros sindicatos de trabajadores y de huelgas en demanda de aumentos de sueldo y de mejoras en las condiciones de trabajo. La unión de los trabajadores posibilitó la aprobación de las primeras leyes protectoras de sus derechos y, consecuentemente, el mejoramiento progresivo de su calidad de vida.

Veamos cómo describen Carlos Marx y Federico Engels en el Manifiesto Comunista, cien años después de que se dio la revolución industrial los cambios que operaron el capitalismo y la burguesía en todos los órdenes de la vida social: La gran industria –nos dicen- ha creado el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial aceleró prodigiosamente el desarrollo del comercio, de la navegación y de los medios de transporte por tierra. Este desarrollo influyó a su vez, en el auge de la industria, y a medida que se iba extendiendo la industria, el comercio, la navegación y los ferrocarriles, desarrollábase la burguesía, multiplicando los capitales y relegando a segundo término a todas las clases legadas por la Edad Media.

Y agregan Marx y Engels: la burguesía, que ha desempeñado en la historia un papel altamente revolucionario, después del establecimiento de la gran industria y del mercado universal, conquistó finalmente la hegemonía exclusiva del poder político en el estado representativo moderno, y ha destruido las relaciones feudales, patriarcales, idílicas.

Las abigarradas ligaduras feudales que ataban al hombre a sus “superiores naturales”, las ha desgarrado sin piedad para no dejar subsistir otro vínculo entre los hombres que el frío interés, el cruel “pago al contado”. Ha ahogado el sagrado éxtasis del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del pequeño burgués en las aguas heladas del cálculo egoísta. Ha hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio. Ha sustituido las numerosas libertades escrituradas y adquiridas por la única y desalmada libertad de comercio. En una palabra, en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una explotación abierta, descarada, directa y brutal.

En conclusión, la burguesía ha creado fuerzas productivas más abundantes y más grandiosas que todas las generaciones pasadas juntas. ¿Cuál de los siglos pasados pudo sospechar siquiera que semejantes fuerzas productivas dormitasen en el seno del trabajo social?

LA CONQUISTA ESPAÑOLA, CRIMEN DE LESA HUMANIDAD

Cuando se consuma la conquista “los mexicas detentaban el mayor poderío conocido hasta entonces en Mesoamérica. El dominio de la triple alianza, que era cada vez más el dominio de México-Tenochtitlán, comprendía los casi cincuenta señoríos del Valle de México, variables tanto en su extensión como en sus relaciones políticas y tributarias con la Triple Alianza; y más allá del valle, unas cuatrocientas poblaciones, ciudades y señoríos tributarios, situados en treinta y ocho provincias, cubriendo unos doscientos mil kilómetros cuadrados”

Invadido el territorio mexicano y una vez que los españoles penetraron, todos los actos de conquista y la resistencia heroica de los nativos, tuvieron por escenario el centro de lo que hoy es México y, particularmente, la parte oriente y central del actual Distrito Federal.

Lo relevante en la conquista española es que se realiza y consuma cuando Europa está saliendo del régimen feudal, y cuando en su organización y modo de producción ya existen muchos elementos del sistema capitalista, a grado tal que España en esos años se encuentra en medio de una severa crisis económica y tiene una población desocupada que engrosará las filas de los que físicamente realizaron la conquista.

Algunas ciudades europeas habían crecido, pues en ellas ya se presentaba la producción manufacturera y había actividad comercial, aunque no contaran con mucha población. Se dice que París tendría una población cercana a los 200 mil habitantes y Londres si acaso llegaba a 100 mil.

Con el desarrollo del comercio surgieron las ciudades de Europa adoptaron el nombre de “Burgos”, que generalmente estaban habitados por los propios comerciantes y los artesanos. La aristocracia mercantil y otras capas de la población dedicadas a tareas de intermediación como los banqueros y los cambistas constituyeron el antecedente de la burguesía.

Se aprecia, entonces, una diferencia abismal entre los conquistadores y los conquistados, en cuanto a su grado de desarrollo, porque en el territorio de México, ni siquiera se había llegado al esclavismo como sistema y, en todo caso, los Aztecas que experimentaban el más alto grado de desarrollo se encontraban en la parte alta de la organización tribal, lo cual explica, sin duda, la superioridad técnica de los conquistadores y las razones de la conquista, que tuvo momentos dramáticos para los originarios de estas tierras, para quienes se inició una etapa llena de violencia, de penurias sin par que jamás habían conocido.

A pesar de esa diferencia, la resistencia azteca fue formidable, y los españoles fueron rechazados en distintas ocasiones, utilizando armas que no se comparaban, por su eficacia, con las de los conquistadores.

