jueves, 17 de noviembre de 2011

CALDERÓN "CACHORRITO DEL IMPERIO"


Artículo escrito a raíz de la publicación del Manifiesto del Grupo Sur, en los dos primeros meses del “gobierno” panista de Felipe Calderón. El contenido del artículo sigue siendo plenamente válido cinco años después.

A raíz de que un grupo de intelectuales dio a conocer un manifiesto donde critica de manera fuerte y consistente al gobierno de Felipe Calderón en sus primeros días, éste se vio obligado a improvisar rápidamente una conferencia de prensa para señalar que, en México, todo va bien y que se superó el ambiente de crispación existente en el momento en que asumió la titularidad del gobierno federal, a pesar de que la inmensa mayoría de los mexicanos piensan que ahora la situación económica social y política es más difícil que hace dos meses, y para muestra basta un botón: el gobierno panista ha sido incapaz de detener la especulación que realiza la mayor empresa que maneja la masa para la elaboración de las tortillas, y que, como se ha dicho se queda con el 70-80% de las ganancias de los 9 mil millones de dólares que se obtienen como tal por el monopolio de la masa, así como la incontrolada escalada de precios en otros productos básicos.

El denominado Grupo Sur constituido por destacados intelectuales, entre los que se encuentran Guillermo Almeyra, Armando Bartra, Arturo Huerta, Víctor Flores Olea, John Saxe-Fernández, sintetizan en el documento que dieron a conocer a la opinión pública, lo que ellos denominan impulso autoritario del gobierno de Felipe Calderón, y señalan los siguientes rasgos:

La criminalización de la protesta social y el uso faccioso de leyes e instituciones para amedrentar a dirigentes sociales y a la población en general; la colocación de fuerzas del ejército, vestidas de verde o camufladas de azul en las calles de muy diversas zonas del país; el control faccioso y mendaz de los medios de comunicación; la incorporación a su gabinete de violadores de los derechos humanos, ex funcionarios de funestos organismos internacionales, bandoleros corporativos y corruptos de amplia fama pública; continuación de la campaña de odio y estigmatización contra AMLO; la represión contra quienes piensan diferente, que despunta en las oficinas gubernamentales; la colusión del poder judicial con los poderes fácticos; el ataque, vía formulación presupuestal, a la educación, la ciencia y la tecnología, el campo, el desarrollo social y la cultura.

El grupo de intelectuales que presenta este preocupante panorama señala que la derecha en el poder vive un alto grado de desesperación porque el modelo económico neoliberal se encuentra deslegitimado frente a las masas populares, particularmente en el continente Latinoamericano en donde México se ha quedado peligrosamente aislado. Asimismo, señalan, que hay un crecimiento visible de la izquierda social que está jugando un papel de gran relevancia en las circunstancias actuales.

Concluye con un llamamiento para que todas las fuerzas progresistas, sin exclusión constituyan un gran frente para trasformar al país y alcanzar un México renovado, democrático, justo e incluyente.

Este documento se encuentra a tono con los múltiples pronunciamientos que se están haciendo en diversos países de América Latina, no sólo por las agrupaciones políticas progresistas o de izquierda, sino desde los mismos gobiernos que, por hoy, ya están presidiendo la mayor parte de los países de América Latina.

Destacan por su importancia la actitud del reelecto Hugo Chávez que declaró al asumir una vez más la presidencia de Venezuela que este país se encamina al socialismo; las declaraciones del mandatario de Nicaragua, y de manera especial las afirmaciones del economista Rafael Correa que se convirtió en presidente de Ecuador.

Rafael Correa se pronuncia por una América digna, altiva, justa y socialista del siglo XXI, y coincide con millones de latinoamericanos al sostener que se ha derrumbado el modelo neoliberal en gran parte de América latina y han caído las que él denominó “democracias de plastilina”.

Es correcta la afirmación del presidente ecuatoriano al sostener que “nuestro continente seguirá transformándose, porque lo que vivimos no es una época de cambios sino un cambio de época”.

Frente a estos pronunciamientos, expresión de profundos cambios políticos en Latinoamérica, los panistas se han convertido en una retranca para el avance vigoroso y la profundización de esos cambios. Felipe Calderón, menospreciado en Nicaragua en el acto oficial de renovación de poderes de esa nación, no sólo se encuentra al margen de los cambios progresistas latinoamericanos, sino que es un enemigo declarado de la integración latinoamericana en las nuevas condiciones que vive esta parte del mundo, y asume gratuitamente como ya se dice en gran parte de América Latina el vergonzoso papel de “cachorrito” del imperio.

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