sábado, 22 de octubre de 2011

HACIA EL 2012: CAMBIAR EL MODELO NEOLIBERAL

Después de 29 años de neoliberalismo en México, se conocen bastante los efectos devastadores sobre el pueblo mexicano que lo ha padecido, casi sin posibilidad de protestar.

Sin embargo, es necesario insistir en sus características y en todos los males que ha provocado, tanto para la soberanía nacional como para el nivel de vida de la inmensa mayoría de los mexicanos.

Hay que decir en primer lugar, o mejor dicho, insistir, en que el neoliberalismo no tiene raíces en nuestra historia, a pesar de los inútiles esfuerzos de sus defensores por encontrarle origen y justificación en la historia nacional, particularmente en las acciones de la brillante generación liberal del siglo pasado. El liberalismo social, invento salinista y copia de ingenuos, fue una verdadera pifia, y nada más.

El neoliberalismo ha sido impuesto por los intereses económicos del imperialismo norteamericano, a través de no más de 300 empresas transnacionales que dominan la economía mundial, cuya matriz se localiza en los países capitalistas desarrollados, empeñados en acelerar la globalización, que arrastra al resto de los países sometidos y dominados.

Como receta brutal impuesta por esos intereses, el neoliberalismo ha encontrado fieles ejecutores en México, con mentalidad de colonizados, en lo que son propiamente tres décadas perdidas.

Los neoliberales, desde 1982, le declararon la guerra al propio pueblo que los vio nacer: establecieron una sólida alianza con las empresas transnacionales, a las que ha servido incondicionalmente y declararon la guerra a los trabajadores, a los que ha impuesto salarios de hambre, empezaron a privatizar la seguridad social y ha mantenido al alza el desempleo.

El neoliberalismo le declaró la guerra a los campesinos, a los que retiró crédito y financiamiento para sus cultivos, les destruyó la Conasupo y desapareció los precios de garantía, desapareció el derecho a la tierra establecido por la Constitución de 1917 y sentó las bases legales para que resurja el latifundio que la Revolución de 1910 destruyó en gran parte.

Declaró la guerra también a la media, pequeña y micro empresa, al abrir de par en par las puertas de la frontera norte con un país de poderosa economía y agresividad sin límite.

El neoliberalismo declaró la guerra a los sindicatos, a las organizaciones profesionales, a los partidos representativos de la clase trabajadora y a cualquier tipo de organización social, política o cultural que le pudiera representar la más mínima resistencia.

El ejemplo más claro fue la destrucción del Partido Popular Socialista, que fue infiltrado por verdaderos simuladores, auténticos liquidadores de ese partido marxista.

Durante tres décadas se ha mantenido la política de contención salarial, la reducción del gasto público, el abandono por parte del Estado de los sectores más débiles, se ha privatizado el patrimonio nacional hasta decir basta y se amenaza con entregar a los negociantes privados el petróleo y la electricidad, mediante el corrupto proceso de privatización; se extranjerizó la banca, se condujo al rompimiento de la propiedad social en el campo, para privatizar el ejido y fortaleciendo la propiedad privada de la tierra.

Se ha mantenido una política de puertas abiertas al capital extranjero, a las mercancías del exterior, a la reducción del papel del Estado en el desarrollo económico y al mantenimiento de la iniciativa privada, extranjera y doméstica, como columna vertebral de dicho desarrollo.

Las decisiones fundamentales en materia económica ya no se toman en México, porque los neoliberales se han sometido a los mandatos de los organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, y modificaron la política internacional de México, plegándose a los intereses del gobierno yanqui.

El neoliberalismo es la madre y el padre del narcotráfico, del crimen organizado, de los migrantes mexicanos, de la pobreza y la miseria en que se debaten millones de compatriotas, de los millones de mexicanos sin empleo, de los cuadros profesionales calificados que no encuentra empleo en su tierra, de la tremenda corrupción que crece, todos los días, como un volcán en erupción, de la desesperanza y frustración en que sobreviven millones de hermanos mexicanos.

Esta situación oprobiosa no puede continuar y debe cambiar de raíz. El 2012 representa una oportunidad para que los intereses populares se manifiesten y prevalezcan. La demanda fundamental es el abandono del modelo neoliberal.

En este blog se han dado a conocer y seguirán publicándose algunas de las propuestas con esa orientación. Los mexicanos, desde distintas trincheras, tenemos que contribuir a esa lucha.

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