En México sabemos con toda
claridad qué intereses representan Obama y Harper y a qué vienen con el
pretexto de la mal llamada Cumbre de Líderes de América del Norte.
Obama, representante
afroamericano del imperialismo yanqui, ha sido el presidente estadunidense que
más mexicanos ha deportado de territorio norteamericano, a pesar del aporte
invaluable que los compatriotas hacen a la economía de aquel país. Con Obama,
México ha sido invadido por los organismos yanquis de espionaje y desestabilización
y, bajo su gobierno, nuestro país fue inundado descaradamente con armas gringas
de alto poder para que se cometieran miles de crímenes en nuestro territorio.
En fechas recientes se dio
a conocer el espionaje descarado que el gobierno de Obama implementó, no contra
el gobierno o funcionarios desleales al país que acá están bien identificados y
que consintieron el espionaje, sino contra el pueblo de México, poniendo en
grave riesgo la seguridad de la nación y la soberanía mexicana.
Sabemos que Harper y Obama
vienen en actitud neocolonialista, aprovechando que en México existe un
gobierno indigno, integrado por personas con mentalidad desnacionalizada,
dispuestos a entregarles las riquezas de la nación, como han hecho con los
recursos mineros a las compañías canadienses y ahora la pretensión de entregar
los recursos energéticos a las empresas petroleras que representa Obama.
El gobierno de Obama, como
representante de las empresas transnacionales, viene a cerrar la pinza para
asegurar el saqueo del petróleo, la minería y todo lo que se pueda, con el
consentimiento cínico y desvergonzado de quienes presiden el gobierno nacional.
La presencia de esos dos
personajes, pero sobre todo la de Obama se inscribe no en las relaciones bilaterales
o multilaterales entre iguales, sino entre quienes, como el gobierno yanqui, se
sigue conduciendo con la actitud de gran potencia, por un lado y los lacayos
por el otro, a los que presentan como grandes estadistas porque representan
fielmente los intereses de los dominadores y no del pueblo que dicen gobernar.
Obama es representante de
la potencia militar más poderosa de la Tierra, pero en franca decadencia económica.
Y a pesar de que Estados
Unidos de Norteamérica es el país más endeudado del mundo y está siendo
superado como la primera potencia económica mundial, el mal gobierno mexicano
está dispuesto a colocarnos como vagón final de un tren que históricamente va
rumbo al descarrilamiento, y en lugar de diversificar las relaciones económicas,
sujeta cada día más la economía mexicana a un modelo de desarrollo en franca agonía
histórica.
Tradicionalmente ningún
presidente yanqui ha sido bien recibido por el pueblo mexicano. Todos ellos,
sin excepción, han sido y son repudiados. Las razones históricas y actuales son
abundantes y más que suficientes para justificar plenamente el repudio de
nuestro pueblo.
La injerencia abierta del
gobierno de Obama, a través del espionaje cibernético, la justificación cínica
de esa conducta delictiva en la vida interna de México, que sólo incumbe a los
mexicanos, los intereses que representa y a los que defiende, explican, entre
otras cosas el amplio repudio que se merece, y que se ha expresado en
diferentes formas, desde declararlo persona
non grata, la quema de la bandera yanqui en territorio mexicano y las
marchas de amplios sectores contra su presencia.
Todo ello bien se puede
resumir mediante la demanda expresada brevemente: Obama go home.
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