viernes, 9 de diciembre de 2011

LO QUE SE DECÍA EN EL AÑO 2000


Este artículo, escrito, en 1998 lo titulé, “El mundo que nos espera”. Hoy, 12 años después, se podrá juzgar si lo que se decía entonces se ha cumplido, se va cumpliendo o se tenía, entonces, una perspectiva equivocada del porvenir. Con el titulo que hoy le doy, mantiene toda su actualidad.

A dos años de que la humanidad inicie un nuevo milenio y un nuevo siglo, se ha desatado una verdadera efervescencia para analizar lo que será, por lo pronto, el siglo XXI. Una enorme cantidad de datos y cifras aparecen en estudios y publicaciones con más frecuencia. He aquí sólo una pequeña muestra de lo que se dice conocerá el ser humano en la próxima centuria, algo de lo cual ya se está viviendo.

Se espera que la población mundial en el año 2025 sea de aproximadamente 8.500 millones, y que aumente a 10.000 millones en el 2050. La cantidad de habitantes que ahora viven en los países industrializados seguirá disminuyendo: del 23% en 1990 al 16% en el año 2050. Unos 7.100 millones de personas, vivirán en los llamados países en vías de desarrollo, pero en contraste, sólo 1.400 millones de habitantes vivirán en los países industrializados.

La población mayor de 65 años crecerá de un 12% en 1990 a un 19% en el 2025. La población urbana seguirá aumentando: del 17% en 1950 a más del 50% en las primeras décadas del siglo XXI. Habrá más ciudades grandes que superen los 15 millones de habitantes. La migración de áreas muy pobladas hacia las menos pobladas puede convertirse en una importante fuente de violencia y problemas internacionales. Se dice también que los cambios en la distribución por edad podrían desestabilizar las economías, las sociedades y la política en Europa occidental y en Estados Unidos.

Se considera que si “unos sencillos productos químicos van a posibilitar que los padres elijan el sexo de sus hijos, se trastocará el equilibrio fundamental entre hombres y mujeres, lo que, o bien obligará a los gobiernos a intervenir en decisiones familiares íntimas, o bien dará lugar a estructuras familiares y sociales radicalmente diferentes, que alterarían por completo la naturaleza de la vida humana”.

La ciencia y la tecnología agregan tremendas incertidumbres al siglo XXI porque, desde el punto de vista lógico, es imposible predecir la naturaleza y los contenidos del futuro conocimiento científico sobre la base de lo que sabemos ahora. Las tecnologías de la información están convirtiendo al mundo en una unidad integrada, en la cual es posible la comunicación instantánea en cualquier nivel. Como efecto combinado de las tecnologías de información, la ciencia y la tecnología en general, el concepto de distancia y las dimensiones del espacio social y humano están cambiando.

La inteligencia artificial es responsable de una revolución en los procesos de producción y sistemas de suministro de servicios, comparable al impacto del invento del vapor y de los motores eléctricos. El trabajo humano, incluido gran parte del intelectual, será progresivamente reemplazado por aparatos inteligentes, provocando consecuencias profundas en el mercado de trabajo: con menos personas se producirán más bienes y servicios. La desventaja de la competitividad de mano de obra barata disminuirá, haciendo aún más grave el problema de proporcionar trabajo a sectores de población cada vez mayores en muchos países desarrollados.

El desarrollo de la ciencia y la tecnología significa que países relativamente poco desarrollados están en condiciones de producir, y utilizar, armas de destrucción masiva de forma clandestina. La biotecnología aumenta el peligro de que armas letales, fáciles de fabricar, escapen rápidamente del control.

Los avances de la ciencia médica pueden conducir a un importante aumento de la esperanza del promedio de vida. Biofactorías podrían producir alimentos a bajo costo en ilimitadas cantidades. La ingeniería genética podría permitir el rediseño clónico y selectivo de seres vivos, incluyendo a los humanos. Ya los ojos incrédulos de millones de personas en el mundo han presenciado los experimentos con la oveja Doly, y un científico norteamericano declaró recientemente su interés de experimentar la clonación en seres humanos. Si no se lo permiten en Estados Unidos vendría a México.

La ciencia y la tecnología son, por lo tanto, consideradas con razón la principal fuerza, directa e indirectamente, del cambio que ha experimentado y experimentará el mundo y la humanidad.

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