sábado, 17 de diciembre de 2011

EL NEOLIBERALISMO Y LA GLOBALIZACIÓN PROFUNDIZAN LA MISERIA

La inmensa mayoría de los mexicanos están alarmados por los fenómenos económicos, sociales y políticos que todos los días se observan en nuestro país. Los medios de difusión, los electrónicos y los escritos, dan cuenta de hechos que aparentemente no tienen explicación. Tal parece que vivimos en un país donde impera el desorden, el caos y la anarquía, y en donde los valores del patriotismo se han hecho a un lado.

Casi estupefactos, los mexicanos nos enteramos que funcionarios del gobierno, en nombre de México (sic) exigen más globalización, cuando sabemos que ese fenómeno mundial tiene crudas manifestaciones para países pobres como el nuestro; que la globalización se expresa en un mayor dominio de los países poderosos sobre los países débiles; en un intento de sujetar totalmente a los países poco desarrollados y en someterlos económica, política y culturalmente, sin dejarles espacio para su propio desarrollo.

En plena inconsciencia, producto de su ideología ultraderechista, Calderón se pronuncia por acabar con los “falsos nacionalismos”, cuando el resto de América Latina ha demostrado al mundo entero que las medidas nacionalistas, en todos los órdenes de la vida de los pueblos, constituyen no sólo una defensa eficaz contra el neoliberalismo y la globalización, sino un camino certero para promover y lograr el progreso social.

Las potencias capitalistas, que ejercen su hegemonía sobre el resto del mundo, buscan asegurar una mayor explotación sobre todos los pueblos de la tierra. Ahora los países pobres participan cada vez menos en el intercambio económico mundial y esa situación se agravará más en el futuro inmediato. Existe, además, un verdadero monopolio de la ciencia y la tecnología, que los países ricos y sus empresas usan para ampliar sus beneficios. En este renglón, como en otros muchos, son cada vez mayores las diferencias entre los países ricos y los pobres, y la brecha tiende a ensancharse, en perjuicio de la mayoría.

Estos fenómenos han provocado, como nunca, un crecimiento alarmante de la pobreza; el resurgimiento de problemas sociales que se creían superados y una perspectiva negra para la mayoría de los 7 mil millones de seres humanos que integran, por hoy, la población mundial. Todos estos fenómenos y otros más como el llamado libre comercio, que desde luego es un mito para las grandes potencias, son efecto directo de la llamada globalización, o mundialización de la economía.

Cuando los mexicanos nos enteramos que en nuestro nombre se pide mayor globalización, no podemos sino pensar que aquellos y otros efectos, que tienen postrado a México, no sólo se van a mantener, sino que se van a agravar.

Como se comprende, la globalización no se manifiesta en un nuevo orden internacional, donde prevalezcan relaciones justas y equitativas o de mutuo beneficio entre los Estados y los pueblos. Cada vez esas relaciones son más injustas y desequilibradas, siempre favorables a los poderosos. Hasta las personas menos sensibles o siempre favorables a los intereses económicos de los fuertes, han tenido que reconocer que en esta era de neoliberalismo y globalización, lo que realmente se ha globalizado es la miseria, la pobreza y las perspectivas de un mundo sin esperanza para millones de seres humanos.

En México ha sido el neoliberalismo el responsable de los múltiples problemas que padece el pueblo y la nación. Hoy los noticieros, en su espacio mayor, dan cuenta de hechos delictuosos, de acontecimientos que tienen que ver con la realización de conductas antisociales muy graves. La nota roja ha ganado los mayores espacios, y todo mundo está enterado de esos hechos pero sin posibilidad de localizar las causas que les dan origen.

¿Cuál es la razón del desorden político nacional y, sobre todo de la falta de democracia? ¿Cuál es la causa de la debilidad económica de México y de su mayor dependencia en este terreno? ¿Por qué ha crecido, hasta alcanzar a más de la mitad de la población, la pobreza y la miseria? ¿Dónde se localiza la razón principal de la irritación de grandes sectores populares? ¿Por qué han aumentado peligrosamente los índices delictivos? Y así podría continuarse con una larga lista de preguntas del mismo tipo.

La respuesta ya ha sido dada en múltiples ocasiones. La responsabilidad del desbarajuste económico, social y político que sufre México (y el mundo) es del neoliberalismo, modelo que se viene aplicando aquí, a sangre y fuego, desde 1982. Ya se sabe con absoluta certeza que se trata de un modelo económico no concebido en el país, sino impuesto por los poderosos intereses transnacionales de los países capitalistas.

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