Los aztecas no abandonaron, durante todo este proceso, sus creencias, y en la mayoría de los casos pretendían hacer presos a los enemigos en lugar de eliminarlos. Y, por si fuera poco, las enfermedades portadas por los españoles –enfermedades no conocidas por los nativos- hicieron estragos en la población azteca, la diezmaron y la debilitaron.

Alrededor del descubrimiento de América, en 1492, y la caída de la Gran Tenochtitlan, en 1521, Europa tenía un escenario diverso. Del siglo XV hasta mediados del XVIII la economía de Europa se caracteriza por un gran crecimiento del comercio y, obviamente, de los mercados, lo que representa el antecedente directo que hace posible la revolución industrial. Durante la última parte del siglo XV se presentó el desarrollo de la imprenta, se mejoraron las técnicas de la minería y de la metalurgia, se perfeccionaron las armas de fuego y los instrumentos de navegación, lo que no ocurrió con la producción agrícola.

En esencia, la expansión europea encontró en la navegación, el comercio y el desarrollo tecnológico los motores que hicieron posible el descubrimiento, las conquistas y la explotación de América.

Todos estos cambios están enmarcados por el Renacimiento, como se conoce al intenso movimiento artístico, cultural y científico de la Europa Occidental.

Varios estudios nos dicen que la población del México precolonial era de 25 millones de habitantes y que entre 1519 y 1607 la población disminuyó en un 95%, es decir, en 88 años de colonización la población indígena disminuyo de 25 a poco más de 1 millón de habitantes.

Se dice que la población aborigen, a la llegada de los españoles, era poco más de 11 millones, pero cualquiera que sea la cifra, el aniquilamiento de la población aborigen no conoce precedente en la historia de la humanidad. Lo que desde la perspectiva de hoy se denomina un crimen de lesa humanidad.

Las tierras arrebatadas a los aztecas y demás grupos nativos sobrevivientes, se hizo en nombre de la civilización europea, la religión católica y la voluntad monárquica y divina representada por la personalidad del Rey y del Papa.

Prácticamente sobre estas ruinas, los españoles fincaron sus instituciones jurídicas, sociales, educativas y económicas. Denominaron virrey al representante del Rey, pusieron en práctica la esclavitud de los indios, transformaron la cultura indígena, particularmente su religión; mediante las encomiendas se apropiaron de tierras y pobladores.

Crearon toda una infraestructura, en el gobierno y la economía, para establecer un dominio que duró tres siglos, en el cual, los monarcas de aquí y de allá, junto con autoridades del Vaticano y los eclesiásticos de la Nueva España, dieron vigencia a la “Santa Inquisición”, tribunal de la Iglesia Católica que juzgaba a todo aquel que osara pensar, hablar, escribir o actuar, al margen de los ordenamientos monárquicos o eclesiásticos.

Las formas de control de la población, la ideología inculcada a indios y mestizos, el rol de los criollos y peninsulares, hicieron del sistema colonial, una forma injusta de dominación y fuente de incalculables riquezas para los colonialistas.

ORÍGEN DE LA GRANDEZA AZTECA

Los aztecas de filiación nahua, también llamados mexicas o tenochcas, habían sido una tribu guerrera y nómada de cazadores y recolectores, proveniente de la región semiárida del norte de México. El origen de los mexicas se sitúa entre los grupos hablantes de náhuatl del norte del actual México y antecesores de los asentados durante la llamada etapa chichimeca.

El sabio Lewis H. Morgan afirma que los aztecas eran una de las siete tribus que habían salido desde el norte y que, finalmente, se asentaron en el Valle de México y cerca de él. Remitiéndose a estudios anteriores, Morgan recuerda cronológicamente la llegada de las siete tribus, empezando por los Sochimilcas, “Nación de las semillas de flores”, los Chalcas “Pueblo de las Bocas”, los Tepanecas “Pueblo del Puente”, los Culhuas “Pueblo Encorvado”, los Tlatluicanos “Hombres de la Sierra”, los Tlascalanos “Hombres de Pan”, y los Aztecas.

Lo relevante de este enfoque que hace suyo Morgan es que demuestra que las siete tribus tenían un origen común, por dos razones, pues todas ellas venían del norte y compartían dialectos.

La palabra azteca tiene su origen en una legendaria tierra del norte llamada Aztlán. Antes de establecerse en México-Tenochtitlan se pasaron, entre ciento cincuenta y doscientos años, buscando un lugar apropiado, lo que ocurrió, aproximadamente, entre los siglos XII y XIV de nuestra era.

Se dice que llegaron al Valle de México a principios del siglo XII, procedentes de Aztlán, situada en algún punto desconocido del noroeste de México, convencidos por el dios Huitzilopochtli para buscar un sitio nuevo. Tras un camino largo y duro llegaron al Valle de México.

