jueves, 7 de junio de 2012

QUÉ SE DECIDE EL PRIMERO DE JULIO DE 2012?



Cuando faltan 23 días para la elección presidencial del 1º. de julio de 2012, es necesario hacer un alto y examinar el estado que guarda el proceso electoral.

Lo primero que se advierte es que han quedado perfectamente definidos dos grandes bloques de fuerzas políticas, (y no cuatro por el número candidatos).

Por una parte, el que conforman el PRI, el PAN y el Panal, partidarios de continuar con el modelo neoliberal. Estos partidos y sus candidatos presentan como propuesta electoral la privatización de Pemex, la reforma laboral para derogar los derechos de los trabajadores, la reforma fiscal para sangrar más al pueblo y proteger los grandes intereses económicos y en general, la política antipopular y antinacional del neoliberalismo.

Por la otra parte, las fuerzas progresistas y democráticas se han cohesionado alrededor de la candidatura de López Obrador, que ha concitado el odio de los neoliberales. Un poco descompuesto, Peña Nieto calificó las propuestas de AMLO como “populismo vil”, y Madero, el del PAN, más descompuesto que Peña Nieto, volvió a repetir lo que los panistas dijeron en 2006: que López Obrador es “un peligro para México”, sólo que con lenguaje disfrazado.

Y ahora, en plena mancuerna política, priistas y panistas se van con todo contra López Obrador. Desesperados, los reaccionarios están sacando del closet hasta al jurásico Fernández de Cevallos.

Cuando el proceso electoral transcurría sin pena ni gloria, Peña Nieto reclamó a López Obrador que no tuviera la disposición de realizar las reformas estructurales; Vázquez Mota le increpó a Peña Nieto y a su partido no haber consumado las reformas estructurales desde el Congreso, y el mercenario Quadri se autoproclamó campeón de las reformas estructurales.

Dos factores modificaron el cuadro tranquilo en que se desarrollaba la campaña electoral: 1) el crecimiento, en las preferencias electorales de AMLO, la caída persistente del candidato del PRI, la debacle de la candidata panista, y 2) de manera muy importante, el surgimiento inesperado del movimiento de los estudiantes, con una clara orientación antineoliberal como sus similares de Europa y otras partes del mundo.

Hace un mes prácticamente se daba por resuelta la elección, sin que la derrota del neoliberalismo se vislumbrara siquiera. Hoy las cosas han cambiado mucho: el movimiento estudiantil ha expresado, con extrema claridad, el hartazgo popular con las políticas neoliberales depredadoras y contra los políticos que las encarnan, y está haciendo aportaciones valiosas para salir de ese túnel en que nos colocaron los criminales neoliberales.

Una interrogante surge de inmediato, ¿qué es lo que está en el fondo de estos cambios que se operaron rápidamente en el proceso electoral presidencial?

Grandes sectores del pueblo mexicano han entendido que los agravios contra la Nación mexicana, a lo largo de 30 años, de 1982 a la fecha, son muchos.

Las privatizaciones del patrimonio nacional, verdaderos despojos o robos a plena luz del día, afectaron el desarrollo económico del país.

La política de salarios bajos, dizque para hacernos competitivos con el exterior, empobrecieron a millones de mexicanos y los colocaron en la miseria, o como dicen con gran insensibilidad los neoliberales, en la extrema pobreza. Sin exagerar, el neoliberalismo ha sido una fábrica de pobres, gobierne el PRI o gobierne el PAN.

La firma del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá nos convirtió prácticamente en una colonia yanqui, sujetos a las decisiones que se toman fuera de nuestras fronteras, absolutamente ajenas a los intereses y necesidades de nuestro pueblo.

La pretensión de privatizar el ejido condujo al abandono del campo y de los campesinos, a la reducción drástica de la producción agropecuaria, a la quiebra de productores de la pequeña propiedad y, de manera peligrosa, a la pérdida de la autosuficiencia alimentaria. Estudiosos del tema señalan con datos duros los enormes porcentajes de alimentos que se compran en el exterior, cuando antes se producían en México.

Los neoliberales, priistas o panistas, iniciaron y mantienen una lucha despiadada para destruir Petróleos Mexicanos, entregar la riqueza energética, petrolera y eléctrica, a las empresas transnacionales, entregándoles también las nuevas fuentes de energía que se utilizarán en los años por venir. En el manejo de la energía, los neoliberales han incurrido en conductas delictivas que hoy permanecen impunes, pero que tarde o temprano deberán ser castigadas con rigor.

La corrupción ha alcanzado niveles increíbles, documentada con datos por instituciones nacionales e internacionales. Muchos funcionarios públicos integran verdaderas bandas dentro del poder público, en los tres niveles de gobierno, y gozan de absoluta impunidad.

En los gobierno neoliberales se ha dado un verdadero saqueo de los recursos públicos.

Ha sido la política neoliberal, aplicada en los últimos 30 años, verdadera política de rapiña, la responsable de que existan cerca de 70 millones de mexicanos en la pobreza, y que cada día ese número crezca. Y de la otra parte un puñado de ricos que han amasado sus fortunas a costa de la miseria, el hambres y la muerte de miles de compatriotas.

La educación pública ha sido permanente y sistemáticamente atacada. Los neoliberales derogaron, en la práctica, los principios filosóficos del artículo tercero constitucional y hundieron la educación en la mediocridad, en perjuicio de las nuevas generaciones y del pueblo mexicano, en su conjunto.

Esa es la razón de que la juventud mexicana, desde hace varios años, se encuentre sin esperanzas ni horizontes.

