LA
VICTORIA DE CHINA SOBRE ESTADOS UNIDOS ES INEVITABLE
En pocos meses, todo el
mundo, se está dando cuenta de la enorme superioridad del modo de producción
chino, cuyo eje central es la planeación estatal, esencia del sistema
socialista. Planteado teóricamente hace casi doscientos años ahora, en la vida
real, muestra sus resultados, que son incontrovertibles e irrebatibles.
La realidad, es la realidad.
Esto por una parte.
Por la otra, está la profunda
crisis del sistema capitalista que encarna, en toda su dimensión, Estados
Unidos. Como sistema, el capitalismo se está desmoronando, y en los últimos
tiempos, su naturaleza explotadora ha alcanzado niveles no vistos antes lo que,
a su vez, ha acentuado sus contradicciones internas, que se han tornado
incontrolables e insalvables, en la actual etapa del desarrollo humano.
En el enfrentamiento entre
China, socialista, y Estados Unidos, capitalista, a lo que se le ha dado la
máxima visibilidad es a la llamada guerra comercial o guerra arancelaria, y con
ello se oculta lo esencial: el enfrentamiento entre el modo de producción
socialista y el modo de producción capitalista.
En este contexto, la pregunta
obligada es, ¿qué fue lo que colocó a
China como la primera potencia mundial en casi todos los renglones, en materia
económica, científica, tecnológica y social?
Que China ha sido gobernada,
desde 1949, por el Partido Comunista Chino, que lo ha hecho aplicando el
marxismo a las condiciones propias y peculiares de esa gran nación: su cultura
milenaria, su enorme población, las peculiaridades propias que no comparte con
otras latitudes del mundo.
Y ha tomado al marxismo como
una ciencia, y no como un conjunto de recetas rígidas e inamovibles.
Y la otra pregunta obligada,
¿qué fue lo que ubicó a Estados Unidos en la profunda crisis en que se debate
en estos momentos? El propio sistema capitalista que, con el neoliberalismo,
alcanzó niveles de explotación, robo y saqueo inauditos.
En este enfrentamiento los
hechos hablan por sí mismos: la planeación estatal de China propició el
crecimiento gigantesco de las fueras productivas, bajo relaciones de producción
donde no hay cabida para el caos y la anarquía, en tanto que el capitalismo se
convirtió en una camisa de fuerza de las fuerzas productivas y las relaciones
de producción, situación que profundizó sus crisis recurrentes.
Estados Unidos, y el resto
del mundo capitalista, bajo la ley de la máxima ganancia, vio en la llamada
globalización las condiciones para lograr las máximas ganancias y,
concretamente, los yanquis, por ejemplo, desindustrializaron su producción, utilizando
la mano de obra barata de muchas partes del mundo.
Y a fin de obtener esa máxima
ganancia, en muchas actividades industriales y manufactureras, se convirtieron
en un país ensamblador no sólo en la industria automotriz, los teléfonos inteligentes
o otras muchas cosas, sino hasta en productos sencillos, como las bolsas de
mano, todo un espectáculo vistos por miles de millones en todo el mundo.
En este contexto una cosa ha
quedado muy clara, también para millones de habitantes de nuestro mundo: el socialismo
utiliza y promueve, como parte de sus esencia, la producción planificada por el
Estado, impulsa el crecimiento acelerado de las fuerzas productivas y, así, genera
el mayor bienestar social jamás alcanzado antes por la humanidad. Y queda
demostrada su enorme superioridad sobre el viejo, desgastado y caótico
capitalismo.
Los hechos son los hechos. Y
esto no es producto de la casualidad, del deseo, de las fobias o las filias.
Los hechos ahí están, hablan por sí mismo, y han desbrozado y señalado, de
manera contundente, el porvenir de la humanidad, que hará florecer en su máxima
expresión todas las capacidades del ser humano, en un mundo lleno de justicia,
abundancia y bienestar.