En palabras de Jacques Soustelle, antropólogo de origen francés, prestigiado en materia prehispánica, “Tláloc y Quetzalcóatl reinaban desde hacía muchos siglos, desde milenios quizás, en los pueblos del México central, cuando una pequeña tribu inculta y miserable emprendió su lenta migración hacia el Sur, a través de desiertos de cactus. A la cabeza marchaban los “cargadores de los dioses”, sacerdotes-soldados que llevaban sobre sus espaldas el divino fardo. En las páginas de los manuscritos antiguos se les ve encorvados bajo un tosco bulto del que sobresale una enorme cabeza de colibrí. Huitzilopochtli se les aparecía y les hablaba. En cada etapa expresaba sus oráculos, siempre para decir: ¡más lejos! ¡más lejos! Refiere la tradición que algunos se rebelaron, cansados de servir a este dios perpetuamente insatisfecho, y la tribu se dividió. Pero el núcleo de los fieles permaneció agrupado en torno al extraño pájaro. La marcha duró siglo y medio, peregrinación interrumpida por combates, desilusiones y derrotas, hasta el día en que los errantes se detuvieron finalmente en las ciénagas, en medio del carrizal, allí donde apareció la señal prometida: un águila, posada sobre un nopal, que tenía en su pico una serpiente. Allí se fundó, alrededor de un rudimentario templo de Huitzilopochtli, el poblado lacustre que se convertiría en la ciudad de México”.

Fundaron la ciudad que denominaron México-Tenochtitlan, en el islote de Tenochtitlan, en el año 1325, era una isla en medio del lago Texcoco. “…allí será nuestra ciudad México-Tenochtitlán, allí donde el águila lanza su grito, abre sus alas y come… allí donde la serpiente es devorada”.

Se calcula que, en su época de mayor esplendor, en México-Tenochtitlán llegaron a vivir en ella cerca de 500 mil habitantes.

El mismo Soustelle nos recuerda que en “la época en que Cristóbal Colón embarcaba rumbo a lo que él cree la India, Huitzilopochtli es el dios supremo de un imperio. Su teocalli domina la ciudad como la ciudad domina el país mexicano. El dios que se transportaba a lomo de hombre, bajo el sol y en medio del polvo del desierto, envuelto en toscos tejidos de fibras, domina ahora en lo alto de una pirámide y su estatua está cubierta de mantos de plumas resplandecientes…el errante de ayer está hoy dotado de una genealogía y un mito: los sacerdotes explican que nació milagrosamente, en la montaña de las serpientes, de una diosa fecundada por un copo de plumas caído del cielo; que apenas nacido debió exterminar a las estrellas del Sur y a la divinidad de la noche…”

Como hoy se sabe, con precisión, en su periodo maduro, la mayor parte de la población azteca estaba integrada por artesanos, agricultores, servidores públicos, que se organizaban en grupos de parentesco llamados calpulli, del náhuatl “calpulle” que significa ‘casa grande’ o ‘caserío’, y que era el territorio y unidad social, base de la estructura política, económica, social, religiosa y militar dentro de la organización azteca. Varios calpulli estaban especializados en alguna actividad y se hallaban unidos en barrios. En Tenochtitlan había, aproximadamente 20 calpullis.
Los aztecas se asentaron sobre un rico territorio lacustre que les ofrecía grandes pasibilidades para el desarrollo de la agricultura, la pesca y el comercio. La economía azteca fue principalmente agrícola, ellos realizaban el cultivo del maíz y del frijol, principalmente, destacando el cultivo de las chinampas, dentro de la cual se diferenciaba la de tierra firme de la de pantano. Con esta técnica, se explotaba el suelo cenagoso permanentemente fértil y húmedo y se obtenía una productividad muy elevada. Esta agricultura intensiva se combinaba con la ganadería, la caza y la pesca en el lago, y un importante comercio, a corta y a larga distancia.

Charles Gibson dice que cuando menos hay probabilidades de que Tenochtitlan-Tlatelolco fuera la ciudad más grande del mundo occidental en 1519 con más de 1 millón de habitantes, de acuerdo con los cálculos serios de Las Casas, quien señaló que había 50 mil viviendas y más de 200 mil familias.

jueves, 2 de febrero de 2012

LA CONSTITUCIÓN MEXICANA DE 1917

Segunda parte.

La Constitución de 1917 fue, en su momento la Constitución más avanzada del mundo capitalista. Y a pesar de haber sido mutilada y reformada con sentido contrarrevolucionario, nuestra Constitución sigue siendo una de las más avanzadas del mundo, en lo que va del siglo XXI.

Fue avanzada y lo sigue siendo, porque incorporó y mantiene en su texto las garantías sociales o derechos colectivos, como el derecho a la tierra, los derechos laborales, el derecho a la educación, el derecho a la salud y a la vivienda. Contiene asimismo los derechos individuales que pasan casi textualmente de la Constitución de 1857 a la actual, derechos que conservan el carácter anticolonial que le imprimieron los liberales del siglo pasado.

