sábado, 3 de diciembre de 2011

HACIA EL 2012: RETOMAR LA DEMANDA DE NACIONALIZAR LA BANCA Y EL CRÉDITO

Me tocó como diputado de LII Legislatura del Congreso de la Unión estar presente en el recinto de la Cámara de Diputados aquel 1o. de septiembre de 1982, cuando José López Portillo, en su último informe presidencial, cargado de una gran emotividad, anunció la decisión de su gobierno de nacionalizar la banca, y después de que esa institución se había prestado para saquear al país.

Tuve la oportunidad, tanto en esa legislatura como en la LIV, de presenciar en el mismo recinto otros informes presidenciales, pero ninguno de ellos tuvo el aspecto electrizante del que pronunció, por última vez, como presidente de la República, López Portillo el que, por cierto, se quejó en su libro, “Umbrales”, que la única acusación que le hicieron como gobernante fue su frivolidad, cosa que no niega pero le pareció igual que el calificativo.

Recuerdo bien que cuando el presidente hizo el anuncio de la nacionalización bancaria, los diputados y senadores presentes en la sala de sesiones se levantaron en un sólo movimiento como si hubieran sido impulsados por la misma fuerza: gritos de alegría y júbilo se escucharon a pesar del atronador y prolongadísimo aplauso que siguió al anuncio presidencial.

Varios legisladores aplaudían y gritaban con lágrimas en los ojos, sobre todo quienes formaban parte de la izquierda que había demandado, desde siempre, esa nacionalización, considerando que la banca y el crédito constituyen una de las actividades económicas de las más estratégicas. Tal fue el caso de los diputados del PPS, cuya fracción parlamentaria estaba encabezada, como coordinador, por el luchador social Jorge Cruickshank García, que vio culminar una de las demandas que, por el bien de la nación, se había levantado históricamente desde que Vicente Lombardo Toledano fundó el Partido Popular.

La algarabía que reinaba en el recinto cameral contrastaba con las caras largas y el dolor de todos los diputados del Partido Acción Nacional, partido nacido precisamente en las oficinas de un Banco privado y fundado por un banquero o, mejor dicho, empleado de los banqueros como fue Gómez Morín. Les hacía compañía, con un rostro inexpresivo y frío, el presidente electo Miguel de la Madrid y los que serían su más cercanos colaboradores, todos tecnócratas que arribaban, en pequeño y compacto grupo, al poder desde donde tomarían revancha apenas transcurridos unos días de la toma de posesión, al realizar una desnacionalización parcial, y ya en el gobierno de Salinas culminar totalmente el proceso desnacionalizador.

Tanto los que se oponían a la nacionalización de la Banca como los que, una vez nacionalizada, lucharon por su reprivatización, son los responsables de que la banca se haya extranjerizado casi totalmente y del desastre financiero que ocasionó, porque se pudo demostrar con números y cifras el inmenso negocio que los particulares realizaron con los dineros del pueblo; su utilización para acciones de usura, para no canalizar los recursos a la producción industrial y agropecuaria, sino dedicarlos a la especulación y, de paso, convertir a la Banca extranjera en el canal para saquear al país, protegiendo a los sacadólares nacionales y extranjeros que, para quebrar al país, se llevaron su dinero al extranjero y pusieron a nuestros país de rodillas.

Estudiosos de los temas bancarios no sólo acusan hoy a la banca de esas acciones que dañan la economía nacional, sino que identifican a varias de esas instituciones como lavadoras del dinero.

Como se recordará la propia nacionalización fue utilizada por los banqueros para obtener ganancias. Volvieron a ganar cuando les vendieron a precio de ganga la Banca nacionalizada. Hicieron enormes negocios con los Bancos en sus manos. Verdaderos robos y saqueos se han realizado por una gran cantidad de banqueros, que se convierten así en acaudalados en un pueblo de hambrientos. Sólo basta mencionar la venta de Banamex por Harp Helú.

Por la ineficiencia de los particulares en el manejo de las instituciones bancarias, el Estado tuvo que intervenir la mayoría de los Bancos, y los que no intervino los tuvo que sostener con enormes sumas de dinero del pueblo mexicano. Otro sucio negocio más.

Nadie puede negar que los bancos realizan una actividad estratégica en la economía y en la marcha de un país. Y aunque estamos en plena borrachera neoliberal -donde plantear el rescate el patrimonio nacional parece una locura- la realidad y los intereses de la Nación vuelven a plantear la necesidad de nacionalizar la Banca y el crédito, que ya en estos momentos se encuentra fuera del control del Estado mexicano, muy a pesar de que a los neoliberales les cauce verdadero pavor al termino nacionalización.

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