sábado, 18 de mayo de 2013

EL PRI PONE A REMATE PARTE DEL TERRITORIO NACIONAL



 Mientras buena parte de la opinión pública –sobre todo la que se genera en las redes sociales- se entretiene con casos de marrullerías electorales, y el uso de los programas sociales para adquirir votantes y votos, o el escándalo provocado por la prepotencia de los junior del nuevo PRI, éste partido a través de sus dirigentes parlamentarios sigue su ofensiva contra la Constitución General de la República cuyo contenido, en su inmensa mayoría, les parece un dogma del que les urge deshacerse.

En los años recientes han seguido dos caminos para anular disposiciones o derechos fundamentales consagrados a nivel constitucional: sin reformar la Constitución modifican las leyes secundarias y anulan la norma constitucional, o de manera abierta presentan iniciativas para reformar disposiciones fundamentales de nuestra Carta Magna.

¿Y la historia mexicana, parte de la cual se expresa en la Constitución Nacional, dónde queda?

Para ellos todo lo que no encuadre en el neoliberalismo, en el fundamentalismo de mercado, en la sacrosanta e impronunciable competitividad, en la violenta privatización del patrimonio nacional, es dogma, es mito, es nostalgia del pasado y otros calificativos más.

Hoy su política ya no comprende la privatización de minas, siderurgia, teléfonos, líneas aéreas, ferrocarriles, banca y crédito, etc. No. Eso ya lo privatizaron, ya se lo entregaron –mediante verdaderos remates- a intereses privados. Ahora van por la privatización de lo que queda, el suelo y el subsuelo de la nación, los recursos energéticos (petróleo, electricidad y las nuevas fuentes de energía como la eólica, y si pueden, hasta la energía solar). Van, en el sentido real del término por el remate del territorio nacional.

No otro sentido tiene la iniciativa priista para privatizar, y por lo tanto desnacionalizar, las fronteras y costas de México, que con la Constitución vigente está prohibido.

Sin duda, un pilar fundamental de la soberanía nacional y de la integridad territorial de la República mexicana fue incorporado por el Constituyente de Querétaro en el artículo 27 constitucional, al establecer una prohibición clara, precisa y contundente a los extranjeros para adquirir el dominio directo de tierras y aguas en una amplia zona de las fronteras y las costas.

Tal prohibición quedó establecida en la fracción I del artículo 27 constitucional, según la cual, “en una faja de cien kilómetros a lo largo de las fronteras y de cincuenta en la playas, por ningún motivo podrán los extranjeros adquirir el dominio directo de tierras y aguas”.

Este enunciado breve de la Constitución mexicana es producto de las constantes agresiones provenientes del exterior, que según los modernos neoliberales del PRI ya no existen porque ahora los filibusteros expansionistas se han transformado en  hermanas de la caridad, como también lo han hecho las grandes inmobiliarias extranjeras.

Pretendiendo aparecer como modernizadores, los nuevos priistas se conducen como representantes de poderosos  intereses económicos, sin que nada les importen los intereses de la nación y del pueblo.

Mi maestro de la Facultad de Derecho de la UNAM, el Doctor Carlos Arellano García, en un breve estudio titulado “Evolución de la cláusula Calvo y la zona prohibida en el Derecho Constitucional Mexicano y en el Derecho Internacional” refiriéndose a una iniciativa con propósitos similares a la de los priistas “modernos” señala enfáticamente que “los que suscribieron la iniciativa a la que nos referimos no tienen la más remota idea de lo grave que resulta su iniciativa desde el punto de vista de los intereses nacionales, pareciera que patrocinan intereses extranjeros en contra de los derechos fundamentales y los intereses vitales de nuestro país”.

Hay que repetirlo: la iniciativa presentada por Manlio Fabio Beltrones, y ya aprobada por la Cámara de Diputados,  representa un atentado contra la soberanía nacional, contra la integridad del territorio nacional, contra la seguridad nacional y contra los intereses –posesiones ejidales y propiedades- de muchos mexicanos que viven en la zona costera y fronteriza.

 Dicen los priistas que con esa medida crecerá la economía. Es una falsedad que sólo rematando parte del territorio nacional se logre ese propósito. La finalidad es otra.

Con dicha iniciativa -antinacional y antipopular- el nuevo PRI trata, entre otras cosas, de legalizar las posesiones anticonstitucionales que muchos extranjeros tienen en las costas y las fronteras, a través de prestanombres, de fideicomisos y otras maniobras sucias contra el interés de la patria, y despojar a ejidatarios y pequeños propietarios, sobre todo de la zona costera.

Es ni más ni menos otra iniciativa desnacionalizadora de los herederos de la mal llamada “generación del cambio” que comandó Carlos Salinas, y todos ellos son herederos de Antonio López de Santana y de los vendepatrias que han existido a través de nuestra historia,  que hoy reviven cobijados por la bandera neoliberal impuesta desde el exterior.

Ya sabemos, porque lo han demostrado siempre, que a los neoliberales no les preocupan los intereses nacionales, pues, además, están previendo un jugoso negocio, donde ellos serán los amanuenses y peones de los grandes intereses económicos, directamente de las grandes inmobiliarias extranjeras.

Este propósito del nuevo PRI de poner a remate y desnacionalizar una importante extensión del territorio nacional debe denunciarse y combatirse. No es posible que sigan agrediendo a México y a los mexicanos.