martes, 24 de julio de 2012

LUCHAR CONTRA LA IMPOSICIÓN Y CONTRA EL NEOLIBERALISMO



Es evidente que la cúpula del PRI apuesta a la desmovilización de las fuerzas que rechazan la imposición. También le apuesta a la impunidad y al olvido. Y a pesar de los sectores populares que lo conforman sigue pensando que estamos en el siglo XX.

También se aprecia que en tres semanas se ha diluido la figura de Peña Nieto como el vencedor –con la legalidad en entredicho y la legitimidad perdida- de las elecciones presidenciales. En amplios sectores sociales se ha consolidado la percepción de que se trata de una imposición de los grandes intereses económicos. La elección presidencial está, hoy, más que desprestigiada a nivel nacional e internacional.

Al mismo tiempo, la irritación social crece cada día ante el cúmulo de elementos que confirman, para grandes sectores de la población, la certeza de un fraude de enormes proporciones. Un fraude que se realizó antes y durante el proceso electoral, es decir, ya no se consumó estrictamente en las urnas, y sin embargo se volvieron a dar el día de la elección antiguas artimañas, donde el PRI, ”maestro del fraude” (Peña Nieto dixit) superó con mucho a sus alumnos (el PAN se rindió frente a su maestro, decía con sorna un estudiante universitario). El resultado fue la burla a la voluntad ciudadana.

En este ambiente, el IFE y el TRIFE desarrollan su actividad en medio del mayor desprestigio y de la más amplia desconfianza ciudadana. Gran parte de la opinión pública considera, además, que esos organismos electorales están al servicio del PRI, con la complicidad abierta del PAN, y que todos ellos están jugando con fuego, porque a ninguno importa provocar un incendio nacional con tal de que los neoliberales conserven el poder.

Llamar a la cordura y a la sensatez a esas instituciones y a esos partidos sería una ingenuidad. Están dispuestos a llevar las cosas hasta sus últimas consecuencias, por el tipo de intereses que representan, contrarios a los del pueblo.

Los dinosaurios panistas están apostando las mismas cartas que el PRI. Fernández de Ceballos (verdadera voz de ultratumba en las condiciones actuales), un ser repulsivo, antediluviano y fascistoide, se convierte en vocero de ambos partidos al entrar cínicamente al terreno de las descalificaciones contra la movilización social, contra el #YoSoy132 y contra el movimiento progresista de López Obrador.

El panista ha recibido enormes beneficios del neoliberalismo como para quedarse callado.

Destaca que la lucha contra la imposición ha dejado de tener carácter nacional para insertarse en el movimiento internacional antineoliberal. Es una batalla que encaja en los grandes movimientos del mundo en contra del neoliberalismo, que fortalece ese gran frente mundial y que se nutre de la solidaridad de los millones de ciudadanos del mundo que se encuentran en lucha. Esta es una gran fortaleza.

Para muchos mexicanos, al lado de la demanda por invalidar la elección presidencial, el gran movimiento social tiene que plantearse un programa mínimo inmediato para reconstruir a la nación mexicana, destruida por los neoliberales fundamentalistas que mal gobiernan este país desde 1982, durante largos 30 años, un tiempo similar al de la dictadura porfiriana.

Rescatar la vigencia de la Constitución mexicana sería una de sus demandas fundamentales, porque significaría restablecer el Estado Laico; otorgar a la educación pública el papel rector en el desarrollo nacional; sujetar al clero político a la soberanía estatal y restablecer el papel del Estado en el desarrollo económico, entre otras cosas.

Significará, también, parar en seco las llamadas reformas estructurales. No dar ni un paso atrás en las conquistas nacionales y populares. Ningún retroceso en la propiedad originaria de la nación sobre el suelo y el subsuelo, restableciendo la soberanía nacional en el manejo del petróleo y la electricidad. Y mantener las conquistas de los trabajadores plasmadas en el artículo 123 constitucional, sin ninguna concesión a las políticas que agreden a la clase trabajadora.

De manera muy clara y enfática el movimiento tiene que plantearse la lucha decidida contra los propósitos neoliberales de privatizar la seguridad social. Privatizar la seguridad social es un crimen de lesa patria.

Y en materia fiscal, simple y llanamente debe restablecerse el principio constitucional que obliga a los mexicanos a contribuir a los gastos públicos según su capacidad económica, y derogar, pero ya, las disposiciones que violan este mandato constitucional, al otorgar privilegios indebidos -es decir, ilícitos- a los dueños del dinero.

El movimiento social también debe incorporar a su agenda la demanda para castigar las felonías de la administración de Felipe Calderón. Nadie en su sano juicio puede decir que aquí no pasó nada cuando el panista, de manera anticonstitucional, fomentó la penetración del capital privado a Pemex y a la CFE, y utilizó al ejército en funciones de policía, sin existir el marco jurídico que le otorgue esa función.

Atender los reclamos, cada vez en mayor número, que exigen castigar a Calderón -calificado ya como el “carnicero de Morelia”- por la enorme cantidad de muertos durante su fallida administración y por haberse prestado dócilmente para que los gobiernos yanquis impusieran su política para “enfrentar” el problema del narcotráfico, convirtiendo el territorio mexicano en escenario de una cruenta guerra, como en su momento la impusieron en Colombia y en otras latitudes del mundo.

No hay que esperar más tiempo. Se impone una gran alianza de sus fuerzas democráticas para derrotar a los neoliberales. Esa gran alianza se va perfilando en las masivas, permanentes y combativas movilizaciones, que se han dado a nivel nacional e internacional contra la imposición.

Pero sólo la unión de las fuerzas políticas y sociales que luchan contra la imposición, y aquellas de clara orientación antineoliberal, le darán al pueblo la posibilidad real de derrotar a los neoliberales y lograr profundas transformaciones en beneficio de la nación y del pueblo.

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