viernes, 14 de octubre de 2011

LOS FUNERALES DE LA COMPLICIDAD

Al caso Mouriño todavía le queda mucha cuerda, o mejor dicho, apenas se empieza a desenredar la compleja madeja de conflictos que envolvía la estancia efímera del gallego en esa secretaría de Estado y quizá la cauda que arrastraba.

El regaño a los panistas es otra vertiente de esos conflictos, sólo que ubicados en el terreno estrictamente partidario donde aparecieron reclamos de mezquindades, envidias, ruindades, ingratitudes, y para rematar, lo que debió escucharse fuerte entre los panistas muy dados a la doble moral: el carácter de imbéciles, por inactivos. Todo dicho en tono pontificador, en los funerales partidarios de Juan Camilo Mouriño quien, según Calderón y su círculo estrecho, ya rebasó la estatura de héroe (aquí no se aclara si de Madrid o de Vigo) para colocarse en los terrenos de la santidad, desde luego, previa beatificación y de cara al proceso electoral de 2009.

Casi al mismo tiempo, o cuando nos enterábamos, por los medios, de otra rabieta de Calderón con sus correligionarios sentados cómodamente y desde una columna de mármol o un pedestal, según sus propias palabras, de Toronto nos llega la nota, a través de National Post, del 10 de noviembre de 2008, en la que Diane Francis (www.dianefrancis.com) señala que -según una fuente anónima- en el lugar donde cayó el jet de gobernación se encontraron cartuchos usados y una arma, lo que significa que, cito textualmente: “quizá el choque fue una misión suicida y el piloto asesinado”.

Sobre la muerte de Mouriño, el editorial de la revista Siempre! de esta semana, hace un comentario que mueve a la reflexión y, desde luego, a la duda: se buscó, dice “que fuera un espectáculo mediático para que el mensaje y su impacto fueran devastadores. Los autores intelectuales recurrieron a la teoría del magnicidio: debe ocurrir entre martes y jueves. De preferencia en un lugar estratégico, bajo circunstancias especiales y en una fecha emblemática”

“Los cuatro requisitos se cumplieron: el avión en el que iba el secretario de Gobernación se desplomó a las 18:45 de un martes, en el corazón de la Ciudad de México, cuando miles de mexicanos estaban frente a sus televisores siguiendo las elecciones presidenciales de Estados Unidos, y después de un semana de versiones y rumores que daban por hecho la renuncia del hombre más cercano al Presidente de la República”. Hasta aquí la cita de la revista Siempre!

El acto funerario celebrado en las instalaciones nacionales del PAN, que puso en evidencia las profundas grietas de la derecha panista, fue un evento pletórico de apología hacia el amigo de Calderón, que provocó el enojo de unos y la sumisión de otros, como en su momento el del Campo Marte provocó la inconformidad de varios invitados no panistas, que fueron a expresar su solidaridad con el panismo y que Calderón, de manera inmoral, aprovechó políticamente.

Algunos psicólogos y psiquiatras podrían darnos luces sobre las verdaderas motivaciones que ha tenido Calderón para llegar a esos extremos. Hay quien habla de actitud esquizofrénica, muy distante de la conducta austera, y hasta hoy lejos de los reflectores, de la viuda, quien por las razones que sean ha guardado silencio.

Poco a poco va quedando claro que, aparte de la frustración personal de Felipe Calderón, por no contar ya con su amigo para la sucesión presidencial de 2012, todo lo que ha dicho tiene como fondo la complicidad entre ambos, que dejó al michoacano en una posición muy vulnerable frente al conjunto de irregularidades en que incurrieron desde la Secretaría de Energía hasta la propia presidencia de la República. Por eso no es exagerado, como lo hacen varios comentaristas, hablar de los funerales de la complicidad.

Y desde luego, la designación de Gómez Mont para sustituir a Mouriño no fue ninguna jugada maestra de Calderón, sino la confesión de su debilidad, que lo obliga a pactar, porque no obstante el origen panista del actual secretario de Gobernación y la cercanía entre ambos, esa designación obedece a un acuerdo con el grupo de Fernández de Ceballos, panista de todas las confianzas de Carlos Salinas. O con éste, también de las confianzas de Ceballos y de Gómez Mont.

Mientras tanto sigue causando rechazo popular la actitud de Calderón de lucrar políticamente con la muerte de su amigo.

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