sábado, 22 de octubre de 2011

HACIA EL 2012: MÉXICO HOY

¿Cuál es la situación de México en el inicio de la segunda década del siglo XXI?

- En el campo de la economía el proceso globalizador mundial no ha sido enfrentado por los gobernantes mexicanos con sentido nacional, y así tenemos que el desarrollo de las fuerzas productivas se realizó sin planificación y sin tener en cuenta los interés de la nación y del pueblo, lo que provocó, a su vez, que la dependencia económica sea cada día más profunda.

El papel asignado al capital extranjero, el desplazamiento del sector estatal de la economía, el violento proceso desnacionalizador, la excesiva concentración de la riqueza social en pocas manos, la pobreza y miseria en que se ha sumido a la mayoría ponen en grave peligro la soberanía nacional.

La apertura comercial, que unilateralmente asumieron los neoliberales, provocó la quiebra de la economía nacional, pues fortaleció a las empresas trasnacionales y debilitó, hasta llevar a la quiebra y desaparición a miles de medianas, pequeñas y micro empresas.

Como resultado tenemos que el desarrollo industrial está paralizado, la banca desnacionalizada resultó usurera e ineficiente, y la banca extranjerizada por los neoliberales sigue saqueado inmensos recursos generados por el trabajo de los mexicanos.

El pago de la deuda externa, que no deja de crecer con los panistas, se tradujo en un saqueo mayor de nuestra economía y en garantías seguras para los acreedores.

El campo mexicano, intencionalmente también fue conducido a la quiebra, sustrayéndole recursos y destruyendo la propiedad social incorporada, ahora, al torrente comercial y puesta en bandeja de plata a la voracidad mercantil.

La economía del país está en manos de la oligarquía que, por lo tanto, concentra no sólo un incalculable poder económico sino, también, político. La existencia de la oligarquía, representada por un reducidísimo número de capitalistas, significa que en México hemos llegado o estamos arribando a la fusión del capital bancario con el productivo, base y sustento de fenómenos económicos y políticos nuevos, aspecto que debe ser estudiado con todo cuidado a fin de obtener conclusiones válidas para la lucha revolucionaria.

- La oligarquía es el destacamento más reducido, pero al mismo tiempo el más poderoso de la burguesía, convertida en una clase social más homogénea, cuya existencia y desarrollo está ligado al capital foráneo y a las grandes corporaciones extranjeras, en tanto que el sector nacionalista de la burguesía industrial, integrado por medianos y pequeños productores, casi ha desparecido ante el dominio avasallador de los grandes negocios.

En el otro polo de las clases sociales, la clase trabajadora ocupada en la producción, es decir la clase obrera, ha crecido en número, pero cuantitativamente ha sido rebasada por los trabajadores de los servicios. Hoy, en México, el mayor número de ocupados está en el sector de los servicios y a su vez se reduce el número de campesinos, sobre todo de ejidatarios, que materialmente son expulsados de sus tierras a raíz de los cambios en la legislación agraria.

La clase obrera ha sido una de las principales víctimas del actual modelo de desarrollo económico. A pretexto de combatir la crisis económica, de la que se culpa a todos por igual, ha sido agredida, con inusual violencia, en sus condiciones de existencia y en sus condiciones de trabajo, así como en sus derechos laborales fundamentales, como el de huelga, derecho que se ha hecho nugatorio y cuya vigencia se compromete con la llamada “nueva cultura laboral”; han sido violentamente atacados sus sindicatos y, a pretexto de combatir el corporativismo, el gobierno golpeó a los sindicatos de las empresas estatales, pero no para reformarlos, sino para destruirlos.

El “nuevo sindicalismo”, promovido por los empresarios y el gobierno, prescinde de la lucha de clases para el beneficio exclusivo del capital. Como nunca, el gobierno ha intervenido en la vida interna de las organizaciones sindicales de la clase obrera con el interés de nulificar su combatividad, lográndolo en buena medida.

El neoliberalismo, al servicio de los capitalistas, ha excluido a la clase obrera del avance científico y tecnológico, dando preferencia a los extranjeros.

Al mismo tiempo, desde el punto de vista ideológico, la burguesía ha proclamado, a los cuatro vientos, el fin de la lucha de clases y el arribo de la “solidaridad de clases” para acentuar la explotación sobre el trabajo al que se le exige mayor productividad con salarios de hambre y miseria. La misma burguesía ha difundido la falsa idea de la incapacidad de la clase obrera para gobernar.

En estas circunstancias, de intensa ofensiva ideológica y económica, la clase obrera mexicana no tiene claridad de su perspectiva, que no es la que le plantea la burguesía, sino la que le dictan sus propios intereses y los de la nación.

