domingo, 11 de diciembre de 2011

SOCIALISMO O CAPITALISMO ¿CUÁL TERCERA VÍA?

Es recurrente el planteamiento de una tercera vía de desarrollo, entre el capitalismo y el socialismo, a pesar de los efectos catastróficos del sistema capitalista. Quizá este intento, siempre condenado al fracaso, se presentó a través de varios años, por lo menos desde que Carlos Marx y Federico Engels, a mediados del siglo XIX, dejaron sentadas las bases teóricas del socialismo.
A muchas gentes en el mundo les parece injusto y criminal el sistema capitalista, pero no aceptan de ninguna manera al socialismo como sustituto de aquel, y casi desde que apareció el socialismo empezaron a plantear la posibilidad y conveniencia de buscar un tercer camino que tomara, dicen, lo mejor de cada uno de los dos sistemas.

Cuando entraron en crisis varios países que construían el socialismo en Europa, volvió a surgir con fuerza esa idea, que se parece en su esencia a las que, en el mismo sentido, se han presentado a través del tiempo. Se trata de una mezcla, o de una posición ecléctica como diría algún filósofo, entre los elementos del capitalismo y del socialismo, para mantenerse, desde luego, en los marcos del sistema capitalista.

Todos los teóricos y prácticos partidarios de la tercera vía no han podido encontrar ese camino y se atascan a cada paso que dan.

En cierto sentido esa tercera vía es la que postulan quienes han renegado del socialismo y se dicen formar parte de una izquierda moderna o nueva izquierda, que de nueva no tiene nada, porque renuncia a cualquier planteamiento concreto fuera del capitalismo.

Por muchos años, podría decirse que desde la fecha en que el Manifiesto Comunista vio la luz, allá por 1848, frente al sistema capitalista de producción, se levantó toda una concepción teórica que apuntó a su sustitución. No existe hasta el día de hoy, y por mucho tiempo no existirá, ninguna otra teoría que haya hecho una crítica tan profunda y severa de la naturaleza, características y consecuencias del régimen capitalista.

La teoría se hizo práctica, en parte, con la Revolución que condujo a la formación de la Unión Soviética, y esa práctica se extendió rápidamente por varios países de Europa oriental y otras partes del mundo de casi todos los continentes.

No existe al iniciar la segunda década del siglo XXI ninguna otra teoría ni otra experiencia que se haya enfrentado al capitalismo como tal, pues la socialdemocracia europea tampoco se sale de los limites capitalistas. De manera que la contradicción capitalismo-socialismo responde a dos concepciones distintas de organizar la vida social, con una diferencia que poco se ha destacado: la primera vez que se estudió y pensó la forma de construir un sistema más justo de la vida social fue con el socialismo, cosa que no ocurrió con el capitalismo que no tuvo teóricos que hayan previsto su construcción. Los economistas clásicos lo son del capitalismo floreciente, pero no se ubican antes de dicho sistema. Este sistema no tuvo su Carlos Marx; tuvo sus mercaderes y productores que lo desarrollaron sin saber a dónde conducía. Hoy mismo los partidarios y defensores del capitalismo no saben a dónde nos llevará, aunque millones y millones de personas saben, porque lo han sufrido en carne propia, a dónde los ha conducido: a la pobreza, a la miseria, al hambre y a la muerte.

Capitalismo y socialismo, o para decirlo de manera más exacta, la lucha del socialismo contra el capitalismo comprende una amplia etapa de la humanidad que no ha concluido de ninguna manera, a pesar de lo que ocurrió en Europa.

O la sociedad se organiza de manera capitalista, o se organiza de manera socialista. O se organiza para atender el interés individual, o se organiza para dar respuesta al interés de los pueblos. O se organiza partiendo de la propiedad privada, o se organiza con base en la propiedad social. Pero no hay otro camino, no hay una tercera vía, ni es posible mezclar elementos fundamentales de los dos sistemas como sugieren los partidarios de la tercera vía.

A la lucha socialismo-capitalismo les espera todavía un buen tiempo. Ni la historia acabó, ni las ideologías desaparecieron.

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