miércoles, 19 de octubre de 2011

EL GOLPE DE ESTADO


Artículo escrito 2 semanas después del fraude de la derecha del 2006.

El tiempo transcurrido del domingo 2 de julio a la fecha -menos de 20 días- ha dejado perfectamente claro el cúmulo de irregularidades, muchas de ellas constitutivas de delitos, cometidas por el gobierno federal, algunos gobiernos estatales, el PAN y su candidato.

Lo que ha quedado demostrado, para propios y extraños, es que nos encontramos frente a un enorme fraude electoral que representa un peligroso retroceso en las aspiraciones populares legítimas de constituir un régimen de democracia electoral.

1.- Está demostrado hasta la saciedad la intervención indebida de toda la estructura del gobierno federal y la continuidad de una campaña a favor del candidato presidencial del PAN que adquiere, peligrosamente, rasgos fascistoides y abre las puertas a un enfrentamiento social.

Quienes se han colocado al margen de la ley son el candidato panista, su partido y quienes lo reconocen como ganador de una elección sobre la que no hay ninguna resolución del órgano competente para hacerlo. Además en la medida que transcurre el tiempo y se aportan más pruebas sobre el fraude, Calderón y su partido están más acorralados que antes y a la defensiva frente al legítimo interés de que prevalezca la limpieza en los resultados de la elección.

No es exagerado hablar, como ya lo hacen muchos analistas políticos, de un golpe de Estado que, como todo acto de esa naturaleza, proviene de la derecha y de los sectores económicamente poderosos. En ninguna parte del mundo ni en ninguna época la izquierda ha dado un golpe de Estado, al contrario, quienes históricamente ha resultado víctima de ese tipo de acciones son la izquierda y los movimientos populares.

2.- Quien se mantiene a la ofensiva, dentro de los cauces de la ley es el candidato presidencial del PRD y el movimiento popular que ha propiciado, como no se había visto en la reciente historia de nuestro país. Se trata de un movimiento pacífico, ordenado, de acuerdo con la ley, que tratara de ser descarrilado por sus enemigos, pero que no tiene naturaleza violenta.

3.- Lo del PRI es una verdadera tragedia, no solo por la disminución notable de su votación, sino porque perdió lo poco que le quedaba de nacionalista. Las traiciones internas que están saliendo a la luz, y que muestran que muchos gobernadores priistas trabajaron desde el PRI a favor de Calderón, lo coloca en la antesala de una severa crisis de identidad, si no rectifica a tiempo.

Frente a la polarización de las fuerzas políticas como resultado del proceso electoral, o el PRI se inclina por convertirse en un partido de derecha, o se coloca francamente como un partido nacionalista, progresista y revolucionario, expulsando de sus filas a los neoliberales que lo hundieron y lo condujeron a la derrota electoral.

Muy lamentable resulta el papel obsequioso que algunos gobernadores priistas, que se creía tenían una posición avanzada, han adoptado para respaldar a Calderón, asumiendo la actitud indecorosa de la muchacha solícita.

4.- El papel de comparsa que se le asignó a Roberto Campa y a Patricia Mercado, ha quedado más que evidente al pronunciarse, de manera ilegal, a favor de Calderón, dispuestos a cambiar el alma por tortillas duras, según la dura expresión popular.

5.- Los resultados electorales nos ponen, también frente a un hecho inocultable: el IFE, al que se ha manejado de manera facciosa para favorecer los intereses del candidato panista, ha quedado en el total desprestigio, y ha herido de manera muy grave los esfuerzos del pueblo mexicano por avanzar en la vida democrática.

6.- Finalmente, la consignación de Luís Echeverría por el delito de genocidio, y su consecuente liberación, aunque haya sido una maniobra del gobierno federal, sienta un buen precedente porque abre el camino para que los sucesivos gobiernos sean acusados y juzgados por las múltiples violaciones a la legalidad cometidas durante su mandato, y sobre todo, en estos momentos, en el proceso electoral.

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