miércoles, 29 de julio de 2020

EL LEGISLATIVO DEBE DECLARAR LA NULIDAD PLENA DE LA REFORMA ENERGÉTICA

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Parece que estamos cerca de tener toda la información que comprobará la existencia de una red criminal, desde el poder público, durante los 36 años de neoliberalismo depredador, y que en este blog se ha denunciado desde siempre,

Con esos elementos, deben tomarse medidas, legislativas de carácter civil, fiscal, administrativo y penal tanto para que no se vuelvan a repetir, como para castigar a los delincuentes, y reparar los graves daños que se le provocaron al pueblo y a la Nación.

Hasta hoy, la derecha neoliberal ha mostrado su evidente interés en minimizar o desvirtuar la gravedad de esos hechos delictivos, porque muchos de los que forman esa corriente antinacional y antipatriótica están involucrados y deberán ser sancionados, y otros verán afectados los jugosos negocios que se derivaron de esas acciones delictivas.

El simple hecho de decir que las audiencias que se realizan a uno de los principales delincuentes, es una cortina de humo para tapar problemas que enfrentamos los mexicanos en esta pandemia, muestra a todas luces el interés, personal y de grupo, de la derecha BMW, como acertadamente la calificó un comentarista.

Dentro de este panorama, y frente a la inminencia de que los mexicanos nos enteremos, con  certeza y con lujo de detalle, de la forma en que se utilizaron recursos públicos y otros provenientes del extranjero para sobornar a diputados y senadores del Congreso de la Unión y lograr, mediante esos sobornos, reformar la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos para desnacionalizar la riqueza energética de México, quedará muy clara la opción que tenemos los mexicanos.

Estaremos frente a actuaciones de carácter judicial, resultado de las innumerables audiencias que se han iniciado, y ante pruebas contundentes con validez legal.

Nadie puede aceptar y menos justificar los crímenes cometidos, por los neoliberales, desde el poder público. Y nadie puede negar que con esos delitos se dañó gravemente el patrimonio de la nación, y se puso en peligro nuestra soberanía.

Desnacionalizar los recursos energéticos de México, sobornando a legisladores para reformar la Constitución, es equiparable al delito de traición a la patria, que debe castigarse con cárcel y reparación del daño. Cierto.

Pero, como he dicho en mi anterior artículo en este blog, lo principal, lo importante, lo trascendental, es que al ser la mal llamada reforma energética, producto de un delito, como es el soborno, y una vez que quede comprobada la comisión de ese delito o esos delitos (porque el  sobornador fue uno: el gobierno de Peña Nieto, pero los sobornados fueron varios legisladores) procede que el propio Poder Legislativo, es decir, la Cámara de Diputados y Senadores, declaren que esas reformas constitucionales son nulas de pleno derecho.

Se sentaría un gravísimo precedente, en la vida legislativa de México, si se aceptara que reformas a la Constitución o la elaboración de leyes reglamentarias (como ocurrió con la legislación secundaria en materia energética) se realicen mediante sobornos. Eso sería gravísimo.

Pero todavía más: es un atentado contra la soberanía nacional, es un delito de lesa patria que esos sobornos se hayan realizado con recursos provenientes del extranjero (por las aportaciones que la petrolera brasileña Odebrecht hizo para lograr la contrarreforma energética en 2013).

Las cámaras del Congreso de la Unión no tienen ni para dónde hacerse.

Insisto: deberán decretar, mediante un acto legislativo  la nulidad plena de las contrarreformas que se le hicieron a la Constitución, para quedar en los términos y con el texto que tenía antes de esa reforma desnacionalizadora.

Y por los que participaron en el delito de soborno no cabe ninguna duda: tanto los sobornadores como los sobornados cometieron el delito de Traición a la Patria, y debe castigarse como tal.

Al declarar la Nulidad Plena de la reforma energética que los neoliberales alcanzaron por medio de sobornos llevará, por necesidad jurídica, a la invalidación de la legislación secundaria en la materia y, consecuentemente, por lógica jurídica, a la cancelación de los contratos otorgados a capitales privados, domésticos y extranjeros.


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