Con la Constitución actual y con las reformas que necesita para reintegrarle el contenido avanzado del que fue despojada, así como las modificaciones o pequeños ajustes que requiere en varios de sus artículos, la nación mexicana tendría en su Carta Magna un formidable documento para enfrentar los retos del siglo XXI.

Manteniendo el texto vigente, prevalecerán las garantías individuales y los derechos colectivos que, por una exigencia histórica y popular deben mantenerse. También debe mantenerse la organización del gobierno como una República, representativa, democrática y federal, aunque la legislación secundaria deberá contener las disposiciones que hagan efectiva esta forma de gobierno.

Y las disposiciones relativas a la educación, al trabajo, a la responsabilidad de los servidores públicos, particularmente, requieren modificaciones para fortalecer la presencia del Estado en la primera, suprimiendo la educación religiosa en cualquier tipo de educación que se imparta; impedir que por razones neoliberales se trastoquen y alteren los derechos laborales de la clase trabajadora, y se garantice, en el último caso, la eficiencia y honradez de quienes, desde el poder, ya sea como integrantes de los órganos de gobierno electos o desde la administración pública, tienen la obligación de cuidar por los intereses de los mexicanos.

Recapitulando: México, en el curso de su historia independiente, ha tenido tres constituciones, la de 1824, la de 1857 y la de 1917. Nuestra historia constitucional es, en mucho, el resumen de nuestra brillante historia y, particularmente, la Constitución de 1917 representa un resumen extraordinario de la doctrina constitucional más avanzada de su tiempo, que rebasó a la doctrina clásica constitucional, que sólo incorporaba a la Ley suprema lo relacionado con la organización y funcionamiento de los poderes. Además, la doctrina constitucional mexicana no sólo fue la más avanzada sino que se entrelazó con la historia nacional y las grandes gestas populares.

La Constitución elaborada por el Congreso Constituyente de Querétaro, en sus 136 artículos, considerando hasta los transitorios, tienen plenamente una justificación histórica. Es más, las garantías individuales generalmente responden a mandatos anticoloniales que se incorporan a la Constitución de 24, se enriquecen en la de 57 y aún más en la de 17. Con afirmaciones o negaciones la Carta Magna otorga protección a los derechos elementales del ser humano, más allá de los que otorgó, en su momento, la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano de la trascendental Revolución Francesa de 1789.

En México, como en otras partes del mundo, la revolución es la fuente donde han brotado las constituciones.

La Constitución elaborada en Querétaro, cuando aún la lucha armada no concluía, cumplió cabalmente con las exigencias planteadas por las fuerzas sociales que participaron en ella, y podría decirse que el Constituyente de Querétaro cumplió con su misión histórica.

Y la Constitución fue el instrumento jurídico que condujo a la transformación de México, de un país agrario atrasado, simple exportador de materias primas, en un país agrario y después en un país industrial agrario.

Todo lo anterior hizo de nuestra Constitución el documento político más avanzado, contra el que se levantaron los herederos de los realistas, de los conservadores, de los científicos porfiristas, de todos aquellos que pretendían mantener o conquistar fueros y privilegios, para que nada cambiara.

Hay un aspecto trascendente que explica al México moderno: por mandato constitucional el estado mexicano tiene la facultad para promover e impulsar el desarrollo material de nuestro País. Y al establecer la propiedad originaria del suelo y subsuelo, como ya quedó señalado, con la Constitución de 17 se inició el proceso de nacionalizaciones, concepto éste que no sólo ha requerido la expropiación sino el mandato de poner al servicio de los mexicanos las riquezas expropiadas. Sin las disposiciones esenciales de nuestra Carta Marga no hubieran sido posibles ni el reparto de la tierra y la liberación de los campesinos, ni la expropiación petrolera, ni la nacionalización de los ferrocarriles y, sobre todo, de la energía eléctrica.

Sin embargo algunas de sus disposiciones, o no fueron aplicadas, o se modificaron en sentido contrario del que les dio el Constituyente de Querétaro. La reforma agraria no llegó a concluirse porque al artículo 27 constitucional se incorporó el amparo a los terratenientes. En tanto que el Municipio Libre, con las facultades, orientación y naturaleza que le otorgó el Constituyente, para que se convirtiera en la escuela de la democracia, todavía es una tarea inconclusa hoy, a 95 años del ya lejano 1917.

Se ha dicho, con razón, que la Constitución Mexicana de aquel año, abrió el cauce a un nuevo desarrollo económico, social, político, jurídico, cultural, y en la política internacional mexicana, pero aún así no se puede afirmar categóricamente que se hayan cumplido con todos los objetivos que se propuso la Revolución de 1910 y que se plasmaron en la máxima ley de los mexicanos.