El “desarrollo” económico promovido por los neoliberales no se ha traducido en más soberanía nacional ni en más bienestar para la mayoría de los mexicanos; al contrario, el capitalismo dependiente ha generado infinidad de problemas sociales, pues ha tenido consecuencias desastrosas para el nivel de vida del pueblo. El número de mexicanos, en edad de trabajar, que no tienen empleo, alcanza la cifra más alta de la historia, han surgido enfermedades, propias de la pobreza, que ya habían desaparecido; se estancó o disminuyó el promedio de vida de los mexicanos, aumentó dramáticamente la mortalidad infantil y el analfabetismo; también aumentaron todo tipo de lacras sociales, como en el resto de los países capitalistas, que dañan a la juventud, a la que se le condujo a un callejón sin salida; se redujo drásticamente la seguridad social y, como nunca la inseguridad pública alcanza niveles alarmantes.

- El sistema democrático creado por la Revolución Mexicana experimentó graves retrocesos en las últimas tres décadas. La pluralidad política se va sustituyendo lenta, pero firmemente por un sistema que responde a las indicaciones e intereses del imperialismo y de la gran burguesía.

Hemos afirmado que la globalización también abarca el sistema político, y desde este punto de vista lo que caracteriza al México de hoy, es que el modelo político que se va imponiendo, al margen y en contra de la voluntad del pueblo, contradice las legítimas aspiraciones democráticas populares.

El proyecto del imperialismo y de la derecha se encamina a derechizar el sistema político nacional y garantizar, de esa manera, la aplicación del neoliberalismo. La llamada alternancia en el poder, con el arribo de los reaccionarios panistas, se tradujo en la alternancia de los neoliberales.

El impulso a la ciudadanización de los procesos electorales representa el interés de privatizar la vida política, de sustraerla del ámbito de los partidos como representantes de clases sociales, y entregarla, de lleno, a los dueños del dinero. De manera general, la ciudadanización es la incorporación del individualismo, clásica enfermedad del capitalismo, a la vida política. Desde luego ese proceso constituye, por hoy, la base sobre la que se sostiene el neoliberalismo.

La propuesta de incorporar la figura de las candidaturas independientes tiene el mismo propósito. Sólo los adinerados podrán realizar campañas electorales.

Por cierto que los procesos electorales han corrompido a varias fuerzas políticas con el dinero público, incluyendo a algunas que supuestamente se colocan en la izquierda, pero que comparten el concepto burgués de la democracia, y que se prestan para jugar el papel de alcahuetes de la derecha en el poder. De continuar esta situación se habrá nulificado la vía de las elecciones para alcanzar la plena democracia que requiere el pueblo.

Un régimen democrático auténtico no se agota en la formalidad de las elecciones. Tiene que ver, en primer lugar y sobre todo, con el nivel de vida material y cultural del pueblo. Un régimen profundamente injusto, como es el que hoy tenemos en el reparto de la riqueza social es, por su propia naturaleza antidemocrático. La democracia tiene que ver con la vigencia y observancia de las garantías sociales e individuales que otorga la Constitución nacional, muchas de ellas negadas sistemáticamente por el modelo neoliberal dependiente que sufrimos; pero también tiene que ver con el ejercicio pleno de los derechos políticos, que son conculcados por el esquema antidemocrático impuesto por las fuerzas derechistas desde el poder y apoyado, también, desde fuera del poder público, por verdaderos simuladores de la izquierda.

El presidencialismo exacerbado se mantiene porque favorece la política antipopular y antinacional del neoliberalismo. Cada día el ejercicio del poder se aleja más de los intereses del pueblo, como se aleja de su carácter popular la Cámara de Diputados, en cuya composición participan en buen número miembros de la burguesía que no ocultan sus intereses de clase.

La justicia, en los términos que señala la Constitución nacional, no es accesible para la inmensa mayoría de los mexicanos y se ha transformado en una carga muy pesada que el pueblo tiene que soportar, como soporta también la inexistencia del verdadero y auténtico Municipio Libre, que ha sido sometido a los poderes estatales y federales anulando, en la práctica, a la célula de la de democracia.

En consecuencia, la soberanía popular y el pueblo como fuente de todo poder, que son mandatos históricos y constitucionales, no solamente son inexistentes, sino que se encuentran en peligro real de desaparecer, lo que traería consecuencias desastrosas para la nación mexicana.

La solución a los grandes problemas de nuestro pueblo no se logrará jamás en el marco del modelo neoliberal, producto del capitalismo en fase de aguda crisis y descomposición generalizada, por lo que se requiere abrir un camino que nos conduzca al logro de una patria soberana, justa y democrática para arribar, lo más pronto posible, a un sistema superior de la vida social pleno de humanismo.

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