martes, 28 de abril de 2020

LOS MISERABLES EN LA PANDEMIA



En un Cartón aparecido en el diario La Jornada, de México, el cartonista, lleno de ingenio y claridad política, señalaba que el covid19 había servido para que muchos se pusieran tapabocas, y algunos más (una minoría rabiosa de neoliberales, digo) se quitaran la careta.

Quizá habría que precisar, que el covid19 los obligó a quitarse la careta y aparecer, como lo que realmente son: unos verdaderos miserables.

En México, esos miserables apuestan a todo para que el gobierno de López Obrador fracase en el combate a la epidemia. Y no hay medida adoptada por el gobierno que no rechacen, sin aportar argumentos que valga la pena considerar.

Muchos empresarios y periodistas (sic), promotores y beneficiarios de la criminal política neoliberal, de manera mágica, se presentan como expertos epidemiólogos, virólogos, infectólogos, expertos, como diría el clásico, en el todo y la parte.

Resalta la ambición desmedida e incontrolable de los empresarios, que saquearon los recursos del pueblo, hasta decir basta, durante los 36 años de neoliberalismo. Y no sólo reclaman más dinero para ellos, en estos difíciles momentos, sino que se niegan a pagar lo que deben, que es una millonada de dinero; y han dicho públicamente que no pagarán, a sabiendas de que cometieron un delito contra el pueblo, de mayor gravedad si consideramos la situación de la pandemia. ¿Quién puede dudar que son unos verdaderos miserables?

Los voceros oficiales y oficiosos del neoliberalismo, fracasado rotundamente, como lo ha señalado Noam Chomsky, destilan rabia y rencor en sus artículos (que afortunadamente pocos leen). Esos voceros convenencieros, presumen ser economistas, médicos y especialistas en terapia intensiva, tecnólogos en respiración artificial, cuando en realidad son neoliberales enfermizos, aferrados al tren destartalado de su modelito económico, en franca actitud de aves de carroña, en espera de lo peor.

Del Consenso de Washington (su verdadera Biblia) no les queda nada.

 Ya sólo les falta que privaticen a quien dice José Saramago en la página 581 de su diario Cuadernos de Lanzarote, edición Alfaguara (1998).

Huérfanos de programa y de ideas, no tienen que plantear y mucho menos nada que justificar. Los destrozos que hicieron están a la vista de todos, y ya han sido condenados, histórica, política y moralmente, como auténticos  miserables delincuentes.

En México, los empresarios desnacionalizados y comentócratas (el autocorrector  me da como opción, comentó ratas) como ocurrió siempre, le imponen línea política a los partidos reaccionarios y de derecha que viven un desbarajuste en su interior porque, quieran o no, el fracaso estrepitoso del neoliberalismo los arrastró, y los dejó en cueros frente al pueblo y la opinión pública.

Los neoliberales de la pandemia (cabe decir, neoliberalismo pandémico), sin ocultar sus siniestros intereses de derecha y ultraderecha impulsan, a través de las redes sociales, noticias falsas. Hasta hoy en eso están bien coordinados, porque para movilizaciones, no lo logran ni con sus familias, por el enorme desprestigio que tienen.

Algunos comentócratas pontifican, a diestra y siniestra, y como he dicho, destilan rabia y rencor.

 El conocido pinochetista chileno, Pablo Hiriart, abusa de la hospitalidad del pueblo mexicano, y como verdadero energúmeno arremete, todos los días y a toda hora, de manera grosera, contra el gobierno mexicano, particularmente contra López Obrador.

Esta conducta debe tipificarse como una causal para retirar la nacionalidad por naturalización, en cualquier momento, o al menos establecer en la Constitución nacional, la prohibición expresa de intervenir en los asuntos políticos del país, que sólo compete a los mexicanos.

Y todos los miserables neoliberales, juntos o separados, dueños de plumas o empresas, y sus peones: los dirigentes de los partidos de derecha y ultraderecha (PAN, PRI, PRD, MC), son tan repudiados por el pueblo y, particularmente, por la opinión pública, que se ven obligados a pedir auxilio de otros miserables como Ernesto Zedillo, que a través del Fobaproa despojó a los mexicanos de tres billones de pesos (sin que hasta la fecha se haya podido pagar, porque sólo de intereses es un dineral) o el irredento ultraneoliberal Vargas Llosa (que tiene de escritor lo que tiene de ultra), tan repudiados como los que se encuentran en territorio mexicano.

