sábado, 14 de enero de 2012

NEOLIBERALISMO CLERICAL

Este artículo lo escribí en 2007, cuando el clero se volvió a pronunciar abiertamente en defensa de Calderón y demandó las reformas estructurales (léase: neoliberal) que hoy mantienen como cantaleta los neoliberales, sobre todo el grupo compacto autodenominado “La generación del Cambio”, a los que les queda mejor la denominación de vendepatrias. Se advierte claramente la complicidad del clero con ese grupo faccioso.


Con sus cómplices en el poder, el clero político ha retomado activamente el papel de violador contumaz de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, mientras que los partidos distintos al PAN, con su indiferencia, o a lo mejor también con su complicidad, propician que el clero viole permanentemente las disposiciones del artículo 130 constitucional, que en otros tiempos –con una redacción clara y precisa- logró contener los ímpetus políticos de un sector mayoritario de los ministros de la iglesia católica.

El inciso e) de dicho artículo, al referirse a los ministros de culto religioso, dice textualmente: “Los ministros no podrán asociarse con fines políticos, ni realizar proselitismo a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna. Tampoco podrán en reunión pública, en actos del culto o de propaganda religiosa, ni en publicaciones de carácter religioso, oponerse a las leyes del país o a sus instituciones, ni agraviar de cualquier forma, los símbolos patrios”

Desde Los Pinos se auspicia que la alta jerarquía del clero católico sistemáticamente haga declaraciones políticas: defiende a Calderón, critica a los partidos, se meta con las instituciones del país y asuma, como suyo, el neoliberalismo económico. La complicidad de la Secretaría de Gobernación como autoridad responsable de velar por el respeto y la observancia de la Constitución, salta a la vista.

Hace unos días –y por enésima vez- el clero, a través de una de sus publicaciones periódicas, se fue hasta la cocina, al afirmar que la actual legislatura federal es “una de las más irresponsables de las que se tenga memoria”, haciendo diferencias de matiz entre los partidos mayoritarios en ese órgano colegiado, con la intención de justificar al PAN y defender abiertamente a Calderón.

Se pronunció, como lo hace Calderón y el PAN, por privatizar el petróleo, la energía eléctrica y realizar la reforma fiscal para clavarle más el diente al pueblo mexicano. Pretendiendo justificar su planteamiento mintió al afirmar que “todos los sectores del país están de acuerdo en la urgencia de cambios estructurales en distintos rubros”. Con hipocresía no habla abiertamente de la electricidad, el petróleo y la reforma fiscal, y sólo habla “de cambios estructurales en distintos rubros”, fingiendo padecer demencia, pero todo mundo sabe a qué se refiere cuando habla de cambios estructurales, terminología, por cierto, tomada del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Ya se puede hablar, en México, del neoliberalismo clerical.

En dicha publicación, el clero se lanza violentamente contra el Partido de la Revolución Democrática, pues su grupo parlamentario, dicen los “santos señores”, “intentó de manera burda y violenta impedir la toma de posesión del jefe del Ejecutivo”, opinión que lo coloca en favor de Calderón, asumiendo la defensa –evidentemente, no gratuita- del panista. Y en plena coincidencia con los reaccionarios panistas justifica el fraude en las elecciones federales del 2006, que según su “inmaculada” percepción “nadie vio…ni los observadores nacionales ni extranjeros, ni las encuestas, ni las distintas revisiones realizadas”, ubicándose en el papel de máximo órgano electoral del país, por encima del Instituto Federal Electoral, y pretendiendo que sus opiniones tengan carácter definitivo e inatacable.

Como se aprecia, cada una de las declaraciones del clero, puestas entre comillas, se refieren a cuestiones de orden político: el ataque directo a la actividad y las resoluciones del Poder Legislativo son políticas; la defensa del modelo neoliberal, es eminentemente política; la condena a la actitud del PRD es política; la defensa abierta y sin tapujos de Calderón cae en el terreno político, y todas esas opiniones, sin excepción, violan la Constitución General de la República en el artículo que transcribimos inicialmente.

Si tanto hablan los gobernantes del Estado de Derecho, ahí tienen un caso para aplicar las leyes, que no requieren ninguna interpretación, sino su estricta aplicación. El clero debe dedicarse a realizar sus funciones, y todo indica que se impone el restablecimiento de la legislación constitucional anterior a la vigente, en que no se reconocía personalidad jurídica a las instituciones denominadas iglesias.

Por estar tan ocupados en intervenir constantemente en las cuestiones políticas que no les incumben, abandonan las “funciones espirituales” de su iglesia y a sus feligreses que prefieren emigrar a otras religiones.

Hoy muchos creyentes se preguntan cuál fue la posición del clero mexicano cuando se decretó oficialmente la desaparición del purgatorio, o si como dirección de la iglesia católica asumió la defensa de las almas que moraban en el limbo, como también se identificaba a ese lugar ahora inexistente y, por lo tanto vació. También los creyentes quisieran saber si el clero político está o no de acuerdo en que el cielo y el infierno no están ni arriba ni abajo, es decir, que físicamente no existen y que sólo se trata de estados de ánimo de las personas. En fin, quieren saber la posición de la alta jerarquía eclesiástica frente a la Congregación para la Doctrina de la Fe –antigua inquisición de negra memoria- cuando fue presidida por Joseph Alois Ratzinger, o sea el papa Benedicto XVI.

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