sábado, 16 de febrero de 2013

TERRORISMO NEOLIBERAL



Los neoliberales de todas partes, hechos a imagen y semejanza de sus ideólogos y patrones, son producto del capitalismo en descomposición, sistema que venera la especulación como su verdadero dios.

“El neoliberalismo, dice Francisco Ferré, es el alma desalmada de la máquina capitalista que, con la excusa de la crisis económica, se está apropiando de todo sin piedad: de las vidas, las posesiones y los sentimientos de la gente”. El neoliberalismo es… “la clamorosa claudicación de la política ante el peso de la economía, del desmantelamiento de la sociedad del bienestar y la implantación de un régimen depredador de lucha darwiniana por la supervivencia”.

La moral neoliberal ha sido expresada, en días recientes, por el ministro japonés de Finanzas, Taro Aso, quien declaró, de manera cínica, que las personas mayores deben “darse prisa y morir” para aliviar los gastos del Estado en su atención médica.

Por eso no es accidental que en el mundo 3000 millones de personas vivan en la pobreza; que 800 millones padezcan hambre; que los grandes bancos ganen millones y millones especulando con los alimentos; que más de 197 millones de personas, en el mundo, estén sin empleo, y que el desempleo de los jóvenes llegue casi a un 13% a nivel mundial.

Los datos son una acusación irrebatible contra el neoliberalismo depredador: en los últimos 20 años, el 1% de las personas más ricas del planeta ha incrementado sus ganancias en un 60%, y las crisis capitalistas recurrentes han acelerado esa tendencia.

El año pasado, el 2012, las cien personas más ricas del mundo  ganaron 240.000 millones de dólares, cantidad que acabaría con la extrema pobreza, generada por el propio neoliberalismo. Algunas organizaciones sostienen que esa suma permitiría acabar con la pobreza extrema hasta en cuatro veces.

Se dice que los paraísos fiscales concentran la enorme cantidad de 32 billones de dólares que equivalen a la tercera parte de la riqueza global. ¡Cuánta riqueza saqueada y acumulada a costa de la vida, la salud, la educación y el bienestar de millones de personas!
¿Y en México que han hecho los neoliberales de 1982 a la fecha?

La simple relación de los desastres sociales provocados; de los despojos impunes contra el patrimonio nacional, de la desigualdad social inducida por políticas terroristas, en el sentido real del término, por su esencia y consecuencias; de la concentración de la riqueza en unas cuántas manos y la pobreza provocada a más de 60 millones de compatriotas; de haber convertido los procesos electorales en simples simulacros democráticos y de la utilización descarada del poder para beneficiar a un reducidísimo número de acaudalados, esa relación, digo, los convierte en verdaderos criminales.

Los neoliberales del PRI y del PAN tienen la responsabilidad política, jurídica, moral y muchas veces penal de haber causado severos daños al pueblo mexicano, de haberlo empobrecido hasta niveles intolerables, y de haber rematado el patrimonio nacional.

Cuando Miguel de La Madrid arribó a la presidencia de la República, los neoliberales se sacaron de la manga la “teoría” del Estado obeso, una idea desfachatada para justificar el proceso de privatizaciones que a la postre se convirtió en un robo abierto al pueblo y a la nación.

Los neoliberales de México ni siquiera llegaron a teóricos. Fueron simples  aprendices del neoliberalismo en las universidades de Estados Unidos y de algunos países de Europa. Eso sí, se convirtieron en fieles lacayos de sus maestros y de los intereses económicos transnacionales y domésticos.

Desnacionalizaron la banca, y después la entregaron a intereses extranjeros; privatizaron la Compañía Mexicana de Aviación y Teléfonos de México. Precisamente a raíz de la privatización de la línea aérea, la Dirección Nacional del Partido Popular Socialista, de la que yo formaba parte, se entrevistó con Carlos Salinas de Gortari, entonces Secretario de Programación y Presupuesto, para rechazar con la mayor firmeza esa medida antinacional. La entrevista fue dura por los términos con que calificó ese remate el PPS, cuya Dirección Nacional abandonó violentamente la reunión y rompió todo trato con el gobierno de Miguel de La Madrid.

Los lacayos neoliberales privatizaron Televisión Azteca, la Siderúrgica Lázaro Cárdenas, Altos Hornos de México, Fertimex (Fertilizantes de México), el complejo industrial de Ciudad Sahagún en lo que correspondía al Estado Mexicano, ingenios azucareros, aseguradoras, minas de oro y plata, fábricas de cemento.

Mediante una contrarreforma al artículo 27 constitucional se impulsó la privatización de las tierras ejidales, conquista fundamental de la Revolución Mexicana e institución principal para destruir los latifundios y preservar la integridad del territorio nacional.

Los dogmáticos neoliberales privatizaron puertos, aeropuertos y Ferrocarriles Nacionales de México. Desmantelaron la Compañía de Luz y Fuerza del Centro y lo mismo están haciendo con la Comisión Federal de Electricidad y Pemex.

La hacienda pública se puso al servicio de los acaudalados, a los que rodean  privilegios increíbles a costa del bienestar de los mexicanos. Contraviniendo el mandato constitucional, en México paga más el que menos tiene. Y ahora la reforma fiscal “integral” que se proponen es para sacarle más dinero al pueblo a través del IVA, que es un impuesto al consumo, sin tocar para nada las fortunas de los ricos.

Han dado pasos muy peligrosos para destruir la seguridad social. No han ocultado en ningún momento su lucha (podría decirse odio) contra el Instituto Mexicano del Seguro Social y el ISSSTE, como tampoco han ocultado su odio contra la educación impartida por el Estado y la universidad pública, a pesar de que algunos gobernantes pasaron por sus aulas.

