lunes, 12 de diciembre de 2011

EL DEBATE MARXISTA EN MÉXICO


Este artículo lo escribí tres años antes de que concluyera el siglo XX, cuando en México se arreció una fuerte ofensiva de los neoliberales fundamentalistas contra las organizaciones marxistas, entre ellas contra el Partido Popular Socialista, al que despojaron de su registro y lograron destruir desde dentro, utilizando para ese trabajo sucio a gente que venía trabajando con ese propósito, es decir, a verdaderos liquidadores.

Espero que estas reflexiones no vayan a sonar como sacrilegio para los castos oídos de los socialistas modernos de nuestro país que han depositado en el frente electoral los destinos del pueblo, porque confunden sus intereses personales con los que dicen representar; y con su conducta oportunista están contribuyendo a la confusión entre los trabajadores.

En lugar de estar buscando y perdiendo registros electorales, a distintos niveles, contribuyendo a que la burguesía tenga el pretexto de golpear la lucha revolucionaria, sería bueno debatir sobre lo que está pasando en el mundo, qué cambios se han operado en México, en la composición de sus clases sociales, qué etapa del desarrollo social estamos viviendo y, desprendido de ese análisis, cuál es hoy la mejor forma de organizarse políticamente para que el pueblo enfrente al el oprobioso régimen de explotación.

Es decir, se requiere un debate a fondo para desentrañar la situación que está viviendo la humanidad y, de manera particular, nuestro pueblo.

Muchos autores afirman que hemos llegado al fin de la historia. Otros consideran que estamos en el inicio de una nueva era porque, en adelante, desparecerá la soberanía de los Estados-naciones, etapa que no parte, a su consideración, de 1945 o 1917, sino de 1789 con la misma Revolución Francesa. Otros más sostienen que ha concluido la lucha de clases y que se ha impuesto un necesario conformismo o semejanza entre los integrantes de la sociedad, como lo dice el politólogo francés Jean-Marie Guéhenno.

En el mismo sentido hay quienes afirman que hoy día asistimos al final de las naciones y, por lo tanto al final de la política, al resurgimiento vigoroso del sentimiento religioso en lo que más tiene de mágico. En fin, que vivimos en la época de inmensas transformaciones científicas y tecnológicas; en la era de la robótica, de la telemática, de la bioingeniería, que están cambiando radical y aceleradamente la vida del hombre.

Los marxistas mexicanos requieren abordar estos temas y otros más, con la mayor amplitud, seriedad y profundidad. Es necesario realizar un debate a fondo sobre estas cuestiones, para caracterizar el momento que vivimos. Como requieren, también, organizar un amplio debate sobre la situación económica, social y política que vive nuestra patria, teniendo en consideración que el capitalismo ha sentado sus reales en todos los aspectos de la vida nacional. Aquí las transformaciones económicas, favorables al capital, están provocando los cambios políticos que garanticen los realizados en la economía.

¿Cuál debe ser el papel de los sectores revolucionarios y, concretamente, de los marxistas? ¿Cómo incorporar a las nuevas generaciones de mexicanos a la lucha por abrevar la ciencia marxista y contribuir a los cambios que beneficien a las grandes masas trabajadoras? ¿Cómo rescatar a la corriente socialista que los oportunistas, liquidadores y traidores, han sumido en el fango y la entrega?

En el centro de la discusión, sin duda, debe estar el papel del partido político, sus nuevas normas de organización, sus métodos de trabajo nuevos, su programa con vistas a las nuevas condiciones que nos ha tocado vivir, pues nada es más extraño al pensamiento marxista que la inmovilidad.

Sería un error imperdonable considerar, por ejemplo, que las normas de organización, válidas y necesarias en un momento determinado, lo son para toda la eternidad. Normas válidas ayer, pueden no serlo ahora, porque las condiciones han variado.

El mundo de hoy, no es el de 1910 o el de 1917. Entonces tiene que examinarse todo con espíritu abierto, sin pretender despojarse de los principios esenciales, pero sin considerarlos como un dogma, sobre todo cuando en la práctica, que es la medida de la verdad, han mostrado su inoperancia.

Hay que poner énfasis en el rescate del humanismo marxista, olvidado por sus partidarios en varios lugares y deformado por sus enemigos. El ideal del humanismo marxista es el hombre armonioso, verdaderamente humano; el hombre que lleva una vida profunda y rica en relaciones humanas y culturales, como lo afirma Theodor Schwarz, destacado marxista sueco. El humanismo marxista, es humanismo proletario que busca la plena liberación del hombre y no de unos cuantos hombres; y por lo tanto, es humanismo real o concreto.

Debe construirse el México rumbo al siglo XXI con apego al marxismo, recordando que nada tiene más elogioso el pensamiento marxista que un mundo sin sufrimientos.

Sin pretender haber enunciado todos los aspectos de la realidad nacional y mundial, y los de la lucha revolucionaria que deben sujetarse a reflexión y examen por los marxistas mexicanos, queda planteada la necesidad urgente de iniciar el debate y la reconstrucción de la lucha.

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