domingo, 16 de octubre de 2011

IRRESPONSABILIDAD DE LA TELEVISIÓN PRIVADA

A raíz de la llamada Ley Televisa se desató la crítica contra los privilegios que tienen, en México, las televisoras privadas. En esencia esa ley las protege contra cualquier tipo de competencia y les otorga todas las posibilidades para seguir manipulando, a su antojo, a la opinión pública.

La televisión privada en México es un enorme negocio, es un monopolio cerrado, sin ninguna responsabilidad ante la sociedad, que no permite la libertad de expresión, niega el derecho a la información y propicia la más grosera manipulación de la opinión pública. Se ha convertido, en el gran elector en los procesos comiciales de todos los niveles y asume oficiosamente el papel de juez severo, bajo la divisa: con la televisión todo, contra la televisión, nada. O se está con la televisión privada, o se corre el riesgo de ser juzgado y sentenciado, sin posibilidades de apelación y en un absoluto estado de indefensión.

Es un fabuloso negocio por lo que todos los mexicanos ven diariamente en la pantalla chica. Prescindiendo de otros datos nada más bastaría uno solo que se ha dado a conocer recientemente y que ha sido motivo de muchos comentarios: el 70% de los gastos de los partidos políticos, en los procesos electorales recientes, se fueron a la televisión privada, y ese 70% significa muchos millones de pesos.

Su influencia en los procesos electorales es decisiva, ya se trate de las elecciones federales, estatales o municipales, sin asumir las obligaciones que tienen los partidos políticos, pontificando a diestra y siniestra. Poco nos falta en México –aunque a decir verdad ya ocurrió- para que llegue un patán al poder como fruto directo de las campañas a través de la televisión, en un fenómeno parecido al que tuvo lugar con Berlusconi en Italia o Collor de Melo en Brasil.

Esa influencia en parte se explica porque las nuevas generaciones de México se informan, divierten y pervierten a través de la televisión, pues en México ya vivimos gran parte de lo que Giovanni Sartori expone de manera tan clara y brillante en uno de sus mejores libros,” El Homo Videns”. Y digo pervierten porque si de algo carece la televisión privada es del más mínimo interés por transmitir programas educativos que eleven el nivel cultural de los televidentes. En esencia su programación es, para decirlo de la mejor manera, deseducativa.

Muchas veces sin que en la casa de los mexicanos se presenten escenas que deformen la educación de padres e hijos, la televisión privada los incorpora todos los días y a toda hora. Ya se ha dicho, desde hace mucho tiempo, que lo que la escuela construye por la mañana, la televisión lo destruye por la tarde.

La televisión privada ha hecho del amarillismo y de la estridencia las mejores armas para mantenerse en el interés de la gente. Si se atiene uno a los noticieros televisivos, México sería hoy un país lleno de delincuentes. Los mejores programas para los dueños de las televisoras privadas son los que les generan mayor audiencia, sea lo que sea; los mejores noticieros para ellos son los que contienen pura nota roja, sin la menor reflexión sobre las causas que generan los fenómenos sociales que proyecta en la pantalla, sobre todo el de la delincuencia. Los programas más cotizados para los propietarios de los canales televisivos son los que ensucian la vida familiar. Para curarse en salud y presentarse como el máximo ejemplo de la filantropía, recurren al impulso de programas caritativos como el Teletón o de otras cosas parecidas, pero su grado de irresponsabilidad social está llegando a límites intolerables.

Y, además, profesionales responsables han demostrado cómo la televisión privada utiliza al Teletón para no pagar impuestos, o mejor dicho, cómo logran que la gente de buena fe pague los impuestos que deberían pagar los concesionarios televisivos.

Ni hablar siquiera de que a través de la televisión privada pudiera ejercerse la libertad de expresión. Es un medio alejado, muy alejado de los sectores críticos y muy cerca de los aduladores y consejeros morales falsos.

El ruido que han armado las televisoras privadas en México, a raíz de la decisión del gobierno soberano de Venezuela de no renovar la concesión al monopolio televisivo de ese país, aparte del ruido que hacen expresa el temor de que algún día les ocurra algo parecido aquí, desde luego no por ahora, porque los compromisos del actual gobierno federal y de algunos estatales son muy fuertes.

No es cierto que defiendan la libertad de expresión, al lanzarse con todo contra el Presidente venezolano Hugo Chávez, como falsamente se presentaron, lo que realmente defienden es el jugoso negocio que ha sido la televisión concesionada.

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