viernes, 1 de marzo de 2019

CASTIGAR LOS CRÍMENES DE LOS NEOLIBERALES



El resultado de las elecciones federales, el primero de julio de 2018 y que todo mundo conoce, debe ser el inicio  de un cambio profundo en la vida económica, social y política de México en lo inmediato.

En sentido literal y real, los gobiernos neoliberales, de 1982 a 2018 destruyeron al país, por el afán insaciable de acumular riquezas. Muchos de los funcionarios neoliberales provenientes de la clase media, o clase media alta, se pusieron al servicio de la oligarquía, y al concluir sus periodos de gobierno pasaron a formar parte de ella.

Fue ahí, en la fusión del poder económico y el poder político, que surgió y se fortaleció la llamada mafia, término que, visto hoy en su dimensión real, queda corto para describir al verdadero crimen organizado desde las máximas esferas del poder público.

Durante tres meses -del primero de diciembre de 2018 a la fecha en que se publica este artículo- el pueblo mexicano ha recibido un curso intensivo que le ha permitido conocer la capacidad de los criminales neoliberales (como los he calificado en varias de las publicaciones que aparecen en este blog, desde hace años) para destruir al país.

Hoy, todas las mañanas el pueblo mexicano se entera de las atrocidades cometidas, durante seis sexenios, por el cártel que tenía, en realidad, su centro de operaciones en Los Pinos.

Los integrantes de ese cártel tienen nombres y apellidos, y en su tiempo fueron personalidades en el PRI y en el PAN, asociados a empresarios. Hoy frente a los mexicanos han quedado como lo que son realmente: verdaderos delincuentes.

Frente al desastre que provocaron, en todos los ámbitos de la vida económica, política y social de México, López Obrador ha tomado las medidas mínimas para restablecer, a corto y mediano plazo, un gobierno que opere para atender a los mexicanos, y no al uno por ciento de la población que se hinchó de riquezas en tres décadas y media.

Esas medidas, que son del conocimiento de la inmensa mayoría del pueblo, y por lo cual 4 de cada 5 mexicanos respaldan al gobierno de López Obrador, eran y son urgentes.

Faltan muchas más para rescatar al país del cochinero que dejaron los neoliberales.

Pero las cosas no pueden dejarse o quedarse así como así, o para utilizar la conocida expresión popular: como la fresca mañana. No.

Son muchos los  agravios contra nuestro pueblo, son muchos los delitos cometidos contra los mexicanos, contra nuestra nación, para que todo se quede como si nada hubiera pasado.

No fueron agravios contra el Presidente actual o contra miembros de su gabinete; lo fueron contra todo un pueblo, contra toda la nación. Y no se trata de que López Obrador quiera paz y amor, o de que su fuerte no sea la venganza,

Se trata de castigar la felonía, en su más amplia expresión; mejor dicho, se trata de castigar los innumerables delitos cometidos, por esas personas inescrupulosas, contra los mexicanos, delitos que a estas alturas permanecen impunes.

Hoy los mexicanos sabemos que en todo ese proceso de robo y saqueo, se destacaron funcionarios provenientes de universidades privadas; pero, en el último sexenio, sobre todo el ITAM se reveló como una cueva de ladrones, por la cantidad y “calidad” de sus egresados que fueron incorporados al servicio público; y quien dude de esta afirmación que vea el currículo de quienes están metidos -desde los pies hasta la cabeza- en casos de corrupción y negocios turbios con los bienes de la nación.

Bueno, hasta del nefasto francés José Córdova Montoya se apoderó el espíritu del incauto de Maximiliano, que vio a México como territorio de conquista. Con una diferencia: monsieur Córdova no terminará sus días en el Cerro de la Campanas, pero si puede   concluirlos en una cárcel mexicana.

Se han dado a conocer los delitos cometidos contra Pemex, contra la CFE, en el Naim, en las estancias infantiles, en Conacyt, en los sobrecostos de muchas obras públicas.

Todos los días se dan a conocer nombres de corruptos que, en una actitud verdaderamente cínica, niegan lo que resulta evidente. Y todavía faltan por conocer muchas más atrocidades y más delitos de ese grupo de facinerosos, antipatriotas.

Y no solamente personas, sino organismos enteros, como las denominadas reguladoras, que fueron concebidas y creadas por los neoliberales para quebrar a empresas o instituciones públicas, y hacer jugosos negocios desde esas posiciones públicas.

El caso más conocido es el de la reguladora de energía, cuyo titular, egresado del ITAM, ha sido señalado como una persona que tiene conflicto de interés, como muchos más.

A su vez, pero en una dimensión mundial, las mal llamadas calificadoras, son representantes de los intereses económicos globales y, por tanto, neoliberales, pues todo lo miden en función de los intereses económicos de la dictadura neoliberal.

Por eso he mencionado que es urgente aplicar una serie de medidas, para hacer frente al desastre que dejaron los neoliberales en México.

Desmontar el neoliberalismo, donde quiera que se encuentre, es una condición necesaria para rescatar nuestro carácter de país soberano e independiente. Y condición esencial para impulsar el bienestar del pueblo mexicano.

Queda claro que desmontar el neoliberalismo y castigar las fechorías de los neoliberales, son dos exigencias que se expresaron de manera firme y clara en México al elegir al actual gobierno.

Como lo fueron también, establecer la soberanía energética, la autosuficiencia alimentaria, la soberanía tecnológica, el impulso a la investigación científica, la diversificación de las relaciones económicas, el ejercicio de una política exterior independiente, con base sólida en nuestra Carta Magna; una legislación moderna que abrogue y derogue las disposiciones neoliberales incorporadas en 36 años a nuestro régimen jurídico; la expedición de leyes que aseguren la cobertura universal de la seguridad social y la educación; que fortalezcan los derechos individuales y sociales que la Constitución otorga a los mexicanos, etc.

Está bastante claro que el neoliberalismo está agotado, programática y políticamente.

 Ideológicamente, si así se puede decir, está desarmado y en estado de inanición. Sus resultados y consecuencias, hoy lo tienen en el banquillo de los acusados casi en todo el orbe.

  

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