lunes, 10 de octubre de 2011

EL CLERO LEVANTISCO

A pesar de que el PAN esté transitoriamente en el gobierno, el Estado Mexicano es laico. La propia Constitución y leyes secundarias separan clara y categóricamente las funciones estatales de las que realiza la iglesia, quien está sometida al poder civil.

Desde las Leyes de Reforma el Estado mexicano fue recuperando espacios que antes, sobre todo durante los 300 años de coloniaje español, tenía el Estado-iglesia cuya mancuerna se dio desde el inicio de la conquista. Por eso detrás de la espada venía la cruz para someter física y espiritualmente a los nativos.

Los conquistadores españoles, la gran mayoría aventureros y desocupados, siempre y en todas partes contaban con la presencia de religiosos que celebraban actos de esa naturaleza después de las masacres que realizaban las turbas ibéricas sobre la población de estas tierras. Todo lo anterior está plenamente documentado en la historia nacional, y el pueblo mexicano tiene memoria de su historia. Jamás se podrán borrar de la conciencia colectiva los abusos y horrores cometidos por la iglesia católica, apostólica y romana contra la población nativa.

Incurren en una grave irresponsabilidad los que pretenden regresar a tiempos ya superados. El pueblo mexicano decidió, en jornadas decisivas, colocar a la iglesia en su justo lugar y dar supremacía al poder del Estado. La iglesia, por mandato constitucional y legal, no tiene en México y no volverá a tener poder político. Esto lo deben entender los miembros del clero empeñados en recuperar fueros y privilegios. La misma sociedad mexicana, las nuevas generaciones son, cada día, menos religiosas.

La Constitución mexicana garantiza la libertad religiosa. Aquí no hay persecución. Cada quien cree en lo que quiere o le convenga, o no tiene creencia religiosa. El último conflicto que sufrió el pueblo mexicano en este aspecto fue el de la revuelta cristera, auspiciada por el clero, para oponerse a la Constitución de 1917. A raíz de esa revuelta el clero se hizo la víctima y creó sus propios mártires: los “mártires cristeros” que lo son también de Felipe Calderón.

Recuerdo que en una reunión organizada por el clero, Calderón -despojándose de su investidura presidencial- asumió indebidamente el papel de predicador e inició su discurso (sic) como si fuera una homilía. A partir de ese momento el clero católico arreció su ofensiva contra el Estado laico y asumió claramente una conducta levantisca y golpista contra las instituciones republicanas que tanto escozor le provocan. Como siempre el clero en pleno recurre a descalificaciones y ofensas, consciente de que uno de los suyos está en Los Pinos.

En una manifestación parecida a las que padecen los esquizofrénicos, el clero califica al Estado laico como una lacra histórica y ubica a los mexicanos como unos acomplejados, lo que me recordó, en mi niñez, la homilía que escuché en mi pueblo de un cura ebrio que desde el púlpito se lanzaba contra todo y contra todos, en un sermón incoherente y lleno de barbaridades. A los partidarios de la separación Estado-iglesia, en actitud prepotente les endilga una serie de calificativos casi parecidos a los que profirió contra el cura Miguel Hidalgo.

Y es que Calderón alentó a la élite clerical y a los gobernantes clericales para platear por enésima ocasión sus inclinaciones medievales en torno al Estado, a la familia y a las relaciones de pareja. Exigió tener un partido católico, a pesar de que ya cuenta con el PAN. Aparte de injuriar a los que no comparten sus ideas, que son auténticas aberraciones, creyeron llegado el momento de aplicarlas, como ocurrió en Guanajuato, donde fracasó un intento cristero de la autoridad panista de entrometerse en la vida de las parejas, lo que recuerda parte del artículo 10 de la constitución de los cristeros (sic), que prohíbe usar vestidos que “no cubran el cuerpo diez centímetros abajo y alrededor del cuello, quince centímetros abajo y alrededor de la axila y veinte centímetros debajo de la rodilla, y los que por su transparencia y estrechez, resulten ser inmorales”. ¡Qué barbaridad!

Y ya desbocados, culparon a las mujeres de las agresiones sexuales ¡que ellas sufren!, porque los escotes y minifaldas provocan a los hombres, y con eso exculpan a los violadores. En realidad está pidiendo que se aplique el mamotreto cristero, frente a lo cual las primeras que se pitorrean del clero son las mujeres católicas. ¡Vea usted dónde está el futuro promisorio que ofrece el clero!

No hay comentarios:

Publicar un comentario