martes, 14 de abril de 2020

CONCEBIR Y CONSTRUIR UN NUEVO MUNDO



En el artículo anterior, al final, dije que la  lucha por un mundo mejor es la tarea inaplazable de nuestro tiempo.

Este es el sentido en que infinidad de filósofos, politólogos y otras personalidades de pensamiento avanzado, progresista, de izquierda y revolucionario, con distintas expresiones, han insistido en los últimos años, pero sobre todo en los últimos meses.

El debate será intenso y profundo para concebir ese mundo nuevo, y este debate será privilegio de quienes han luchado, siguen luchando, o se han incorporado recientemente a la lucha por ese mundo mejor.

Al margen quedarán los ideólogos (defensores a ultranza) del sistema capitalista, que ha saltado por los aires, hecho añicos. Nada tienen que ofrecer para que la humanidad siga su camino ascendente. Al contrario, representan el mayor obstáculo, en las actuales circunstancias, para lograr ese propósito superior.

Hay plena coincidencia en que se ha llegado, en nuestros días, al fin de una época, y se abren horizontes para un nuevo mundo.

Y no sólo hay plena coincidencia, sino la afirmación contundente, basada en datos, cifras y hechos, de que la pandemia del covid19 puso en evidencia la incapacidad del capitalismo (y su producto: la globalización) para enfrentarla.

Como dice el filósofo inglés, John Gray, “los problemas mundiales no siempre tienen soluciones mundiales”, por lo que la tarea de superar dicho fenómeno natural y reactivar la economía mundial pasa a los Estados nacionales.

Se acentuará, en los días por venir, el proceso de desglobalización que se manifiesta en todas las latitudes del globo terrestre. “Adiós globalización, empieza un nuevo mundo. La hiperglobalización de las últimas décadas se acaba”, nos recuerda el citado filósofo inglés.

El criminal experimento neoliberal (esa política demencial como la califica Paolo Flores d´Arcais) al igual que todo el sistema capitalista, ha saltado hecho pedazos, y para bien de la humanidad está cerca de desaparecer.

Uno de los crímenes de lesa humanidad del capitalismo (y de su engendro, el neoliberalismo) fue el desmantelamiento de los sistemas de salud, para darle prioridad a la medicina privada, sucio negocio incapaz de atender y entender al ser humano como tal.

En medio de la pandemia, ese sentimiento de fragilidad y vulnerabilidad que el ser humano experimenta,  a lo largo y ancho del mundo, servirá para recordarnos, siempre, que somos parte de la naturaleza y que formamos parte de ella.

Rodarán por los suelos, las ideas que concibieron y siguen concibiendo erróneamente al ser humano apartado de la naturaleza. Esas creencias de que somos seres de excepción (y que tanto daño han causado a la evolución humana, a través de siglos) desaparecerán en el mundo que está por venir.

La ciencia se convertirá, más que nunca antes, en un instrumento certero de todos, para entender y explicarse no sólo su propia vida y su propio mundo, sino para concebir y planear su futuro.

Hoy la humanidad tiene ante si, la urgencia de concebir y aplicar un sistema social netamente humano, solidario, justo, racional que tenga en cuenta la satisfacción de las necesidades del ser humano en todas sus dimensiones y que permita crear las condiciones económicas, sociales, políticas y culturales para su pleno desarrollo; que libere a la humanidad de las crisis cíclicas, verdaderas pandemias económicas que han cobrado la vida de millones de seres humanos.

En la fase inmediata a la pandemia, tendrá que prevalecer el Estado de Bienestar, con mayor capacidad y más atribuciones a fin de establecer y operar las medidas económicas y sociales inaplazables, que rescaten de la insalubridad y la pobreza a los millones de seres humanos desechados por el capitalismo.

El concepto de crecimiento económico, propio del capitalismo, tiene que ser sustituido por el concepto de Progreso Social, en toda su dimensión y plenitud, para hacer posible una nueva etapa en el bienestar pleno de los seres humanos y el ascenso indetenible de la humanidad.

De manera especial, el Estado de Bienestar establecerá como derecho de su población el de la salud universal, totalmente gratuito, con elevados estándares científicos y tecnológicos, donde se apliquen, en beneficio de todos, las formidables conquistas científicas alcanzadas hasta nuestros días.

La autosuficiencia alimentaria para el conjunto de seres humanos que habitan la Tierra, podrá lograrse  si cada Estado la logra en su territorio y fomenta un intercambio con base en el beneficio mutuo y la más amplia solidaridad y fraternidad. Así como hoy se hace, en varios casos, (todavía muy reducidos) con los insumos que se requieren en los hospitales para atender la pandemia.

Es evidente que la pandemia, por su propia dinámica (acentuada por problemas internos de las potencias económicas), no generará, un nuevo orden mundial, sino ciertos ajustes que harán variar la posición entre dichas potencias, pero lo que la humanidad requiere es un auténtico nuevo orden mundial, que contemple y respete la igualdad jurídica de los Estados, la auténtica solución pacífica de las controversias internacionales, y que establezca como norma (a la que todos los Estados ajusten su conducta) la lucha por la paz, la cooperación internacional para el progreso social y la seguridad internacional.

En el nuevo mundo, el egoísmo despiadado del capitalismo y la explotación del hombre por el hombre, tendrá que ser sustituido por la solidaridad y la fraternidad entre todos los seres humanos.

“Ahora una revolución es el mínimo indispensable” afirma convencido Paolo Flores.

Y por hoy, el sistema socialista representa la mejor opción para lograr esa revolución, en beneficio de los 7400 millones de seres humanos sobre la Tierra, para que todo patrimonio de la humanidad sea privilegio de todos y no de unos cuantos.


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