En muchos aspectos de la vida nacional, incluso, se observan preocupantes retrocesos. Queremos dejar en este espacio una serie de interrogantes:

¿Qué sucede ahora con el artículo 27 constitucional, cuando se impulsa la producción capitalista y se abandona al ejido? ¿Qué ocurre cuando se alienta en franca violación a los preceptos constitucionales la participación de la iniciativa privada en la industria petrolera básica? ¿Qué sucede con el artículo 123, cuando se agrede a los sindicatos, cuando va desapareciendo el salario mínimo, cuando va desapareciendo la jornada máxima de trabajo y se pretende cancelar el derecho de huelga?

¿Acaso vamos a regresar otra vez a la etapa del porfiriato cuando la huelga era considerada un delito? ¿Que sucede cuando también a pretexto de la modernidad, se ataca sistemáticamente a los partidos políticos bajo diversos pretextos como actores centrales de la vida política nacional? ¿Y qué ocurre cuando se abandona la orientación filosófica del artículo 3o. constitucional y se adoptan planes y programas en la educación y hasta un calendario que responde a las condiciones climatológicas de Estados Unidos y no a nuestras condiciones?

Otro aspecto que nos interesa destacar al hacer estas reflexiones, es que siempre, pero sobre todo cuando se da un movimiento revolucionario, el interés de las fuerzas que participan del lado de la revolución o de la contrarrevolución se concentra en la Constitución; los revolucionarios para incorporar las demandas de la corriente victoriosa y después para mantener su vigencia, y los enemigos de la revolución para impedir la elaboración de una Constitución revolucionaria y obstruir su aplicación y, por lo tanto, detener el avance del país.

La Constitución surgida de la Revolución Mexicana sigue causando irritación en las filas reaccionarias, sobre todo el conjunto de garantías sociales. Quienes, desde esta posición, consideran que la Carta Magna debe ser sustituida por otra “moderna”, tienen en mente borrar de sus preceptos todo lo relativo a las garantías, como la educación, la propiedad social, los derechos laborales, hasta dejar un código sin importancia.

A pesar de la ofensiva reaccionaria contra la Constitución de 1917 desde su promulgación, como la revuelta clerical de los cristeros, el levantamiento contra la expropiación petrolera, el otorgamiento del derecho de amparo a los terratenientes para detener la reforma agraria, y de los embates violentos de carácter neoliberal; los intentos de modificar la naturaleza jurídica del ejido y revitalizar la presencia política del clero, siempre con el propósito de restablecer fueros y privilegios; a pesar de las constantes e innumerables violaciones cometidas por Vicente Fox y por Calderón, que agraden el principio de la propiedad originaria de la Nación, al entregar contratos a empresas extranjeras en materia de explotación del petróleo, la Constitución vigente sigue siendo, no sólo el conjunto de normas que nos organizan políticamente, sino un programa revolucionario cuyo cumplimiento garantiza la independencia y soberanía nacionales, avanza hacia la democracia y proyecta el desarrollo económico para bienestar de los mexicanos.

Insisto en que las garantías sociales y las individuales que otorga la Carta Magna deben ser intocables. Es más, deben enriquecerse con los aportes que otras constituciones están realizando, como la más reciente aprobada en Ecuador, que eleva sustancialmente los derechos de las personas, como lo he señalado en otra parte, en este blog, o tomar lo que instituciones internacionales, como la ONU y sus organismos especializados, han incorporado en el nuevo catálogo de derechos sociales e individuales.

La realidad nos impone examinar detenidamente la organización política y las instituciones que han demostrado su inutilidad, o que son un obstáculo para el desarrollo democrático nacional, entre ellas el presidencialismo exacerbado e irresponsable que se niega a rendir cuentas al pueblo.

Legislar a nivel constitucional para establecer, con amplitud, las causas por las que un presidente de la República puede ser removido del cargo, y las sanciones que se deben aplicar cuando viole la Constitución o las leyes, durante su mandato y después de él.

La democracia representativa reflejada en todos los puestos de elección popular debe ser consecuente hasta el final. Es decir, la doctrina de la representación, como está ahora, es incompleta, porque el mandante, que es el pueblo, tiene poca participación en cuestiones de gobierno, y no puede revocar el mandato a sus representantes.

En otros artículos que aparecen en el blog he abundado, con más detalle, sobre los aspectos que deben incorporarse al texto constitucional.

