jueves, 29 de abril de 2010

LA CATÁSTROFE PROVOCADA
POR LA DERECHA EN MÉXICO



La crisis económica mundial profundizó la crisis de la economía nacional, pero hay elementos estructurales que la han provocado desde hace varios años y no se localizan en el tsunami económico que detonó hace meses en los Estados Unidos.

Está dicho y repetido que el modelo neoliberal, impuesto por el llamado Consenso de Washington, y aplicado por los gobiernos de ese corte, en México, a partir de 1982, provocaron la quiebra de la economía mexicana, el desempleo persistente, la desigualdad social a niveles antes no conocidos, el aumento inusitado de la pobreza, la aparición desastrosa de la delincuencia organizada, el incremento de la corrupción, el despojo del patrimonio nacional, bajo el señuelo de la democratización del capital, y la consecuente privatización de las empresas estatales o de participación estatal y el surgimiento de multimillonarios que aparecen en la revista Forbes.

El dinero público se canalizó a financiar los grandes negocios privados que se dedicaron a especular y a quebrar las empresas obtenidas a precio de ganga, para ser rescatados nuevamente. El Fobaproa fue la expresión más cruda de esta política antipopular, que benefició a los grandes tiburones de los negocios y empobreció al pueblo. Con gran cinismo Zedillo presentó esa ominosa medida como más cuantiosa que el rescate que se propuso Obama en Norteamérica, y Calderón, de mala fe, por ignorancia o en plena inconciencia demandó, hace algunos meses que en el mundo se aplicaran varios fobaproas en tiempos de crisis global.

Todos estos problemas se han acentuado bajo los gobiernos panistas, que se comprometieron a privatizar lo que quedaba del menguado patrimonio de los mexicanos, sobre todo el petróleo y la electricidad. Ante el repudio popular insisten, en medio de la crisis que se ha prolongado como una pesadilla para el pueblo, en sus pretendidas reformas estructurales, es decir, en privatizar lo último que queda y entregarlo al capital extranjero.

La tesis central del neoliberalismo, es que el Estado era obeso, había que disminuirlo y dejar que las salvajes leyes del mercado condujeran, sin limitaciones de ningún tipo, toda la economía. Nosotros hemos experimentado sus efectos catastróficos en el ámbito económico, social y político, como los han sufrido el resto de los países sometidos a la economía de los países capitalistas dominantes.

El grado de las desigualdades entre naciones y en el interior de cada una de ellas, la desenfrenada especulación y el robo descarado de los recursos que debían canalizarse a satisfacer las necesidades elementales de pueblos enteros, se tuvieron que presentar en el país más poderoso de la Tierra, para que se entendiera que el modelo neoliberal se encontraba en quiebra. Y así, ante el asombro de los fundamentalistas del mercado, de los neoliberales irredentos, en pleno centro del capitalismo mundial, se anunciaron y realizaron “nacionalizaciones”, que hasta la fecha no han tenido los resultados que buscaban.
La intervención del Estado en la economía vuelve a renacer con más fuerza porque fracasó el mercado para regular el crecimiento económico y evitar la especulación. Quien invoque, en este momento, las sacrosantas leyes del mercado como condición para promover el desarrollo económico, después del estrepitoso fracaso a nivel nacional y mundial, quizá haya perdido el juicio. Sería un locura oponerse o negar la intervención del Estado, pero no para salvar a los que provocaron la crisis, que al mismos tiempo son los beneficiarios, sino para establecer un nuevo modelo de desarrollo económico que privilegie el crecimiento justo

Insistir, como lo hace Calderón y sus corifeos, con las mal llamadas reformas estructurales, que contemplan la privatización del petróleo, de la electricidad, de los servicios sociales y de muchos servicios públicos, a costa de la desgracia popular y pretender acabar con las conquistas de la clase trabajadora va a merecer la más contundente respuesta popular.

Aquí, en nuestro país, los irresponsables de su conducción pretendieron curarse en salud y justificar su inexperiencia, ineptitud e incapacidad para enfrentar dicho fenómeno, afirmando que la crisis se generó fuera, ocultando que el terreno estaba abonado desde que ellos se aliaron a Salinas de Gortari y que son responsables directos de las desgracias que han recaido sobre el pueblo mexicano.

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