Es difícil distinguir donde empieza y dónde acaba el terrorismo social, dónde empieza y dónde acaba el terrorismo económico, todo envuelto bajo el manto del terrorismo político que ha quebrantado las instituciones políticas emanadas de la Carta Magna de 1917, cuyas normas han sido violadas sistemáticamente. Al menos tres fraudes electorales –en 1988, en 2006 y en 2012- muestran el rostro verdadero del neoliberalismo en materia política y electoral.

Quizá esta relación no agote el número de fechorías realizadas desde el poder público por los dogmáticos neoliberales, pero sí nos da una idea de los gravísimos daños causados al pueblo mexicano.

Para aplicar el neoliberalismo siempre le mintieron al pueblo y le siguen diciendo falsedades. Dijeron que con las privatizaciones se haría más eficiente al Estado y lo destruyeron; que el país sería más competitivo y lo postraron ante los intereses económicos de afuera y de adentro; que se crearían más empleos y no los crearon; que todo se hacía para beneficio de los “que menos tienen” (término chocante que oculta las condiciones de pobreza y miseria de millones que ellos generaron, convirtiendo al Estado mexicano en una fábrica de pobres); que con las privatizaciones se “democratizaría” la riqueza y la concentraron en pocas manos a niveles  inauditos; que se mejoraría la educación y la han llevado a niveles peligrosos de ineficiencia e inoperancia; que se desarrollaría la ciencia y la tecnología y convirtieron a México en un país maquilador y ensamblador, rezagado científica y tecnológicamente, y en periodos prolongados impusieron los salarios más bajos del mundo.

Repitieron, hasta la saciedad, que el Estado mexicano conservaría “la rectoría” de renglones fundamentales de la economía y la entregaron en bandeja de plata  a la iniciativa privada. Casi dejan el puro cascarón del Estado mexicano surgido de la Revolución de 1910.

El prestigio de México logrado por sus gestas libertarias y soberanas está por los suelos gracias a los neoliberales. En América Latina México ha dejado de ser el respetado hermano mayor porque los neoliberales lo convirtieron en punta de lanza de la política yanqui. En estos días el actual gobierno federal vuelve a levantar al libre comercio para torpedear el verdadero proceso de integración latinoamericana que impulsa vigorosamente la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.

La política neoliberal, repito, ha sido una fábrica de pobres.

El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), citando cifras del INEGI, señala que de un total de 112 millones de mexicanos, 52 millones  viven en la pobreza, y casi 2 millones viven en la pobreza extrema, es decir, en la miseria.  Y también, de acuerdo con el INEGI, entre 2000 y 2011, 102 mil 568 personas murieron por nutrición deficiente, lo que significa que murieron ¡23 personas cada día por hambre!

Para la Comisión Económica para América Latina (Cepal), del total de la población, más de 40 millones viven en pobreza y 14 millones en la indigencia.

Ante esta realidad desastrosa, injusta y cruel, resultado de 30 años de neoliberalismo, hablar de terrorismo neoliberal parece poco.

De acuerdo con datos dados a conocer en el curso de la segunda semana de febrero de 2013, aproximadamente 30 millones de personas, que representan casi el 60%  de la población ocupada en  México trabajan en la informalidad.

Eso y más. Los neoliberales son los gerentes de la fábrica que produce elevadísimos índices delictivos. Son muy conocidas las cifras de la enorme cantidad de mexicanos muertos durante el sexenio del cristero menor, Felipe Calderón.

El actual gobierno federal priista agrava las medidas de los neoliberales panistas:

La contrarreforma laboral, exigida por los intereses transnacionales y los empresarios domésticos, ya está teniendo resultados desastrosos para los jóvenes, principalmente, que se ven en la imposibilidad de tener empleo, y  si lo tienen por horas no ganan ni siquiera para sufragar sus gastos de transporte.

En una decisión propia del terrorismo neoliberal contra los trabajadores, la SCJN negó que CFE asumiera el papel de patrón sustituto de los electricistas, que hubiera reparado, en parte, la infamia cometida contra el Sindicato Mexicano de Electricistas.

Y la anunciada reforma energética –hay que decirlo a tiempo- tiene el propósito de regresar el petróleo, que se nacionalizó en 1938, a las empresas transnacionales.

John Saxe-Fernández sostiene que “ya la privatización de facto de Pemex es tan intensa que el llamado de Peña a abrir más la paraestatal a la IP implica el finiquito de lo que van dejando los neoliberales a favor de las transnacionales que operan con el respaldo del aparato de seguridad de Estados Unidos, interesadas en hacer activos suyos lo que es patrimonio del pueblo mexicano”.

Alerta al pueblo de México: “Mientras en Estados Unidos los sectores estratégicos son asunto de seguridad, acá la cúpula en el poder alienta la privatización y desnacionalización petroeléctrica con grave riesgo para la seguridad humana y la integridad del país”.

Y ante el peligro latente de la desnacionalización petrolera, el PRI busca cambiar, de manera vergonzante, sus documentos básicos, donde aún asoma el nacionalismo revolucionario por los dogmas del mercado, para servir, ya sin ningún recato, a la oligarquía, que es la que realmente manda en México.

El PAN confirma su carácter de alcahuete neoliberal, un simple peón de los peones mayores, y el PRD, por incapacidad y vulgar oportunismo se sube al carro del neoliberalismo, fortaleciendo a los sectores de derecha entreguistas y antipatriotas.

El pueblo dice ¡ya basta! al terrorismo neoliberal que agrede la vida de los mexicanos y quebranta la soberanía nacional.