Todos, sin excepción, no dejan de manifestar sus afanes golpistas, por eso las ansias incontrolables, enfermizas, verdaderamente patológicas de que se fracase en la lucha contra la pandemia.

Los golpistas exigen que el gobierno de López Obrador siga rescatando empresarios fraudulentos, y deje al pueblo mexicano en el desamparo.

Los mexicanos exigimos que el Fobaproa, criminal instrumento de saqueo y despojo a los mexicanos, debe cancelarse; que llegó el momento de suspender cualquier pago por esa extorsión. Y para esto hay plena justificación: se necesitan recursos para combatir la pandemia y reactivar la economía.

Mil veces cancelar definitivamente el Fobaproa ese pago, producto de un robo continuado, que suspender Santa Lucía, Dos Bocas, o el Tren Maya, que van a crear empleos y ayudarán a salir  de los problemas económicos generados por la pandemia.

Que se someta a consideración del pueblo mexicano, dicha propuesta. Que sea la voluntad del pueblo mexicano quien decida. Es por hoy de la mayor urgencia, y una medida de carácter profundamente democrático y popular.

martes, 14 de abril de 2020

CONCEBIR Y CONSTRUIR UN NUEVO MUNDO



En el artículo anterior, al final, dije que la  lucha por un mundo mejor es la tarea inaplazable de nuestro tiempo.

Este es el sentido en que infinidad de filósofos, politólogos y otras personalidades de pensamiento avanzado, progresista, de izquierda y revolucionario, con distintas expresiones, han insistido en los últimos años, pero sobre todo en los últimos meses.

El debate será intenso y profundo para concebir ese mundo nuevo, y este debate será privilegio de quienes han luchado, siguen luchando, o se han incorporado recientemente a la lucha por ese mundo mejor.

Al margen quedarán los ideólogos (defensores a ultranza) del sistema capitalista, que ha saltado por los aires, hecho añicos. Nada tienen que ofrecer para que la humanidad siga su camino ascendente. Al contrario, representan el mayor obstáculo, en las actuales circunstancias, para lograr ese propósito superior.

Hay plena coincidencia en que se ha llegado, en nuestros días, al fin de una época, y se abren horizontes para un nuevo mundo.

Y no sólo hay plena coincidencia, sino la afirmación contundente, basada en datos, cifras y hechos, de que la pandemia del covid19 puso en evidencia la incapacidad del capitalismo (y su producto: la globalización) para enfrentarla.

Como dice el filósofo inglés, John Gray, “los problemas mundiales no siempre tienen soluciones mundiales”, por lo que la tarea de superar dicho fenómeno natural y reactivar la economía mundial pasa a los Estados nacionales.

Se acentuará, en los días por venir, el proceso de desglobalización que se manifiesta en todas las latitudes del globo terrestre. “Adiós globalización, empieza un nuevo mundo. La hiperglobalización de las últimas décadas se acaba”, nos recuerda el citado filósofo inglés.

El criminal experimento neoliberal (esa política demencial como la califica Paolo Flores d´Arcais) al igual que todo el sistema capitalista, ha saltado hecho pedazos, y para bien de la humanidad está cerca de desaparecer.

Uno de los crímenes de lesa humanidad del capitalismo (y de su engendro, el neoliberalismo) fue el desmantelamiento de los sistemas de salud, para darle prioridad a la medicina privada, sucio negocio incapaz de atender y entender al ser humano como tal.

En medio de la pandemia, ese sentimiento de fragilidad y vulnerabilidad que el ser humano experimenta,  a lo largo y ancho del mundo, servirá para recordarnos, siempre, que somos parte de la naturaleza y que formamos parte de ella.

Rodarán por los suelos, las ideas que concibieron y siguen concibiendo erróneamente al ser humano apartado de la naturaleza. Esas creencias de que somos seres de excepción (y que tanto daño han causado a la evolución humana, a través de siglos) desaparecerán en el mundo que está por venir.

