domingo, 18 de diciembre de 2011

LA REBELIÓN CONTRA EL CAPITALISMO

En otra parte señalaba algunas de las transformaciones más importantes que han tenido lugar en los últimos años, y que se han traducido en una verdadera revolución en la ciencia y en la tecnología que, a pesar de sus grandes logros, no ha beneficiado a los trabajadores ni aligerado las cargas laborales. Al contrario, la incorporación de esos avances científicos y tecnológicos han traído, para las masas trabajadoras, muchas angustias, entre ellas la del creciente desempleo y la inseguridad en quienes, por fortuna, cuentan con un puesto de trabajo.

La automatización y robotización de la producción manufacturera y agrícola y en los servicios, lanzan al desempleo a miles y millones de trabajadores, a pesar de que muchos de ellos cuentan con capacitación y calificación para su desempeño. Lo menos que puede ocurrirles es, en caso de conservar el empleo, que tengan que capacitarse para desarrollar otra actividad distinta, lo que significa un cambio laboral profundo que afecta a los trabajadores en esa situación.

Todo mundo está de acuerdo en que el avance tecnológico es irreversible y si la sociedad estuviera organizada de una manera racional debería significar menos trabajo para el ser humano y, desde luego, menos esfuerzo en el trabajo. En otras palabras, el desarrollo tecnológico no debe caer como maldición sobre las masas de trabajadores. Al contrario, debe ser un factor que libere al ser humano de la fatiga y el peso del trabajo.

He señalado, también, que los neoliberales presentan a la globalización como un fenómeno mundial fatal, que arrastra a naciones enteras de todo el mundo a los dictados impuestos por las grandes potencias; que no hay otra que dejarse llevar, porque no hay manera de oponerse a ese nuevo rasgo que caracteriza al mundo de nuestros días.

Pero ya se ha dicho y demostrado que la globalización representa una nueva división internacional del trabajo, que adjudica a los países pobres el papel no sólo de surtidores de materias primas y exportadores netos de capital, sino como receptores de la tecnología y plantas productivas obsoletas. Ya sabemos por experiencia directa, que la globalización no es cooperación económica ni interdependencia sino dominio económico, político y cultural absoluto de los centros de poder capitalista sobre el resto del mundo.

Los nuevos hechos y rasgos que caracterizan la producción y los servicios, el intercambio y las relaciones entre países, es decir, la nueva realidad económica mundial, tiene también su expresión en el ámbito político. Y aquí pasa lo mismo que en la economía: los centros de poder capitalista mundial imponen sus modelos políticos a los países sometidos. Ahora se utiliza el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la ONU, la desacreditada y moribunda OEA, la elitista OCDE, las Organizaciones No gubernamentales y muchas fundaciones de los países poderosos para imponer el modelo político y, particularmente el estilo “democrático” que conviene a las potencias.

Se trata de un estilo de democracia que sólo tiene que ver con el juego electoral, pero que abandona la democracia social, es decir, la legítima aspiración de las masas populares a su mejoramiento económico, social y cultural y a su decisiva participación en la esfera de su gobierno.

Los cambios en la economía y en la política a nivel mundial, van acompañados de una violenta ofensiva ideológica de los dueños del capital. Los medios de difusión juegan, en esta lucha, un papel fundamental y, en algunos casos, un papel decisivo. Hoy reviven viejas ideas del siglo XVIII y XIX, y se vuelve a colocar en el centro de los valores humanos el más abierto individualismo y un desenfrenado egoísmo, a los que se presenta como las más altas virtudes del ser humano y fuente única de todo avance social.

Sin embargo, en dirección opuesta e invocando la necesidad de un sistema que tenga como característica central el más amplio humanismo, millones de seres humanos sobre la tierra se agrupan, se reorganizan y hacen frente a los intentos de acallar cualquier crítica al estado de cosas que estamos viviendo. Al mismo tiempo, se rescatan ideas avanzadas y revolucionarias, y se presenta una alternativa al sistema capitalista, sistema que degrada al ser humano.

Los esfuerzos por construir el socialismo vuelven a ganar el corazón y la mente de millones de personas en todo el orbe. En muchos casos, como se ha visto, del anticapitalismo al socialismo existe una distancia corta.

Este año de 2011, ya para concluir, está lleno de acontecimientos que muestran la rebelión abierta de millones de seres humanos, en todas las latitudes de la Tierra, contra el capitalismo y su engendro: el neoliberalismo.

El siglo XXI será el siglo del socialismo en el mundo.

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