LA CONSTITUCIÓN MEXICANA DE 1917

Primera de dos partes

Es necesario recordar en el 95 aniversario de la Constitución de 1917, este 5 de febrero de 2012, el proceso de su elaboración, porque ya muchos mexicanos no lo recuerdan y muchos más lo han olvidado, para hacer, posteriormente, en una segunda parte, algunas reflexiones sobre su contenido, la importancia que ha tenido para México, y la necesidad de defender y preservar su contenido avanzado.

En siete congresos o asambleas, se redactaron las normas principales que sirvieron de antecedente para configurar la Constitución de 1917.

El 22 de octubre de 1814 se dio a conocer la Constitución de Apatzingán en la que se declara nuestra independencia del Reino de España, impulsada por el siervo de la nación, El Generalísimo José María Morelos.

El 4 de octubre de 1824 el primer presidente de México, Guadalupe Victoria, promulgó en la ciudad capital el estatuto que dividió al país en 19 estados y 4 territorios libres y soberanos, pero unidos o federados entre sí. Allí nació la República Federal con sus poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial.

El 19 de diciembre de 1833, Don Valentín Gómez Farías, vicepresidente encargado de la presidencia por el retiro de Santa Anna, introdujo notables reformas a la Constitución a fin de controlar el gran poder del clero.

En 1836, el presidente Santa Anna le dio marcha atrás a los preceptos constitucionales, y mediante «Las Siete Leyes», como fue llamada la nueva ley suprema, canceló la República Federal, convirtiendo a los Estados en Departamentos dependientes del poder central.

El mismo Antonio López de Santa Anna proclamó en 1843, otra Carta Magna, conocida como «Las Bases Orgánicas», que confirmaban la República Centralista.

En 1847, los federalistas encabezados por Gómez Farías nuevamente tomaron el poder poniendo en vigor la constitución de 1824, y mediante el "Acta de Reformas" el país retomó la figura de República Federal.

El antecedente legislativo mas cercano al congreso de 1917, lo tenemos en la constitución del 5 de febrero de 1857, cuando era presidente Ignacio Comonfort. Con ella se intentaba, otra vez, controlar la riqueza de los grupos civiles y religiosos.

Cuando el ejército constitucionalista, jefaturado por Venustiano Carranza domina en la mayor parte del territorio nacional; las tropas de Villa, prácticamente diezmadas y las de Zapata, por decretos expedidos el 14 y 19 de septiembre de 1916, Carranza, en su calidad de encargado del poder ejecutivo, convocó a la elección de diputados, que deberían estar presentes el 20 de noviembre en Querétaro para realizar juntas previas a un Congreso, el cual se inauguraría el primero de diciembre. Su principal objetivo: reformar la constitución de 1857.

El 20 de noviembre de 1916, seis años después de haber estallado la revolución, los presuntos diputados tuvieron la primera junta preparatoria en el salón de actos de la Academia de Bellas Artes de Querétaro.

En total, fueron doce las juntas previas. En ellas se revisaron los documentos que comprobaban la elección de los diputados, algunos de los cuales no fueron admitidos por ser tachados de contrarrevolucionarios o enemigos de la patria (como debiera hacerse ahora, en el siglo XXI)

Y como estaba previsto, el primero de diciembre de 1916, en un abarrotado Teatro lturbide -hoy de la República-, fue inaugurado el Congreso con la presencia de Venustiano Carranza, quien presentó su proyecto de reformas para que fuera analizado.

Fue electo Presidente de la Asamblea el licenciado Luis Manuel Rojas, diputado por Jalisco: era el mismo hombre que en febrero de 1913 escribió un tremendo «yo acuso" contra el Embajador de los Estados Unidos, atribuyéndole complicidad en los asesinatos de Madero y Pino Suárez.

En el Congreso, surgieron dos grupos con puntos de vista distintos: uno lo integraban los Carrancistas o moderados, teniendo como líder al tabasqueño Félix F. Palavicini; el otro grupo lo componían los radicales, cuyo guía fue el michoacano Francisco J. Múgica.

En la tribuna se escucharon los discursos de admirados humanistas universitarios; participaron obreros modestos y valientes campesinos; dieron forma literaria al texto constitucional bravos y románticos periodistas, y destacaron por su entusiasmo numerosos profesores de provincia, como relatan las crónicas de ese tiempo.

Los radicales manifestaron su inconformidad con el proyecto de Carranza, por considerarlo demasiado prudente o tímido; proponían transformaciones de fondo, pues pensaban que los problemas del país eran muy diferentes a los observados 60 años atrás, cuando se expidió la Constitución de 1857.

Por esos días, en 1916, México tenía más obreros con dificultades de trabajo, de salario justo, sin derecho a huelga; los campesinos estaban pobres y sin tierra. La mayoría de las industrias y la explotación del petróleo estaban en manos de extranjeros.

Radicales y moderados se aprestaron a defender sus posiciones, y a conquistar nuevos frentes. La lucha era de altura: de ideas; combatirían con un arsenal de razones, lanzadas con vehemencia.