La ciencia se convertirá, más que nunca antes, en un instrumento certero de todos, para entender y explicarse no sólo su propia vida y su propio mundo, sino para concebir y planear su futuro.

Hoy la humanidad tiene ante si, la urgencia de concebir y aplicar un sistema social netamente humano, solidario, justo, racional que tenga en cuenta la satisfacción de las necesidades del ser humano en todas sus dimensiones y que permita crear las condiciones económicas, sociales, políticas y culturales para su pleno desarrollo; que libere a la humanidad de las crisis cíclicas, verdaderas pandemias económicas que han cobrado la vida de millones de seres humanos.

En la fase inmediata a la pandemia, tendrá que prevalecer el Estado de Bienestar, con mayor capacidad y más atribuciones a fin de establecer y operar las medidas económicas y sociales inaplazables, que rescaten de la insalubridad y la pobreza a los millones de seres humanos desechados por el capitalismo.

El concepto de crecimiento económico, propio del capitalismo, tiene que ser sustituido por el concepto de Progreso Social, en toda su dimensión y plenitud, para hacer posible una nueva etapa en el bienestar pleno de los seres humanos y el ascenso indetenible de la humanidad.

De manera especial, el Estado de Bienestar establecerá como derecho de su población el de la salud universal, totalmente gratuito, con elevados estándares científicos y tecnológicos, donde se apliquen, en beneficio de todos, las formidables conquistas científicas alcanzadas hasta nuestros días.

La autosuficiencia alimentaria para el conjunto de seres humanos que habitan la Tierra, podrá lograrse  si cada Estado la logra en su territorio y fomenta un intercambio con base en el beneficio mutuo y la más amplia solidaridad y fraternidad. Así como hoy se hace, en varios casos, (todavía muy reducidos) con los insumos que se requieren en los hospitales para atender la pandemia.

Es evidente que la pandemia, por su propia dinámica (acentuada por problemas internos de las potencias económicas), no generará, un nuevo orden mundial, sino ciertos ajustes que harán variar la posición entre dichas potencias, pero lo que la humanidad requiere es un auténtico nuevo orden mundial, que contemple y respete la igualdad jurídica de los Estados, la auténtica solución pacífica de las controversias internacionales, y que establezca como norma (a la que todos los Estados ajusten su conducta) la lucha por la paz, la cooperación internacional para el progreso social y la seguridad internacional.

En el nuevo mundo, el egoísmo despiadado del capitalismo y la explotación del hombre por el hombre, tendrá que ser sustituido por la solidaridad y la fraternidad entre todos los seres humanos.

“Ahora una revolución es el mínimo indispensable” afirma convencido Paolo Flores.

Y por hoy, el sistema socialista representa la mejor opción para lograr esa revolución, en beneficio de los 7400 millones de seres humanos sobre la Tierra, para que todo patrimonio de la humanidad sea privilegio de todos y no de unos cuantos.


jueves, 9 de abril de 2020

CAÍDA ESTREPITOSA DEL NEOLIBERALISMO



El neoliberalismo surgió como modelo económico colonialista del capitalismo, para dominar y saquear los recursos de los países pobres y concentrar la riqueza en el seno de las potencias económicas.

El mundo presenció, en la última cuarta parte del siglo XX, un verdadero “asalto neoliberalista al Estado Social”, de acuerdo con la expresión precisa de Zygmunt Bauman.

En este blog, en distintos artículos, denuncié que en 1982 un grupo de facinerosos había asaltado el poder, y empezó a aplicar una política contraria a los grandes objetivos de justicia social de la Revolución Mexicana.

Con el neoliberalismo se estrechó el vínculo entre el poder económico y el poder político de las potencias. Y en sus metrópolis se prepararon los cuadros neoliberales para colonizar al resto de los países.

El resultado palpable y comprobable, señalado en infinidad de estudios de carácter mundial en los renglones económico, social y político, que al mismo tiempo condena ese modelo criminal, es claro: el 1% de la población mundial concentra, aproximadamente, el 95% de la riqueza global.

