lunes, 24 de octubre de 2011

HACIA EL 2012: DESPARECER EL SENADO

En los últimos años se ha estado hablando con mucha insistencia sobre la reforma del Estado, como si se pretendiera fundar desde sus cimientos o refundar al Estado Mexicano.

Hasta hoy el país ha caminado con sucesivas reformas electorales, que intencionalmente ha inducido al fortalecimiento de tres partidos, PRI, PRD y PAN, la dispersión del resto y la desaparición de otras agrupaciones.

Prácticamente en ningún momento se abordó, a fondo, el tema de la inoperancia de la Cámara de Senadores del Congreso de la Unión.

El Senado, como lo han comprobado los mexicanos a través de la historia, no ha tenido gran relevancia. En primer lugar la Cámara de Senadores no participó en la redacción de ninguna de las tres grandes constituciones que han regido la vida de México: la de 1824, la de 1857 y la de 1917, bien porque todavía no existía, como ocurrió con la Constitución de 1824, bien porque esa Cámara había desaparecido o bien porque una revolución triunfante convocaba a un Congreso Constituyente a formar otra Constitución, como sucedió con la Revolución de Ayutla, a mediados del siglo XIX, o con la Revolución Mexicana que creó la Constitución de 1917.

Todo Congreso Constituyente se integra, y se ha integrado en México, con representantes populares, es decir, con diputados y no con senadores.

Por la conformación que tiene el Poder Legislativo federal con dos Cámaras, la de diputados y senadores, los debates que se dan en una se repiten en la otra, o mejor dicho, la Cámara de senadores duplica el trabajo y las funciones de la Cámara de diputados, a pesar de que la Constitución nacional les asigne, en su texto, facultades exclusivas a cada Cámara. Además de duplicar las funciones y el trabajo de la llamada Cámara baja, el Senado duplica los gastos, lo cual hace innecesario que exista esa Cámara.

En tanto que el Senado, como actualmente está integrado, con dos senadores de mayoría y uno de la primera minoría por cada entidad federativa y el Distrito Federal, ha cambiado totalmente su naturaleza. Este cuerpo colegiado, también denominado Cámara Alta, históricamente fue concebido para representar a los Estados de la Federación y no al pueblo, representación ésta que constitucionalmente corresponde a los diputados. Hoy el senado en realidad representa a los partidos políticos que lo integran y eso rompe con las disposiciones constitucionales.

Si históricamente el Senado no ha tenido ninguna importancia; si hoy simplemente duplica los debates, el trabajo y las funciones de la Cámara de diputados, y si ha dejado de representar a los Estados del Pacto Federal, como dicen los estudiosos del derecho constitucional mexicano, no tiene razón de existir.

El Congreso de la Unión de México debería quedar integrado por una sola Cámara, que es la Cámara de diputados, es decir, debe tener una estructura unicameral. Esto representaría, en las actuales condiciones, una reforma importante en la vida política de México, a pesar de que la propia Cámara de diputados ha experimentado cambios considerables en su composición, producto de la incorporación de empresarios, postulados por todos los partidos con registro electoral, con un supuesto afán democrático que nadie entiende, porque los empresarios estén donde estén, y más si están en la Cámara de diputados van a hacer política para defender sus intereses y nos los del pueblo.

Si el sistema político mexicano ha de ser modificado, un buen empiezo sería desaparecer el Senado por inoperante, y por representar una carga para los mexicanos.

La teoría de los pesos y contrapesos que sirvió para justificar la existencia del Senado pertenece al pasado.

Al menos es un tema que debe ponerse a discusión para escuchar la opinión de los constitucionalistas y de los estudiosos del sistema político mexicano.

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