miércoles, 5 de octubre de 2011

EL PUEBLO MEXICANO DEFIENDE A PEMEX

Como verdaderos buitres se comportan los que buscan, a toda costa, apoderarse de Pemex. Sin ningún recato ni consideración han violado la Constitución y las leyes relativas a la explotación del petróleo, actividad que expresamente reservan a la nación mexicana –a través del Estado que es su representante jurídico- según el texto de la última parte del tercer párrafo del artículo 27 de la Constitución Política del los Estados Unidos Mexicanos, que ordena: “Corresponde a la Nación el dominio directo…del petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos y gaseosos”.

La anterior disposición constitucional que, por técnica jurídica, tiene una redacción general, más adelante es contundente, clara y precisa. Ordena la parte final del párrafo quinto del propio artículo 27 constitucional: “Tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos o de minerales radioactivos, no se otorgarán concesiones ni contratos, ni subsistirán los que, en su caso, se hayan otorgado y la Nación llevará a cabo la explotación de esos productos, en los términos que señale la ley reglamentaria respectiva”.

Los tecnócratas y neoliberales fundamentalistas han violado sistemáticamente ambas disposiciones de nuestra Carta Magna. A toda costa -y hasta hoy a través de una operación hormiga- a plena luz del día han estado entregando contratos a empresas privadas, muchas de capital extranjero, para que realicen trabajos que nuestra Constitución reserva de manera exclusiva al Estado Mexicano.

Como letanía los enemigos declarados de Pemex que transitoriamente se encuentran en el poder, vuelven a repetir las ya conocidas “razones” de sus maestros neoliberales para lanzarse violentamente contra Pemex. Calderón y su partido se conducen como peones serviles de los grandes intereses económicos, tanto de dentro como del exterior, haciendo el trabajo sucio contra el pueblo de México para despojarlo de su riqueza petrolera.

Cualquiera que haya leído someramente la historia del Partido Acción Nacional, sabe muy bien que este partido reaccionario nació directamente para combatir los aspectos y logros más importantes de la Revolución Mexicana: nació contra la Reforma Agraria, para oponerse al reparto de la tierra a los campesinos; nació contra la Expropiación Petrolera, decretada por el patriota Lázaro Cárdenas, para permitir que siguieran explotando esa riqueza las compañías extranjeras; nació contra la avanzada legislación laboral, para continuar la sobreexplotación de los trabajadores por el capital.

Desde el poder, usando y abusando de sus facultades, y violando la Constitución y la legislación petrolera, el PAN y Calderón creen que ha llegado el momento de tomar revancha histórica y regresar a los extranjeros la riqueza petrolera, que con grandes sacrificios recuperó nuestro pueblo, en la jornada histórica del 18 de marzo de 1938, que permanece en la memoria popular, porque no sólo recuperó esa riqueza natural, sino que reafirmó nuestro carácter de país soberano. Sin esa medida, que también nos permitió recuperar la dignidad como país independiente, México no hubiera desarrollado sus fuerzas productivas ni promovido el crecimiento económico.

Conociendo los antecedentes cristeros de Felipe Calderón, su formación ideológica reaccionaria y su carácter neoliberal, es claro que el petróleo mexicano está en la mira para desnacionalizarlo. Es más, es una decisión anunciada por el panista y apoyada por todos los neoliberales, quienes de manera desvergonzada se suman, como peones leales, a las pretensiones privatizadoras del gobierno de Calderón.

No hay un solo argumento que justifique esa medida desnacionalizadora. Si Pemex tiene problemas financieros, es porque los neoliberales se los han creado o se los han inventado para “explicar” la presencia ilegal de capital privado en las actividades de la empresa nacional, y para tratar de “justificar” la desnacionalización del petróleo mexicano. Aspecto, este último, en el que insistió una vez más Calderón, repitiendo las mentiras neoliberales sobre la competitividad y la productividad, cuando todo mundo sabe cuáles son los verdaderos propósitos de estos herederos de Antonio López de Santana.

Sin duda, así como el pueblo se movilizó para apoyar y defender la expropiación petrolera en 1938, ahora se movilizará para rechazar enérgicamente, por antinacional y antipopular, la decisión del gobierno panista de desnacionalizar el petróleo mexicano, medida esta última que constituye, desde el ángulo que se le quiera ver, una verdadera traición a la Patria.

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