Lo que genera esta concentración es una brutal desigualdad social como no se había visto en todo el periodo del capitalismo. Y en la mayoría de los países se replicó, con pequeñísimas variantes, esa concentración de la riqueza, y se hicieron más profundas las desigualdades, que tienen postrados a millones de personas a lo largo y ancho del globo terrestre, y dejó a centenas de millones de personas a merced de las calamidades naturales y sociales.

Los malos gobernantes, bajo el manto neoliberal, se dedicaron a vivir para los mercados, y ahora los mercados los dejaron tirados, dice certeramente el cineasta británico, Ken Loach.

El neoliberalismo no es un sistema económico per se. No es que se haya creado de la nada, o que sea una creación al margen del capitalismo. El neoliberalismo es capitalismo puro. O para decirlo de otra manera, el neoliberalismo es la expresión más pura del capitalismo en estado putrefacto.

No es sólo una manifestación de descomposición del capitalismo. Es la descomposición del capitalismo en si. Un sistema enfermo, que se encuentra en etapa terminal.

Queda claro que el capitalismo ha cumplido su ciclo. Hoy representa un obstáculo para que la humanidad siga su marcha ascendente, y no sólo es un obstáculo, es el mayor peligro contra la humanidad. Por el bien de los 7500 millones de humanos sobre la Tierra, debe desaparecer.

México, como muchas otras naciones del mundo, sufrió los embates neoliberales, y los resultados desastrosos están a la vista de todos.

En 15 meses el pueblo se ha enterado, con datos, montos, fechas y nombres de neoliberales, el incalculable daño que le ocasionaron a México en 36 años de dictadura neoliberal, y que muchos denunciamos desde 1982.

Hoy, México, como muchos países del mundo, tiene que orientarse a la reconstrucción de sus economías, al establecimiento de principios y normas con una profunda orientación social.

Hay que reconocer el esfuerzo que realiza el actual gobierno en ese sentido, y hay que combatir a los desfasados neoliberales, que se aferran a sus dogmas fracasados como un naufrago a una tabla rota.

Ningún neoliberal, ni los que desgobernaron, ni los que hicieron turbios negocios desde y al amparo del poder publico, tienen una pizca de autoridad económica, política y moral para decir nada. Sus crímenes han quedado en evidencia, y sólo falta, en nuestro país, la decisión del poder público de llamarlos a cuentas y exigirles las responsabilidades que han eludido hasta hoy.

Desde el punto de vista que se le quiera ver, no es posible que ese grupo de delincuentes ande libre como si nada hubiera pasado. El gobierno actual no puede convertirse en cómplice de esa mafia criminal.

Es evidente que con o sin covid19, el neoliberalismo ha experimentado un fracaso absoluto, pero la pandemia exhibió, en forma clara e inocultable, su carácter mafioso y criminal, su naturaleza inhumana. Quien dude de esta afirmación que vea los hechos y datos derivados de la pandemia en varios países del globo terrestre.

Aquí, en México, como en otros países, la pandemia del covid19, ha desnudado a los neoliberales y a sus voceros a sueldo. Ha evidenciado su verdadera vileza, su espíritu mezquino.

La defensa de sus privilegios, derivados del fracasado sistema, los lleva a plantear la aberración de exigir la permanencia del neoliberalismo criminal. Con verdadera rabia se oponen a cualquier medida de corte popular. Tal parece que padecen ceguera mental, si no estuvieran plenamente identificados como unos verdaderos miserables.

No se puede calificar de otra manera a la banda de buitres que se afila las garras para enriquecerse en medio de esta crisis de consecuencias incalculables. Su egoísmo y sus afanes de acumular riqueza no tienen límites, como no tiene límites su espíritu faccioso y sus afanes golpistas.

Eso y más está por exhibirse en lo que ya es un problema de salud a nivel mundial, que ha acelerado la crisis capitalista y el derrumbe de su engendro: el neoliberalismo.

Programática e ideológicamente (si es posible utilizar este término) el neoliberalismo está liquidado. La apropiación desmedida e incontrolada de los bienes y recursos del pueblo, los llevó a que les estallara en pedazos el sistema capitalista.

Por ello, en estos momentos adquiere mayor fuerza el planteamiento, o más bien la exigencia, de que un mundo mejor es posible. Es para la inmensa mayoría de los que tenemos el privilegio de vivir en este tiempo, una tarea inaplazable.