Directamente Felipe Calderón aplicó una “estrategia” en el supuesto combate al crimen organizado impuesto desde los Estados Unidos, donde los gringos descaradamente ponen las armas y acá ponemos los muertos. Con ese pretexto ahora el territorio nacional está prácticamente ocupado por agencias policíacas yanquis que intervienen en cuestiones propias de los mexicanos.

Hay una sistemática lucha de los neoliberales, desde el poder, para destruir la seguridad social, las organizaciones de los trabajadores, la lucha de líderes sociales, que ha sido criminalizada abiertamente.

Y así se podría enumerar una larga lista de agravios, que incluye el abandono de la ciencia, la investigación y la innovación, la falta de atención a las mujeres y a los mexicanos de edad, la destrucción intencional (y hasta por razones ideológicas) de fuentes de trabajo como sucedió con Luz y Fuerza del Centro.

El pueblo mexicano, en su gran mayoría, entiende lo que está en juego en la elección presidencial del próximo 1 de julio, y los sectores privilegiados también saben cuál es el fondo de dicha elección, por eso el reagrupamiento de la derecha y la ultraderecha en un solo frente.

Es cierto que el actual proceso electoral transcurre de manera distinta al de 2006. Ahora, aunque las redes sociales están jugando un papel importante y la movilización de la juventud adquiere  trascendencia, no cambia su naturaleza: se trata de un ejercicio “democrático” limitado.

De manera que los mexicanos percibimos (o debemos percibir) que lo que está en juego es más que una elección:

1.- O seguimos por el camino impuesto desde 1982 con el gobierno de Miguel de la Madrid, por cierto halagado por la derecha y la ultraderecha en sus funerales, que profundizó Carlos Salinas de Gortari y transitaron Ernesto Zedillo, Vicente Fox y Felipe de Jesús Calderón, como fieles peones del neoliberalismo; modelo que profundizó peligrosamente la desigualdad social, o nos orientamos hacia un modelo económico que detenga el deterioro social y establezca las bases de un auténtico progreso  con justicia.

2.- O continúa un gobierno incapaz, profundamente voraz con los recursos públicos –como lo fueron todos los gobiernos desde 1982 a la fecha-, o elegimos a un gobierno con sensibilidad social  para atender, por lo menos, las más elementales necesidades de los mexicanos.

3.- O seguimos por el camino de la corrupción y de la impunidad – que se ha manifestado abiertamente durante los gobiernos neoliberales y se acentuó con los panistas en los últimos 12 años- o se establece, de verdad, un gobierno que observe el tan trillado como inexistente régimen de derecho. Hoy los gobernantes que se dicen defensores de la ley, son los primeros en violarla o proteger a los verdaderos delincuentes. En este sentido los panistas han superado con creces a los anteriores gobiernos.

4.- O se sigue tolerando la demagogia más desvergonzada de quienes gobiernan, a nivel federal, desde el 2000 y que Calderón, por formación y principios, ha mantenido, o elegimos un gobierno que respete a los mexicanos, que le hable con la verdad y que abandone la mercadotecnia como forma para mentirle al pueblo cotidianamente.

5.-  El de Fox y el de Calderón han sido los sexenios de más bajo crecimiento en todo el período neoliberal. O seguimos por ese camino, o se elige a quienes promuevan un sano crecimiento, generen empleos, fortalezcan el poder adquisitivo de los mexicanos y eleven su nivel de vida.

6.- O paramos en seco los intentos de privatizar el sector energético –PEMEX Y CFE- o las trasnacionales del petróleo y la electricidad se apoderan de esas empresas y de los recursos nacionales.

7.- Por otra parte con los gobiernos neoliberales, particularmente con Fox y Calderón, México perdió prestigio a nivel mundial y deterioró sus relaciones con la mayor parte de los países latinoamericanos. México requiere un gobierno que se guíe por el mandato histórico del respeto a los demás en el concierto de las naciones y que observe los principios que le manda, en política exterior, la Constitución nacional.

En consecuencia, lo que se decide el 1º. de julio es, si mantenemos nuestro carácter de nación independiente o de plano, como lo quieren los neoliberales, nos convierten en un país sometido; si fortalecemos nuestra independencia económica o nos convierten en una colonia yanqui o española; si avanzamos por la vía del desarrollo económico, que genere un verdadero progreso social, o continuamos estancados, creciendo, cada día el número de mexicanos que se incorporan a la pobreza, por un lado, y se sigue concentrando la riqueza en muy pocas manos, por el otro.

La derecha y la ultraderecha -que han conformado una santa alianza, expresada en las amplias coincidencias con el PAN, los compromisos de Peña Nieto con el sinarquista Fox y con Espino, el del Yunque- tienen la decisión de continuar con el modelo neoliberal. Eso ha quedado muy claro.

Pero la inmensa mayoría de los mexicanos exigimos que no haya continuismo, hasta por un sentido elemental de sobrevivencia no sólo como personas sino, sobre todo, como nación.

El pueblo mexicano, y sus fuerzas democráticas, tienen la tarea de rescatar a la Nación mexicana de las garras de los neoliberales. El cumplimiento de esa tarea impone, después del 1º. de julio, estimular su organización e impulsar su participación en las cuestiones de gobierno.

La democracia representativa ya no sirve. Es la hora de la democracia participativa para rescatar la soberanía popular.

Hay que aprovechar la elección para cambiar lo que los neoliberales, priistas y panistas, cambiaron en perjuicio de la nación; hay que rescatar los logros y conquistas de los mexicanos que los neoliberales destruyeron, y están dispuestos a seguir destruyendo. Y hay que proyectar a una Nación, plenamente soberana e independiente, para el siglo XXI.

Por todo ello, en la elección y después del primero de julio hay que llamar a cuentas a todos aquellos que destruyeron a la nación mexicana.

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