Durante todas las sesiones el público llenó las galerías del teatro; asistieron estudiantes, profesionistas, obreros y campesinos, que aprobaban o repudiaban algunos puntos de vista de los diputados.

En muchos aspectos los congresistas coincidieron; pero hubo notorias discrepancias como los temas relativos a la educación, a la cuestión laboral y del campo, al presidencialismo y a las relaciones de la Iglesia y el Estado.

En cuanto a la educación pública los radicales proponían lo siguiente: prohibir la enseñanza de religión; que la instrucción primaria fuera obligatoria y gratuita, y que el Estado vigilara que las escuelas particulares cumplieran lo anterior.

Los moderados rechazaron la propuesta radical, argumentando que la enseñanza debía ser completamente libre, dejando al individuo escoger la educación que mejor le conviniese.

El diputado radical Francisco J. Múgica alegó en favor de su proyecto, señalando que la educación debía ser impartida por el Estado procurando el desarrollo nacionalista del país.

Tras de cuatro días de acalorados debates, el artículo tercero fue aprobado según la fórmula radical con 99 votos a favor y 58 en contra. Los moderados recibieron la primera de varias derrotas, a pesar de que en la sesión en que se abrieron las discusiones sobre este artículo contaron con la presencia de Venustiano Carranza, quien se limitó a ver y oír.

Acerca de la educación pública en México es necesario acentuar que ésta, según el espíritu de la constitución, no es atea, ni tampoco religiosa, sino simplemente laica. Que significa que no pertenece a la iglesia, a ninguna iglesia.

El artículo 27, sobre la propiedad y reforma agraria fue discutido en largas sesiones fuera del Congreso en la casa del diputado Pastor Rouaix. En las reuniones se puso en claro que entre 15 millones de habitantes, tres millones no tenían ni un pedazo de tierra, mientras que 834 terratenientes o latifundistas acaparaban, ellos solos, las dos terceras partes del territorio nacional.

Para la redacción de este artículo se tomaron en cuenta los antiguos anhelos del campesinado por obtener tierras.

En el artículo 27 quedó establecido que las tierras y aguas del territorio mexicano, así como las riquezas del subsuelo, incluido el petróleo y las minas, son de la nación, la cual puede dar propiedades a los particulares, pero conserva el derecho de expropiarlas cuando lo considere necesario por causa de utilidad pública. Asimismo se propone la división o fraccionamiento de los latifundios, para desarrollar la pequeña propiedad con el reparto de tierras.

El artículo 28 prohíbe el monopolio, concentración y el acaparamiento en una o pocas manos de las actividades de la industria y el comercio, y de toda aquella que tenga por objeto el alza de precios, y la obtención de ventajas indebidas en beneficio de una o varias personas, y en perjuicio del público en general.

En materia laboral las discusiones entre moderados y radicales no fueron violentas, más bien hubo consenso favorable para proteger al trabajador. Por votación unánime se aprobó la jornada máxima de ocho horas; un salario mínimo para cada región de la República; la protección a la mujer respecto a la maternidad; el descanso obligatorio de un día por semana y las vacaciones; la participación de los obreros en las utilidades de las empresas; el derecho de formar sindicatos y el derecho de huelga.

Para elaborar el artículo 123, se pensó en los esfuerzos de los hermanos Flores Magón por dignificar a la clase trabajadora, y en la colaboración armada de los batallones rojos de la Casa del Obrero Mundial, en apoyo del constitucionalismo.

El artículo 130, relacionado con el Art. 24, que permite la libertad de creencias, ordenó que los ritos religiosos se efectúen dentro de los templos; que los ministros o sacerdotes de cualquier religión no participen en política.

En la nueva Constitución se conservaron los tres poderes tradicionales: el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial, los que están sujetos a un gran poder: el del pueblo. Al Ejecutivo se le otorgan más derechos, más fuerza sobre el legislativo y judicial para mantener la unidad de mando. Una de esas atribuciones del presidente es la de ser Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas, y la de nombrar Ministros o Secretarios de Estado.

El 31 de enero de 1917 el Congreso Constituyente se clausuraba, los 184 diputados asistentes juraron cumplir la recién emanada Constitución. Luego lo hizo el señor Carranza. El presidente del Congreso, el licenciado Luis Manuel Rojas, ante el teatro repleto dijo: "Es claro que la obra legislativa que surge de este Congreso había de caracterizarse por su tendencia a buscar nuevos horizontes en bien de las clases populares, que forman la mayoría de la población mexicana, que han sido tradicionalmente desheredadas y oprimidas".

