miércoles, 28 de noviembre de 2012

PARAR EN SECO LOS INTENTOS DESNACIONALIZADORES DEL PETRÓLEO MEXICANO



El “nuevo” PRI nos empieza a tratar a los mexicanos como si fuéramos unos retrasados mentales y carentes de memoria histórica. Los principales personajes de ese partido, surgidos de las universidades privadas, sin ningún compromiso social, ajenos a las aspiraciones de justicia social de las grandes masas populares, sin asumir legalmente el gobierno, se han conducido de manera irresponsable: han apostado todo para cancelar derechos fundamentales de la clase trabajadora, y anuncian desfachatadamente la desnacionalización del petróleo.

Sin tener en cuenta razones de carácter histórico, que obviamente ignoran, haciendo gala de soberbia, y sin el menor sentido de pertenencia a un pueblo como el mexicano, se conducen como mandaderos de intereses económicos domésticos y extranjeros, sin importarles los intereses del pueblo.

Causa verdadera indignación que personas como Luis Videgaray y el propio Peña Nieto salgan al extranjero a ofrecer el petróleo mexicano como si se tratara de un recurso del que puedan disponer así como así.

Sus argumentos -si es que así se pueden llamar a lo que dicen para justificar su propuesta desnacionalizadora- los hemos escuchado machaconamente desde 1982 en que se instauró el neoliberalismo depredador. No hay nada novedoso. Ya los escuchamos de los gobiernos priistas y panistas en los últimos 30 años.

Repito: a la contrarreforma neoporfirista en materia laboral, se anuncia la desnacionalización del petróleo mexicano, otra contrarreforma del mismo tipo, invocando los sagrados dogmas de la economía de mercado: el libre comercio, la competitividad, y dizque la generación de empleos.

El signo de la modernidad para el “nuevo” PRI es regresar a la época de Porfirio Díaz, entregando la riqueza petrolera de México a las empresas extranjeras, en una actitud que desafía la tolerancia que el pueblo ha mostrado en las últimas décadas. Parece que estamos ante actos de provocación de esta nueva generación priista.

Con Pemex -hay que refrescarles la memoria- se consolidó el ejercicio pleno de la soberanía nacional al rescatar los recursos petroleros en manos de compañías extranjeras; con Pemex se materializó la expropiación decretada por un gobierno patriota, y con Pemex la nacionalización del petróleo abrió, a nivel mundial, un camino que posteriormente siguieron varios gobiernos en distintas latitudes del mundo, y aún sigue siendo ejemplo para quienes representan a sus pueblos con dignidad.

Lázaro Cárdenas es recordado en muchos países de América Latina y del orbe como el presidente mexicano que desafió al imperialismo yanqui, le ató las garras, recuperó las riquezas petroleras para la nación, e inauguró el proceso de nacionalizaciones, a nivel mundial, en el siglo XX. Levantó a Pemex sobre las ruinas que dejaron las compañías petroleras extranjeras; y los ingenieros mexicanos desarrollaron la tecnología que llevó a esa empresa a elevados niveles de competencia internacional y de gran eficiencia administrativa.

Pemex se convirtió en la columna vertebral del desarrollo económico de México. Sin Pemex no se pueden explicar las transformaciones que se dieron en México en los años constructivos de la Revolución Mexicana, y sin Pemex no se concibe el desarrollo nacional en el siglo XXI.

Los graves problemas de Petróleos Mexicanos son el resultado de las políticas neoliberales que han tratado de destruir esa empresa, y ahora con el “nuevo” PRI consideran que llegó el momento de entregar los recursos petroleros a las compañías extranjeras, y destruir a la empresa que influyó, entre otras cosas, a mantener la paz social en nuestro país.

Priistas y panistas han violado de manera descarada la Constitución nacional al permitir la presencia de inversión privada en actividades reservadas de manera exclusiva para la nación, invocando mentiras para tratar de justificar esas medidas antipatrióticas.

Dice la Constitución Mexicana en su artículo 27 que “Tratándose del petróleo y de los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos y gaseosos o de minerales radioactivos, no se otorgarán concesiones ni contratos, ni subsistirán los que, en su caso, se hayan otorgado y la nación llevará a cabo la explotación de esos productos, en los términos que señale la ley reglamentaria respectiva”.

De manera que los contratos que empezaron a otorgar los priistas y siguieron otorgando los panistas son nulos de pleno derecho, como lo señalaron reiteradamente conocidos y prestigiados constitucionalistas mexicanos. Y si en el futuro inmediato se siguen otorgando, seguirán siendo nulos de pleno derecho, y quienes los otorgan contraen responsabilidades administrativas y penales que las leyes mexicanas señalan.

Peña Nieto jurará, el primero de diciembre, respetar y hacer respetar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Por lo tanto la primera medida que debe tomar –si ajusta sus actos a la Constitución nacional y a la ley- es retirar la presencia de la inversión privada en actividades petroleras reservadas exclusivamente al Estado mexicano, o se convertirá como otros gobernantes en violador de la Constitución.

Frente a la amenaza desnacionalizadora, anunciada aquí y prometida irresponsablemente en el extranjero, la inmensa mayoría de los mexicanos debemos asumir la defensa de los recursos petroleros y de Pemex, y combatir las falsedades que invocan los neoliberales.

No hay ninguna razón económica o social que justifique la desnacionalización del petróleo y la privatización de Pemex.

Desnacionalizar el petróleo mexicano y liquidar la empresa petrolera de los mexicanos ha sido y es una exigencia de las compañías extranjeras, repetida como vulgares ventrílocuos por el FMI, el BM, la OCDE y otras instituciones creadas a nivel mundial por esos intereses, a los que representan y defienden, y en nombre de los cuales sugieren e imponen medidas en perjuicio de pueblos como el mexicano.