jueves, 24 de abril de 2025

 

LA VICTORIA DE CHINA SOBRE ESTADOS UNIDOS ES INEVITABLE

 

En pocos meses, todo el mundo, se está dando cuenta de la enorme superioridad del modo de producción chino, cuyo eje central es la planeación estatal, esencia del sistema socialista. Planteado teóricamente hace casi doscientos años ahora, en la vida real, muestra sus resultados, que son incontrovertibles e irrebatibles.

La realidad, es la realidad. Esto por una parte.

Por la otra, está la profunda crisis del sistema capitalista que encarna, en toda su dimensión, Estados Unidos. Como sistema, el capitalismo se está desmoronando, y en los últimos tiempos, su naturaleza explotadora ha alcanzado niveles no vistos antes lo que, a su vez, ha acentuado sus contradicciones internas, que se han tornado incontrolables e insalvables, en la actual etapa del desarrollo humano.

En el enfrentamiento entre China, socialista, y Estados Unidos, capitalista, a lo que se le ha dado la máxima visibilidad es a la llamada guerra comercial o guerra arancelaria, y con ello se oculta lo esencial: el enfrentamiento entre el modo de producción socialista y el modo de producción capitalista.

En este contexto, la pregunta obligada es, ¿qué  fue lo que colocó a China como la primera potencia mundial en casi todos los renglones, en materia económica, científica, tecnológica y social?

Que China ha sido gobernada, desde 1949, por el Partido Comunista Chino, que lo ha hecho aplicando el marxismo a las condiciones propias y peculiares de esa gran nación: su cultura milenaria, su enorme población, las peculiaridades propias que no comparte con otras latitudes del mundo.

Y ha tomado al marxismo como una ciencia, y no como un conjunto de recetas rígidas e inamovibles.

Y la otra pregunta obligada, ¿qué fue lo que ubicó a Estados Unidos en la profunda crisis en que se debate en estos momentos? El propio sistema capitalista que, con el neoliberalismo, alcanzó niveles de explotación, robo y saqueo inauditos.

En este enfrentamiento los hechos hablan por sí mismos: la planeación estatal de China propició el crecimiento gigantesco de las fueras productivas, bajo relaciones de producción donde no hay cabida para el caos y la anarquía, en tanto que el capitalismo se convirtió en una camisa de fuerza de las fuerzas productivas y las relaciones de producción, situación que profundizó sus crisis recurrentes.

Estados Unidos, y el resto del mundo capitalista, bajo la ley de la máxima ganancia, vio en la llamada globalización las condiciones para lograr las máximas ganancias y, concretamente, los yanquis, por ejemplo,  desindustrializaron su producción, utilizando la mano de obra barata de muchas partes del mundo.

Y a fin de obtener esa máxima ganancia, en muchas actividades industriales y manufactureras, se convirtieron en un país ensamblador no sólo en la industria automotriz, los teléfonos inteligentes o otras muchas cosas, sino hasta en productos sencillos, como las bolsas de mano, todo un espectáculo vistos por miles de millones en todo el mundo.

En este contexto una cosa ha quedado muy clara, también para millones de habitantes de nuestro mundo: el socialismo utiliza y promueve, como parte de sus esencia, la producción planificada por el Estado, impulsa el crecimiento acelerado de las fuerzas productivas y, así, genera el mayor bienestar social jamás alcanzado antes por la humanidad. Y queda demostrada su enorme superioridad sobre el viejo, desgastado y caótico capitalismo.

Los hechos son los hechos. Y esto no es producto de la casualidad, del deseo, de las fobias o las filias. Los hechos ahí están, hablan por sí mismo, y han desbrozado y señalado, de manera contundente, el porvenir de la humanidad, que hará florecer en su máxima expresión todas las capacidades del ser humano, en un mundo lleno de justicia, abundancia y bienestar.