En efecto, la nueva Constitución era el producto de las ideas y exigencias de todos los grupos revolucionarios integradas en las proposiciones triunfantes de los diputados radicales. La labor de los legisladores, tanto moderados como radicales, había sido tesonera, infatigable; desde el 20 de noviembre celebraron en total 12 juntas preparatorias; y desde el primero de diciembre al 31 de enero, realizaron 69 sesiones ordinarias, contando la inaugural y la de clausura.

El 5 de febrero de aquel 1917, la constitución fue firmada y publicada solemnemente por Venustiano Carranza, y entraría en vigor el 1º de mayo del mismo año. Así se cierra esta etapa en la que se renuevan los cimientos legales de la República, reformándole unas partes y construyéndole tramos nuevos en otras.

LEWIS H. MORGAN Y LOS AZTECAS

El enfoque de lo que ocurrió hace casi 500 años, tiene que hacerse con criterio científico, o al menos sentar las preocupaciones legítimas que tenemos muchos mexicanos sobre el grado de desarrollo en que se encontraban los núcleos humanos que encontraron los españoles en el altiplano mexicano, en el momento en que llegaron a las costas de México.

Lewis H. Morgan, en su interesante trabajo, “La Sociedad Primitiva”, publicado en 1877 y que mereció la consideración de los hombres de ciencia, señala: “los conquistadores españoles que se apoderaron del pueblo de Méjico sostuvieron, acerca del pueblo azteca, la teoría errónea de que era una monarquía análoga, en puntos esenciales, a los existentes en Europa. Esta opinión fue acogida en general por los escritores españoles de los primeros tiempos sin investigar minuciosamente la estructura y principios del sistema social azteca. Este concepto erróneo engendró una terminología no concordante con sus instituciones, la que ha viciado la narración histórica casi tan completamente como si fuera una invención calculada”.

El investigador citado agrega: “se han escrito sobre los aborígenes mejicanos y la conquista española más tomos (en la proporción de diez a uno) que sobre cualquiera otro pueblo del mismo adelanto, o sobre cualquier otro acontecimiento de parecida importancia. Y sin embargo, no hay pueblo del que se conozca menos exactamente sus instituciones y plan de vida. El notable espectáculo presentado, de tal modo inflamaba la imaginación, que el romanticismo se apoderó del campo, y se mantiene en él hasta la hora presente. El fracaso resultante al pretender indagar la estructura de la sociedad azteca entrañó una pérdida grave para la historia de la humanidad. No debía ser esto causa de inculpación a ninguno, pero sí de hondo pesar…”

Reforzando sus ideas sobre la deformación de la inmensa mayoría de las obras escritas sobre los aztecas, Morgan insiste: “en aquél tiempo parecía existir una razón para describir el gobierno como una monarquía: la ausencia de conocimientos fidedignos de sus instituciones, pero ya no se puede defender ese concepto erróneo. Lo que hallaron los españoles fue sencillamente una confederación de tres tribus indias, a semejanza de las que existían en todas partes del continente, y en sus descripciones no tuvieron motivo para ir más allá de este único hecho. El gobierno era administrado por un consejo de jefes, con la cooperación de un comandante general de los cuerpos militares. Era un gobierno de dos poderes: el civil, representado por el consejo, y el militar, por un jefe guerrero principalmente. Ya que las instituciones de las tribus confederadas eran esencialmente democráticas, el gobierno se podría designar como una democracia militar si es que se quiere una designación más precisa que la de la confederación”

A pesar de que han transcurrido 135 años desde que se publicó ese importante trabajo científico y no obstante los hallazgos arqueológicos que confirman las conclusiones de Morgan, predominan las apreciaciones falsas y la terminología equivocada que utilizaron los narradores españoles que no tenían, por otra parte, conocimientos de Antropología para entender o interpretar lo que vieron o les fue narrado. Siguen hablando de monarcas y reyes, y llegan a designar la confederación de tribus como si se tratara de un Estado moderno, cuando esas figuras e instituciones con que se interpretó equivocadamente la organización azteca corresponde, en Europa, a la parte alta del feudalismo, muy lejos de la cual se encontraba una sencilla y democrática confederación de tribus.

Los descubrimientos realizados en los últimos cien años deben servir para reinterpretar buena parte de la realidad prehispánica, para que los jóvenes y las nuevas generaciones de mexicanos comprendan, con mayor claridad, la grandeza de nuestros antepasados.

En 1521 -después de 2 años de haber arribado a las costas de Veracruz- un grupo de españoles que no excedían de 550 hombres, todos provenientes de Cuba, donde Hernán Cortés prácticamente escapó de otro grupo que comandaba Diego Velázquez, contrario a que Cortés encabezará esa aventura en nombre de la Corona española- cayó la Gran Tenochtitlan, y con esa derrota de iniciaron tres siglos de dominio español, comprendidos entre los siglos XVI, XVII y XVIII.